Boletín No 104

ICCI

Editorial

Reinstitucionalización del Estado o Cambio Social


El poder político una de cuyas funciones es el poder mediático, que a fuerza de imposición cotidiana de una agenda de asuntos que se hacen pasar como temas de interés público, ha configurado la “opinión pública” de que la crisis del Ecuador es únicamente una crisis institucional, de institucionalidad y no una crisis real que demanda una profunda transformación social.

En alguna medida también un amplio sector del gobierno representado en la Asamblea Constituyente parece creer que la denominada “revolución ciudadana” pasa o debe pasar por cambios cosméticos en la fachada institucional del Estado ecuatoriano, muy venida a menos y desprestigiada por casi tres décadas de “partidocracia”.

Los “intelectuales orgánicos” del hegemónico sistema social, que muchas veces aparecen como académicos progresistas y que controlan las ciencias sociales y sus centros de estudio como lo denunciara hace muchos años el sociólogo Agustín Cueva y hace pocos Heinz Dietrich, mantiene un consenso en torno a la necesidad de reinstitucionalizar el Estado ecuatoriano asunto esencial que explica la crisis y que talvez permite interpretar el afán de un sociólogo ecuatoriano graduado en los Estados Unidos y que perdió las elecciones para asambleísta.

“Crisis institucional”, algo parecido a las explicaciones sociales del ex mandatario Oswaldo Hurtado y sus adláteres de CORDES que creen que el problema del país es la falta de “gobernabilidad”, la carencia de “competitividad”, aunque ahora el eufemismo de moda es la “sostenibilidad o la sustentabilidad”, ¡Que habilidad para esconder la realidad!

Estos más de 25 años de democracia con “crisis de institucionalidad” con los que uno de esos grupos habla de “ruptura” (así como otros ex amigos de los indios), entiende en esos términos el problema del país y ahora entusiastas se entregan en la Asamblea y antes de ella ha “reinstitucionalizar al país” manoseando el “contrato social” con financiamientos y asesoramientos opacos.

Por esa vía posiblemente lleguemos a una sociedad en la que se hagan cambios constitucionales o cambios de forma, reformas que maquillen una sociedad injusta, cambios meramente superficiales que concluirán en la apoteósica recuperación de la institucionalidad del país y el sacralizado “Estado social de derecho” que algunos dicen que sería un “Estado social de derecha”.

Pero el pueblo aquí, abajo, que baraja opciones de cambio social desde hace más de una década apoyando a varios ex presidentes que luego fueron revocados por la soberanía popular a causa de sus traiciones, habla de la inauguración de un “Estado social de Justicia”, en el que el derecho equivalga al ejercicio de la justicia social. ¿Entenderán estas sutilezas quienes dicen representarnos en la Asamblea?

Los pueblos empobrecidos son perseverantes en su decisión irrevocable de ir hacia los cambios sociales profundos, necesarios para un pleno ejercicio de las libertades y de los derechos humanos y colectivos (económicos, políticos, sociales y culturales) y otros derechos.

Por el momento la confianza está depositada en un puñado de asambleístas cuya responsabilidad y consecuencia histórica no sabemos. La confianza es todavía ciega pero sería mejor que se convierta en una confianza crítica, vigilante, para que cuando se precise o cuando pretendan traicionar esa esperanza podamos actuar, podamos participar con plenos poderes y con plena soberanía.

Le hicimos el quite al Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos pero no sabemos hasta cuándo, se logró de este modo contener una amenazante destrucción social del país, pero hoy a pesar del nuevo gobierno y de la paliza y euforia electoral, la pobreza y la miseria persisten a pesar los “bonos de la inclusión”, los créditos para “llenar de empresarios” el país. La crisis se reproduce con similar intensidad, “el fin de la noche neoliberal” y del capital parece que no llegará para todos. A pesar de las amenazas de listas y regulación de precios de los productos de primera necesidad, estos han subido y ya se acabó la retórica del gobierno y los opositores empresarios al igual que la plata se acabaron en los bolsillos humildes.

Sino hay cambios radicales en la propiedad sobre los medios de producción, sino se toca al poder real, los cambios institucionales y del marco legal e institucional del Estado no servirán de mucho. La pobreza no es una postal ni una estadística fría frecuentemente obnubilada en la mirada también fría de los intelectuales del capital.

El cambio social no será posible sino se cambian las bases materiales de la sociedad injusta pero tampoco sino se orienta un sistema educativo al cultivo del pensamiento antes que a la acumulación de conocimientos o la domesticación del consumo. El cambio social no será posible sino hay sistemas de salud que prevengan la enfermedad y no que traten la enfermedad cuando ésta ya se ha desencadenado. Tampoco será posible el cambio social sino se articula un sistema de seguridad y soberanía alimentaria que conjunte solidariamente a productores y consumidores. No es posible un cambio social sino se olvida la intención y el interés mal ocultado de privatizar los recursos de la biodiversidad, el agua, los páramos, los recursos naturales. No será posible un cambio social sino se universaliza la seguridad y el bienestar social de la población, sino se respetan los derechos individuales y colectivos, los derechos culturales y el derecho a la identidad y autodeterminación de los pueblos y nacionalidades dentro de un mismo estado plural.

Los cambios y las profundas transformaciones sociales, que demandó y mandó el pueblo con su sólida expresión de voluntad política expresada en las pasadas elecciones, no precisarían necesariamente de cambios constitucionales sino de decisiones valientes y de voluntad política. Pero suponiendo como supone la mayoría que es necesario y fundacional la necesidad de una nueva carta magna, ésta debería encarnar cambios que no se queden en el papel, sino que se constituya en la auténtica voluntad de cambio social que estamos llamados a protagonizar y defender, para que no se impidan los cambios, pero también para que estos cambios no se queden en lo institucional, en la escena, en la teatralidad del poder.

La urgencia de los cambios sociales están en los pueblos “invisibles e invisibilizados” por los medios de información que no llegan como muchos otros a más de 4.200 metros sobre el nivel del mar, en la sierra ecuatoriana donde vive la pobreza que la mayoría desconocemos, la urgencia está en los habitantes de los arrabales y los recintos más olvidados de la costa, en los pueblos abandonados de la amazonía, en los cinturones miserables de las grandes y medianas ciudades, en el desempleo y subempleo de muchos hombres y mujeres que inundan los buses y las avenidas. La urgencia está en la delincuencia que a parido la misma sociedad indolente y que se queja de su propio engendro reclamando la represión como única e insensible respuesta. La urgencia de la transformación radical de la sociedad está en la angustia y la tragedia de cuántas niñas, adolescentes y mujeres, hijas de los pobres del campo y la ciudad que envilecen sus cuerpos para comer y tener que llevar de comer, en fin, está en la insospechada geografía invisibilizada por los medios y las barreras del egoísmo social e individual.

Esta urgencia social de cambio es posible que, más allá de un eslogan hueco, ya sea de todos o al menos de la mayoría que confía todavía en un gobierno, que está obligado a no olvidar que lo único que los pueblos no perdonan es la traición. Por esta razón deben saber que el cambio no es institucional y legal solamente, que lo que está en juego es la urgencia de un “Estado social de justicia”, un “Estado social de transformación” en el Ecuador.

José Luis Bedón
29/11/07


Coordinación General: José Luis Bedón
Consejo Editorial:
Luis Macas
Patricio del Salto
Ricardo Ulcuango
Alicia Vacacela
Fernando Sarango
Blanca Chancosa
Floresmilo Simbaña
Edición Electrónica: Marc Becker

Cuba: reserva de ternura y dignidad de la humanidad


Patricio Del Salto Galán
FILÓSOFO Y TEÓLOGO ECUATORIANO

No son desconocidas las limitaciones económicas por las que el pueblo cubano atraviesa luego del derrumbe del campo socialista. El criminal e irracional bloqueo que el imperialismo norteamericano impone a Cuba desde hace 49 años, y que solo en el ámbito económico ha causado un perjuicio que sobrepasa los $89.000 millones, es otra de las causas y la fundamental por la que la Isla Rebelde del Caribe pasa tantas necesidades. Como si fuera poco, este pueblo noble y abnegado constantemente tiene que afrontar desastres naturales que afectan su modesta economía, como los producidos hace unos días por la tormenta tropical Noel que azotó la zona oriental de la Isla dejando pérdidas que sobrepasan los $500 millones de dólares. No se puede dejar de señalar que a estas causas se suman los errores propios que el sistema socialista cubano no ha logrado superar, que a decir del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, sería lo único que podría destruir desde dentro a la Revolución.

Sin embargo de aquello, continúa Cuba siendo una potencia mundial en educación, salud, deportes, seguridad social, ciencia, cultura, solidaridad, ternura y alegría. No hay pueblo sobre la tierra que haya sido probado su temple de tantas maneras y que a pesar de todo se mantenga altivo y dispuesto a vencer todas las batallas. El amoroso pueblo de Cuba ha sido probado como en la fragua se prueba el temple del acero, como al oro y la plata se lo purifica en el crisol. Parecería que Cuba tendría una sublime misión en el Planeta: la de demostrar a la humanidad que no hay dificultad que no pueda ser vencida con dignidad, amor, voluntad, patriotismo, alegría, solidaridad, inteligencia y ternura; que hay que compartir con los pueblos empobrecidos del mundo de lo que nos falta y no de lo que nos sobra; que no existe poder imperial que pueda doblegar la dignidad de un pueblo cuando éste está bien conducido, ha alcanzado niveles óptimos de cultura y está presto a cualquier sacrificio por lo que cree. Sin la menor duda podemos decir que el mayor triunfo de la Revolución Cubana es el haber demostrado al mundo que la prepotencia de cualquier imperio puede ser vencida con el amor revolucionario como lo inculcara el profeta universal José Martí al enseñarnos que «Patria es humanidad».

Este pueblo indomable y que ha vencido todas las batallas, se encuentra actualmente afrontando un nuevo reto, una nueva etapa en el proceso de «Rectificación». Para ello se están llevando a cabo con fervor revolucionario amplios debates en todos sectores de la sociedad, sobre todo luego que el General del Ejército Raúl Castro pronunciara su discurso con motivo del aniversario por el 26 de Julio, en el que hace un ferviente llamado a que el pueblo revolucionario de Cuba de manera soberana resuelva los problemas de la cotidianidad, venza la ineficiencia y la corrupción existente en algunos sectores, y perfeccione el socialismo para acrecentar su bienestar. Es así que están convencidos que el capitalismo jamás será la alternativa para solucionar sus sentidos problemas, por lo que se ratifican en mantener su socialismo y perfeccionarlo sin intromisiones externas de ninguna clase.

Uno se pregunta: ¿Qué es aquello que tiene este pueblo sin igual que puede enfrentarse con dignidad a la potencia imperialista más sofisticada de todos los tiempos? Para conocer a Cuba por dentro no hay que quedarse solamente con las opiniones de aquellos que rodean los hoteles o que aspiran a vivir con privilegios, hay que ser concientes a cabalidad de lo expresado al inicio de esta exposición, solo entonces podremos acercarnos a la realidad cubana con justeza, abrir las puertas del corazón de este entrañable pueblo y beber en su seno el néctar de su ternura solidaria sin límites, sin hipocresía, sin fronteras. Hay que ser sencillos, porque este pueblo disfruta en grande con lo pequeño. Cabe perfectamente al pueblo cubano las sublimes palabras de Jesús el Cristo: «El que no se hace sencillo como uno de estos pequeños no entrará en el Reino de los cielos…». Sí, para ingresar al cielo de la cultura cubana hay que ser sencillos, hay que tener una escala de valores espirituales distinta a la que inculca el capitalismo neoliberal, que todo lo ve como mercancía. Hay que saber que sin la codicia y acumulación egoísta se puede ser feliz y propiciar la felicidad a los que nos rodean.

Existe por tanto la firme decisión de preservar su Revolución que les ha costado la sangre sagrada de sus héroes y el sufrimiento heroico del pueblo durante todos estos años. Así lo expresó el 12 de noviembre del año en curso, el Diputado Reverendo Raúl Suárez en su profético discurso pronunciado en la inauguración del evento de educadores y educadoras populares de Cuba, convocado por el Centro Memorial Martin Luther King, Jr. que el revolucionario pastor con sabiduría preside, evento al cual tuve el honor de asistir y realimentar mi espíritu revolucionario bebiendo de los testimonios de los participantes provenientes de las diversa zonas de la Isla. Es de justicia citar las enternecidas palabras con las que una de las educadoras populares nos conminaba a seguir luchando en este momento histórico: «Hay que seducir y dejarse seducir hasta alcanzar el primer amor», convocándonos con ello a trabajar en el cultivo de las conciencias con el mismo fervor de los inicios de la Revolución.

Esta etapa de perfeccionamiento del socialismo se la realiza a la luz de las enseñanzas de Fidel que nos recuerda lo que implica una Revolución:

«…Revolución es sentido del momento histórico, es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas, es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos, es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo».

En este contexto recibimos en Cuba la noticia sobre el incidente entre el Rey de España y el Presidente venezolano Hugo Chávez Frías durante la Cumbre Iberoamericana, cuando con voz prepotente el Rey de los españoles pretende ordenar a nuestro Presidente latinoamericano con estas palabras: ¿Por qué no te callas? Era lo que faltaba para que emerja con más fuerza que nunca lo que tenemos de indios, negros, mulatos, cholos y mestizos dignos. Vienen a nuestra conciencia los crímenes horrendos cometidos por los colonizadores españoles (alrededor de 70 millones de asesinados) y la usurpación de nuestras riquezas con las que los conquistadores salvaron su decadente sistema feudal. Y por cierto, es la oportunidad de preguntar al Rey Juan Carlos ¿Dónde están nuestras riquezas? Nos preguntamos también cómo serían sus ancestros si hoy su «majestad» pretende dar órdenes en territorios que no están bajo su potestad desde hace siglos. Qué coincidencia fenomenal existe entre el «exabrupto» del Rey, y las aspiraciones que tienen el Presidente Bush y el Papa Benedicto XVI para que se callen de una vez para siempre nuestros líderes revolucionarios: Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales.

Esta es la hora de que nuestras voces se levanten desde las raíces originarias de Amerindia y Afroamérica para silenciar para siempre todos los dogmas filosóficos, políticos, económicos, religiosos, culturales y sociales, que nos impusieron los conquistadores de turno, puesto que sobre ellos erigieron su sistema genocida, etnocida y ecocida. Esta es la única manera de salvar a la Madre Tierra y a la humanidad de la codicia voraz de los actuales conquistadores neoliberales, y por consiguiente religarnos de una manera cierta con el único Dios posible que está presente en el corazón de todos los seres que habitamos en este planeta. Desprendiéndonos de los dogmas de los conquistadores entenderemos a cabalidad el mensaje originario y libertario de Jesús el Cristo y podremos hermanarlo con las sabidurías originarias que prevalecen de manera especial en los pueblos indígenas y negros; entonces podremos sin duda caminar sobre las huellas de nuestros héroes y retornar al Alli Kawsay (Buen Vivir) que nos fue arrebatado desde hace siglos.

Por tanto es evidente que en el continente Abya Yala (Tierra llena de vida, como lo denominaron los indios Kunas de Panamá) estamos viviendo ya contracciones y dolores de parto. Para esta etapa del nuevo alumbramiento debemos hacer acopio de las experiencias de lucha acumuladas desde hace siglos, de la misma manera que una Madre hace acopio por amor de todas sus fuerzas para ser capaz de desgarrase y parir a aquel que cultivó en su vientre con tanto afán.

En esta etapa de parto continental, que la sabiduría de los Andes la denomina PACHAKUTIK, la «Estrella Cubana» ya no está sola, y afronta el reto de convertirse con mayor fulgor en el «Lucero de la Mañana», que junto con otras estrellas revolucionarias anuncian el fin de la noche neoliberal y preludian el nuevo día, en el que las voces de los opresores ya no son las que ordenan, sino son las de los pueblos libres que a una voz gritan a los neo-colonizadores:

¡¿POR QUÉ NO SE CALLAN?!

20 de noviembre del 2007


Coordinación General: José Luis Bedón
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Un símbolo de la peor historia de España


Kintto Lucas

Juan Carlos, el español al que algunos consideran rey (título que además de ser ridículo para el siglo XXI, no tiene ninguna representatividad popular y ha comenzado a ser cuestionado en la propia España -¿por qué no hacen un referéndum consultando al pueblo español si quiere tener un rey? o ¿si está de acuerdo en que éste sea el rey o cualquier otro?-, aunque sea defendido por ex soldados del franquismo), en la última Cumbre Iberoamericana se enojó con el presidente venezolano Hugo Chávez (éste sí, guste o no, elegido y reelegido por el pueblo de su país) por
haber dicho cuatro verdades sobre José María Aznar (una especie de Carlos Menem español que se pasea libremente por América Latina intentando desestabilizarla), y puso de manifiesto que la figura del rey en España es un símbolo de la peor historia de ese país, aquella que produjo la muerte de tantos y tantas. El incidente me hizo recordar un texto que escribí en febrero de 1992 como introducción a mi libro Rebeliones indígenas y negras en América Latina, en el que mencionaba los intereses españoles en el festejo por los 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a este continente, intereses que quedaron en evidencia tiempo después y que perjudicaron a muchos países de la región, privatizaciones mediante, intereses representados simbólicamente por ese señor que algunos consideran rey, intereses que comienzan a ser afectados por algunos gobiernos latinoamericanos soberanos, gobiernos que son parte de lo que por 1992 denominé la Era Latinoamericana. Aquel texto se titulaba El año Uno de la Era Latinoamericana, decía y dice así:

UNO

A 500 años del llamado “descubrimiento de América”, el gobierno español y sus pares latinoamericanos, apoyados por Estados Unidos y los países de la Comunidad Económica Europea, festejan el gran aniversario. Sin embargo, no voy a hablar de ese proceso que, iniciado con la llegada de Cristóbal Colón, llevó a la destrucción de culturas, a la usurpación de tierras y riquezas, a la explotación y casi exterminio de los indígenas. Tampoco recordaré que la conquista se sigue procesando, y que los pueblos latinoamericanos siguen sufriendo la maldición de las riquezas que aún quedan en estas tierras como diría Eduardo Galeano. Que tras el oro, el petróleo, el uranio, se lanzan hambrientas las transnacionales, conquistadoras modernas, descendientes de aquellos que invadieron estos pagos. No quiero recordar eso, ni hablar de los intereses del gobierno español y sus aliados de la OTAN en perpetuar la humillación de nuestro continente utilizando el aniversario como fachada para transformar a España en puerta de entrada de los “inversores” de la CEE hacia América Latina, para lucrar con las privatizaciones. Ni siquiera intentaré rebatir el significado histórico que dan los historiadores colonizados del continente al hecho que denominan “encuentro de dos mundos”.
Prefiero pensar en el Año Uno. El Año Uno es, nada más ni nada menos, el año posterior al del V Centenario. Tal vez el año que comencemos a reconstruir nuestro destino de América Latina, esa gran Patria Grande pluricultural y multiétnica. Avida de soluciones a sus problemas sociales y económicos. Ansiosa de libertades y participación. Con la necesidad imperiosa de transformase en un verdadero nuevo mundo, en el que la solidaridad, la soberanía, y la participación de los pueblos sean reales. Para que el año uno sea el comienzo transformador, debemos comenzar por rescatar el pasado dormido en las bibliotecas, y contrarrestar una historia resignada de antemano en las escuelas y liceos. Hay que desenterrar la verdadera historia, liberándola de estatuas, museos y libros empolvados.

DOS

Hay que reconstruir la creatividad de América Latina, comenzando ser América Latina, estructurando un nuevo tipo de sociedad, opuesta a la sociedad capitalista que nos agobia y a la sociedad estalinista que agobió el Este europeo. La nueva sociedad latinoamericana debe tener capacidad de hacerse cargo, con su propias fuerzas y sus propios medios, de una realidad que no es europea ni norteamericana. Una sociedad capaz de saber con qué elementos está hecho este gran país que denominamos nuestro continente, y como podrá ir caminando por ideas, métodos y formas organizativas nacidas de su propia geografía, sin inventarse fantasías. Para eso habrá que pelear mucho y será necesario tener una cabeza abierta, capaz de contrarrestar el proyecto de las clases dominantes que siguen limitando las posibilidades a una solución de la problemática económica, en la medida que llevan al continente a ser objeto de políticas ajenas a nuestro ser, como la privatización, bloqueando así la potencialidad de las mayorías de constituirse en sujeto político de sus propios intereses. Para comenzar a construir esa nueva sociedad es necesario que los sectores revolucionarios, junto a la gente, tropiecen con la historia real, comprobando que donde se creían predominantes las ideologías globalizantes o totalizadoras presenciamos la transición hacia el dominio de otras formas comunicativas, como la cultura en general, el arte, las religiones, las costumbres, las diversidades, los submundos y la subjetividad del pensamiento. ¡Cuidado! Esto no significa el fin de las ideologías, sino un estudio más abierto, menos cuadrado de sus influencias en la actualidad. La llave del circulo opresor de América Latina no está solo en la política y la economía, sino también a nivel subjetivo de la sociedad. Esto obliga a estudiar, resignificar y aprehender todo lo que represente la cultura latinoamericana -mitos, creencias, leyendas, la verdadera historia- para que, vinculándola a un quehacer liberador, se puedan extraer alternativas propias de un camino en el que -rescatando la vigencia del socialismo- se tenga en cuenta al ser humano con todas sus potencialidades y debilidades. Con todos sus mundos, vivencias y creencias. Y así partir hacia a la construcción de un nuevo ser humano más solidario, más colectivo, más unido y más respetuoso de las individualidades y las diversidades. Un ser con una verdadera identidad. Debemos reconfirmar el espíritu que nos haga saltar de la fatalidad impuesta a la esperanza cierta, en palabras de Galeano.

TRES

Es necesario realizar una contraconquista y conquistar con el pueblo, el lugar y el poder donde reside el dominio de la subjetividad, que señalando como debe ser el nuevo mundo, sabrá decir como debe ser el nuevo pueblo y cuál es su misión en la dirección de una nueva sociedad.
Hoy más que nunca las fuerzas populares del continente deben partir de América Latina para llegar a América Latina. Conocer América Latina y tornarla nuestra, como dice José Martí, es el desafío y el camino de su liberación. Ese camino, esa salida, requiere de una amplia participación de todos los oprimidos de esta sociedad. Será plurinacional (latinoamericana) por popular y diversa, popular y diversa por democrática, y democrática por su capacidad de participación desde la base, desde la raíz; en la consolidación de una sociedad revolucionaria por socialista, socialista por comunitaria, y comunitaria por el rescate del ser humano en la construcción colectiva de un poder popular. El destino de cada uno de nuestros países se juega como nunca antes en el de toda América Latina. El camino a Nuestra América no es fácil, exige un esfuerzo de imaginación que sobrepase la sustitución de economicismo estalinista por el economicismo neoliberal o la adaptación al capitalismo, pintándose la cara de otro color. Una imaginación necesaria para contrarrestar el robo de la palabra integración por parte de las clases dominantes, e impuesto desde los centros de poder del norte. La integración no es de forma sino de espíritu y propósitos, como decía Bolívar, y está íntimamente ligada a la construcción de un Nuevo Ser latinoamericano. Un ser dueño de si mismo, capaz de conducir su propio destino como señalara Artigas. En el año del V centenario de la conquista, resulta imprescindible que los pueblos latinoamericanos nos acerquemos más a nuestra realidad pluricultural, multiétnica y plurinacional, proyectando el hecho puntual de 1992 hacia una lucha común por la libertad del continente. Que en el Año Uno de la Era Latinoamericana, Abya Yala, la tierra en plena madurez, nuestro continente, sea transformada por la sabiduría; Amaru, la serpiente sagrada, la resguarde y el Cóndor proteja a sus pueblos. Que en el Año Uno comience la consolidación de una nueva historia, para que en los próximos 500 años el festejo pertenezca a los pueblos… Comencemos caminado la memoria.


Coordinación General: José Luis Bedón
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