Boletín No 102

ICCI

Editorial

El movimiento social gestor de la asamblea constituyente


A fines de la década de los 80 el movimiento laboral ecuatoriano que había dado una larga lucha a la dictadura de Rodríguez Lara, el triunvirato militar y al gobierno del democristiano Oswaldo Hurtado, sucesor del desaparecido Jaime Roldós, había ingresado en una crisis de convocatoria y representatividad. La coerción, la represión política, la corrupción y cooptación de un sector de la dirigencia y el inicio del desplome de los referentes del socialismo real en Europa del Este, habían contribuido a su debilitamiento.

E en este contexto de desesperanza e indefensión del pueblo ecuatoriano que emerge un nuevo actor social: el movimiento indígena, que surge comandado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE y por su histórico dirigente Luis Macas Ambuludí, organización y líder que marcarían desde 1990 el rumbo político del país hasta nuestros presentes días.

Para muchos aún resulta sorpresivo y meteórico el ascenso a la Presidencia de la República de un joven economista casi desconocido hasta antes de su corta incursión pública como Ministro de Economía en el régimen de Alfredo Palacio. La lucha por la redistribución del FEIREP (Fondo de Estabilización, Inversión y Reducción del Endeudamiento Público) un fondo compuesto por los recursos excedentes de la explotación petrolera con los que se quiso beneficiar la inversión social y los acercamientos con el gobierno del Presidente venezolano Hugo Chávez, le habían ganado cierta simpatía popular al actual mandatario Rafael Correa. Pero son múltiples los factores y las argumentaciones que se pueden decir para explicar este fenómeno político.

Las raíces sociales del apoyo a Correa provienen sin duda de un pueblo motivado por la búsqueda de una luz al final del túnel en la “larga noche neoliberal”. Ese mismo pueblo progresista representado muchas veces por los levantamientos, los alzamientos indígenas y por las creativas formas de protesta de los movimientos sociales urgbanos, son los que han abierto el camino a un “gobierno progresista” y por supuesto a la Asamblea Nacional Constituyente (a la de 1998 como a la del 2007-2008).

Los pueblos anónimos e in-visibilizados por los medios de información son los que forjan la historia con un repique lento pero persistente. Sin embargo, los “dueños de la opinión pública” han cultivado la amnesia que resulta funcional para esos medios e intereses y para los viejos partidos y politiqueros de la derecha.

Pero resulta también que ahora, inclusive para un sector del propio gobierno, el fenómeno político Correa es “un parto de los montes”, casi un hijo de la naturaleza y del destino, a tal punto que inclusive le agradecían a él injustamente, a través de grafittis pintados en las paredes de Quito – ya en el marco de la campaña política – el haber impedido la firma del TLC, situación frente a la que el candidato no tenía una posición definida, luego habló de la necesidad de una Consulta Popular que era la tesis de Ecuador Decide y otras organizaciones sociales, para arribar finalmente a una postura de negativa total a la firma del Tratado, que “coincidió” con la posición de la CONAIE y la mayoría del pueblo ecuatoriano – este cambio de posición ocurrió al pasar a la segunda vuelta electoral – en la que venció. El entonces candidato Correa quedaba así a tono con las expresiones políticas de la izquierda social, que ya enarbolaba también la bandera de la Asamblea Popular Constituyente, con el apoyo de las Asambleas barriales de Quito y más de 70 organizaciones aglutinadas entorno a la CONAIE.

Correa y sus seguidores hábilmente acogieron también la iniciativa de Eduardo Delgado y el Movimiento Gente Común de no presentar candidatos para la diputación y de votar nulo para estas dignidades, propuesta que luego se complementó con la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente.

El fenómeno político Correa y la Asamblea Constituyente son dos procesos políticos que no son posible verlos separados del proceso histórico general de la lucha iniciada muchos años atrás por el movimiento social ecuatoriano y el movimiento indígena como su principal componente. La heroica lucha de la mayoría del pueblo ecuatoriano se convirtió así en una vigorosa voluntad de cambio político, voluntad política convertida hoy en gobierno y Asamblea, voluntad política que también está presente en vastas regiones de América del Sur que están enterrando a los viejos regímenes.

La CONAIE, la Coordinadora de Movimientos Sociales, los frentes de trabajadores públicos (eléctricos y petroleros) entre otros diversos actores sociales y populares son los legítimos gestores de los nuevos procesos políticos que vivimos y por tanto sus auténticos protagonistas y fiscalizadores, más allá de su representación formal o mediación electoral.

La Asamblea Constituyente y lo que allí se decida bajo la mirada y la participación atenta de un pueblo soberano y digno como el ecuatoriano está y debe estar íntimamente vinculada con el sentimiento político de un pueblo que está opuesto a los proyectos de hambre. La dignidad se ha puesto a prueba a través de múltiples expresiones de rebeldía: paralizaciones, huelgas nacionales, levantamientos indígenas, protestas, manifestaciones en contra de las privatizaciones, revocatoria del mandato a tres gobiernos traidores. Hace pocos meses comenzó a cosechar victorias extraordinarias como la no firma del TLC, la caducidad de la OXY, y más recientemente las victorias electorales que llevaron a Correa a la Presidencia y a la mayoría de Alianza País a la Asamblea Nacional Constituyente.

La rebeldía popular buscaba un cauce. De las calles pasó a las urnas y se frustró eligiendo al “loco que ama” que poco después fue defenestrado, luego este mismo pueblo eligió a un “inteligente mandatario” que supuestamente sabía lo que tenía que hacer y que provocó el mayor atraco bancario de la historia que robó los fondos públicos y personales de los ecuatorianos, ganándose el repudio generalizado y la caída de ese gobierno en enero del 2000. Pero el poder oligárquico supo reorganizarse para seguir conduciendo el poder del Estado y frustró una vez más la esperanza y eligió como presidente a un joven militar que participó en el derrocamiento de Jamil Mahuad, junto a los indígenas, razón que erróneamente condujo al apoyo electoral.

La rebeldía popular tiene ahora un cause en la Asamblea Constituyente en la que si el gobierno se reclama ciudadano está obligado a aceptar la membresía de todos los ecuatorianos en el proceso constituyente con sus deberes y derechos, estimular la participación franca más allá de representaciones formales y arribar a acuerdos y consensos que permita la toma de decisiones democráticas. Dichos acuerdos en el proceso de reconstitución del país deberían darse en el marco previsto por la convivencia democrática o una vez más por un nuevo tipo de imposición frente a la que debemos estar vigilantes.


Coordinación General: José Luis Bedón
Consejo Editorial:
Luis Macas
Patricio del Salto
Ricardo Ulcuango
Alicia Vacacela
Fernando Sarango
Blanca Chancosa
Floresmilo Simbaña
Edición Electrónica: Marc Becker

Bolivia: el inminente golpe


Antonio Peredo Leigue*
12 de septiembre de 2007

Junto a la conspiración para “matar al indio’e mierda”, se riega el rumor de un golpe que ya está preparado y sólo falta uno o dos pretextos que lo justifiquen. Tampoco puede faltar la insistencia en que habrá una inflación desatada; las transnacionales aprovechan para declarar, con mucha seriedad, que invertirán cuando desaparezcan las señales de inseguridad económica en el país.

Si se echa un vistazo a la realidad, nada de esto tiene consistencia. No hay condiciones para que suceda una u otra cosa; en realidad, para que ocurra todo, porque se trata de que se produzcan estos acontecimientos en forma sucesiva. Es la teoría del dominó, tan grata a la «inteligente» CIA: basta derribar una ficha, para que las demás caigan.

Pero en su plan, hay un factor que no PODEMOS ignorar. Se trata de repetir y repetir una mentira, hasta hacerla realidad. Es que, de tanto escuchar el mismo rumor, terminamos por no darle ninguna importancia, lo que permite que siga difundiéndose sin desmentidos. Nos cansamos de demostrar su falsedad y dejamos que sigan propagándola. Porque hay grupos, los que tienen el poder económico, que creen en estos rumores; peor aún, contribuyen a hacerlos ciertos.

PLAN DE ASESINATO

Que circule un panfleto convocando a matar al presidente Evo Morales, es algo que hemos registrado desde hace más de un año. Ésta podría ser una repetición, sin más importancia que las anteriores. Tiene todos los elementos encontrados en los anteriores: propuesta desfachatada, incitación al odio, mentiras descaradas. Pero llama la atención algo distinto: simultáneamente, han circulado miles de copias impresas, llegó a otros tantos correos electrónicos y se envió a los mandos policiales y militares. Parece indicar que, esta vez, la apuesta es mayor.

Porque, si se tratara de asesinar al Presidente, no se haría tanta difusión. Lo que buscan es que se redoblen medidas de seguridad; intentan, con eso, que haya reacciones enérgicas y, si es posible, que haya una víctima.

En esas circunstancias, puede desatarse el resto de la trama.

¿Consecuencias? No importa cuáles sean. Lo importante es recuperar sus prebendas.

PREPARATIVOS DEL GOLPE

Un golpe de Estado, como registra la historia de Bolivia, apenas sería un dato más. Nadie se espantaría con que, aquello, suceda en este país de tantos sucesos sangrientos.

Al menos, así creen, o al menos pretenden creer, los confabulados. No quieren tomar en cuenta la opinión internacional que los condenaría. O, ¿quizás somos demasiado optimistas? Realmente, ¿estamos seguros que habrá un indiscutible repudio en todo el mundo?, ¿al menos en América Latina?, ¿algunos gobiernos de países vecinos se contentarían con una declaración?

Aún si mantenemos el convencimiento de que habrá una reacción de todos los países, no descartemos la posibilidad del golpe. Ocurrido éste, eliminados los elementos indeseables, los golpistas pueden mostrar arrepentimiento y pedir disculpas, convocando a elecciones de inmediato. Así todos quedan en paz, la democracia queda «restituida», “matar al indio’e mierda” desapareció y la mega banzerista volverá al gobierno.

¡Que nadie se duerma en sus laureles!

LA INFLACIÓN COMO COSTO

Pero, el plan no terminaría ahí. Como los grupos de poder no robaron el erario nacional durante todo este tiempo, lo harán a manos llenas. La justificación está cantada: el gobierno de Evo Morales es culpable; dejó vacías las arcas fiscales.

Asistiremos entonces, a la eliminación de las medidas de cambio implementadas hasta ahora, una tras otra. Las organizaciones sociales quedarían descabezadas. La fácil fórmula del «terrorismo por decreto» serviría para condenar a quien se opusiera.

¿Seguimos? La relación podría ser larga, pero el que esté interesado puede leer la historia.

DESPIERTOS Y VIGILANTES

No es ocioso hacer este recuento. Tampoco se debe a temor ni resignación. Tiene el propósito de alertar a quienes, como la mayoría del pueblo, están comprometidos con este proceso de cambio.

La cuestión de la autonomía y el traslado de sede de gobierno, son banderas agitadas, no con el afán de satisfacer demandas, reivindicaciones o anhelos. Se trata de mantener un clima tenso como caldero en el que vaya cociéndose su tenebroso plan.

No hay que permitirles llevarlo adelante. No hay que caer en su juego. Es importante mantener la calma.

Una calma vigilante.

Altercom*
Agencia de Prensa de Ecuador. Comunicación para la Libertad.
Antonio Peredo Leigue
Periodista y profesor universitario boliviano. Es Senador Nacional por el MAS. Fue
director del Semanario Aquí y en las elecciones de 2002 fue candidato
vicepresidencial con Evo Morales


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El movimiento indígena y el actual proceso de transición


Floresmilo Simbaña1

Para muchos se ha vuelto lugar común decir que en la actualidad el movimiento indígena, y más concretamente la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE, atraviesa una fuerte debilidad, que ya no tiene la capacidad de movilización como en los años 90.

Los argumentos mas recurrentes para fundamentar tales aseveraciones se detienen básicamente en tres aspectos: a) el desgaste de legitimidad provocada por la participación de la CONAIE en el gobierno de Lucio gutiérrez, b) la debilidad e incoherecia de los dirigentes, y, c) lo que algunos califican de inclinaciones “etnocentristas” de la propuesta de Plurinacionalidad.

Sin bien lo anotado tiene algún asidero en la realidad, son argumentos y líneas de análisis absolutamente insuficientes para entender las actuales condiciones del movimiento indígenas, sobre todo si éstos son vistos por fuera del contexto general del proceso.

Sin lugar a dudas, la actual CONAIE no es la misma de los años 90, pero también es distinta la presente realidad nacional e internacional. Cuando nace en 1986, como representante nacional de las doce nacionalidades indígenas existentes en el paí2, lo hace asumiendo la herencia sociopolítica y orgánico-estructural de las luchas del mundo rural que enfrentó las dos “reformas agrarias” del 1964 y 1973. A partir del primer levantamiento indígena de 1990 asume la lucha antineoliberal en el marco general del campo popular.

Hasta mediados de los años 90 la CONAIE despliega sus fuerzas para resolver los conflictos de tierras y territorios que venían desde los años 60; todos o casi todos entrabados en largos, costosos y conflictivos proceso sociales y judiciles. En medio de un proceso extendido y sostenido de movilización y negociación la mayoría de esto conflictos se fueron resolviendo en diferentes y condiciones.

Uno de los hechos que podemos ubicar como punto de viraje del proceso del movimiento indígena y de las circunstancias sociopolíticas del país en lo rural, es la puesta en vigencia en 1994 de una nueva Ley Agraria promovida por la extrema derecha liderada por el entonces diputado Jaime Nebot, y apoyada por el gobierno de Sixto Durán Ballén, cuyo objetivo capital era promover el libre mercado de las tierras, incluidas las comunitarias, y la privatización de los recursos naturales, principalmente del agua. Como respuesta inmediata la CONAIE lanza su segundo levantamiento, con que logra hacer retroceder dicha Ley y negociar una nueva. La Ley de Desarrollo Agrario que finalmente entró en vigencia cambió en buena medida la anterior; para utilizar el lenguaje del ajedrez, esta coyuntura dejó en tabla el conflicto entre el movimiento indígena y las fuerzas neoliberales del agro, junto al capital internacional.

Hasta ese momento la dinámica política del movimiento indígena por el conflicto de la tenencia de la tierra y territorios provocó el enfrentamiento directo con el capital nacional y el Estado.

A partir de la segunda mitad de los años 90, con una crisis económica en alza y una vez “pacificado” el campo, las comunidades indígenas y campesinas se ven urgidas de hacer producir la tierra. En estas circunstancias es cuando el Estado (en mínima medida)y fundamentalmente la cooperación internacional (ONGs) intensifica la “inversión” en la micro y pequeña producción, cabe mencionar la experiencia del proyecto PRODEPINE3 financiado por el Banco Mundial, el FIDA y en menor medida el Estado, cuyo fondo para diez años ascendía a 50 millones de dólares. Pero todos esos proyectos e iniciativas entraron en crisis ya que no abordaban todo el ciclo productivo: producción-comercialización-reinversión, que es la parte más compleja. A esto se sumó la introducción al mercado interno de productos más baratos provenientes de Perú, Colombia y EEUU, y sobre a partir de la dolarización.

El Estado y los gobiernos de turno no aplicaron política para evitar la crisis de éstos sectores; al fin y al cabo al capital no le interesaban los indígenas y campesinos como productores, sino como consumidores, mano de obra barata y movible (migrantes en el interno y exterior)

Bajo esta realidad el sector rural agrario y artesanal queda socio-políticamente enfrentando al mercado, y a través de este a la sociedad urbana no indígena pero no al Estado ni al capital de manera directa; de tal manera que el conflicto poítico-económico es visto más como un problema sociocultural, o al menos así lo perciben varios sectores y organizaciones campesino indígenas.

Este movimiento general de la realidad y de sus condiciones económicas, políticas e ideológicas4 implicó que al interior de la CONAIE la tendencia histórica5 sea desplazada de la mayoría de instancias de conducción. La llegada de Antonio Vargas a la presidencia de la organización en 1996, y con él varios individuos y sectores de las organizaciones indígenas de la costa, amazonía y también de la sierra, contrarias a la tendencia históricas, expresa ese viraje. Esta tendencia que se hizo representar por Vargas redujo el conflicto cultural a un problema étnico, dándole a éste un rol que el proyecto de plurinacionalidad nunca contempló; de hecho el proyecto político de la CONAIE de 1994, plantea que el problema cultural es ante todo “un problema económico-político estructural, y por lo mismo un problema”; es decir que el problema cultural y reconstrucción de los pueblos indígenas se resolverá sobre una base material que cambie el sistema capitalista, por eso el proyecto político en su parte declaratoria define a la CONAIE como anticapitalista.

Esta tendencia que podemos llamar etnicista intento, a través de sus cuadros dirigentes e intelectuales indígenas y no indígenas6 reformar o “actualizar” por dos veces e proyecto político, en1999 y 2002, alejándole lo mas posible de su filo radical y de izquierda. La base teórica de ese cambio fue reemplazar la categoría problema cultural por el de problema étnico, dándole a esta no sólo un valor de análisis, sino todo, categoría para la elaboración de acción política.

La tendencia histórica, en buena medida, perdió la iniciativa política como consecuencia también de la crisis generalizada de la izquierda, pero sus críticas se ventilaban de varias maneras. Así Luis Macas en el 2001 publica un editorial donde acusa a los dirigentes de esa época y particular mente a aquella tendencia etnicista de propiciar el neoliberalismo a través de proyectos productivistas: “este proyecto “Prodepine”, se ha ido consolidando al interior den las estructuras organizativas del movimiento indígena ecuatoriano, como uno de sus peligros más amenazante. Este proyecto replica los objetivos estratégicos del Banco Mundial, al interior de la lógica de uno de los actores más importantes del momento actual, el movimiento indígena. La dinámica que genera este proyecto se enmarca dentro de los parámetros del asistencialismo y el desarrollismo, así como de la generación de estructuras tecno-burocrática que se consolidan como estructuras de poder al interior del movimiento indígena ecuatoriano. Resultando técnicos que provienen del mismo movimiento indígena, y dotándoles de capacidad de gestión y negociación este proyecto se convierte en una correa de transmisión entre el Banco mundial y su proyecto neoliberal, y los pueblos indios del Ecuador”.7

Pero estas nuevas condiciones históricas no afectaron a la CONAIE, vemos en este mismo periodo que la FENOCIN quedó sin capacidad de acción propia, a lo mucho realizó mínimas movilizaciones contra el TLC en medio de ferias productivas.

La historia y la propia dinámica del movimiento indígenas lo alejó de su lucha histórica, y es la ella misma la encargada de volver a ponerlo en su verdadero cauce.

El internacional para su desarrollo y sostenimiento necesita urgentemente de la mayor cantidad de recursos naturales; para obtenerlos no se mide en uso de ningún medio, incluso la guerra y las invasiones militares, tal es el caso de Afganistán, Irak Somalia y la pretendida en Irán. En América Latina ha recurrido a agresivas privatizaciones de grandes extensiones territoriales en todos los países.

En Ecuador sobre todo entre 1996 y 2004 los sucesivos gobiernos dieron en concesiones mineras, petroleras, hídricas hidroeléctricas y de “manejo de biodiversidad”a empresas privadas y ONGs nacionales y sobretodo transnacionales más de seis millones de hectáreas de territorio, principalmente páramos y bosques nativos. Estas concesiones fueron hechas lesionado la propiedad privada, comunal y pública y afectando directa e indirectamente a comunidades y pueblos indígenas y campesinos. Sumando a esto la pretendida firma del TLC entre Ecuador y EEUU en los gobiernos de Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio llevo al mundo rural a enfrentarse nuevamente y de manera directa con el capital (ahora abiertamente a nivel internacional ) y al Estado. La lucha contra el TLC permitió rearticular al movimiento indígena desde un enfoque más político; ello implicó el debilitamiento (no hablamos todavía de su derrota) de la tendencia etnicista y el inicio de la rearticulación de la tendencia de izquierda. Cabe anotar que este es un proceso todavía incipiente y lleno de contradicciones.

Este nuevo momento llevó a la presidencia del ECUARUNARI a Humberto Cholango y al de la CONAIE a Luis Macas, representantes de dos generaciones de la tendencia histórica. Con estas nuevas condiciones se enfrenta un proceso de rearticulación y reconcentración interna, que ha permitido el ingreso a la CONAIE de nuevas organizaciones indígenas y no indígenas, así como firmar alianzas con sectores políticos del proyecto y la plurinacionalidad, impulsar la creación de la Coo9rdinadora Andina que agrupa a organizaciones de Colombia, Perú Bolivia, Chile y Ecuador. También se vive niveles se cambio en las bases organizativas, ahora también están comunidades y organizaciones cuya base socio-productiva es la producción-comercialización comunitaria, en algunos casos preferentes enfocados a la exportación. A sí fue como derrotó al TLC.

El tropiezo que significó el resultado electoral del 2006 expresa la pugna política interna de un proceso de transición y no únicamente la debilidad de los dirigentes o del candidato.

No tenemos el espacio suficiente en este medio para realizar el análisis adecuado del momento actual, sólo anotaremos que esta nueva realidad marcada por el retroceso del neoliberalismo, el gobierno de Rafael Correa y el nuevo momento del movimiento indígena nos indica que estamos viviendo un proceso de transición histórica, cuya orientación definitiva dependerá del movimiento general de la política internacional, cuyos principales factores determinantes son las respuestas que EEUU y Brasil puedan dar, sin descartar el papel que pueda jugar Europa, incluso China, en medio de estas fuerzas la política que Correa aplique como parte de la tendencia regional de gobiernos progresistas (Venezuela y Bolivia principalmente), y, de que el movimiento indígena consolide su rearticulación política y unidad con el campo popular para enfrentar este proceso de cambios.

Históricamente se ha demostrado que todo proceso de cambios profundos, más si estamos hablando de revolución, exige como condición indispensable la participación de la sociedad en su conjunto, y en esa medida requiere obligatoriamente la unidad de lo rural y urbano, cuya expresión en este proceso que el Ecuador esta viviendo significaría el acercamiento que pueda tener el movimiento indígena y el gobierno de Correa (que potencialmente es expresión de un resurgir de procesos socio-organizativos urbanos).
Pero mucho dependerá de cómo enfrenten el proceso constituyente en marcha (a nivel del proceso electoral, propuestas y acciones dentro de la Asamblea Constituyente), y sobre todo, de las acciones que se emprendan para demostrar el neoliberalismo en el campo, principalmente en lo que se refiere a las concesiones de territorios a los intereses privados, porque es imposible pensar en construir un país democrático, justo y equitativo, más si decimos construir el socialismo del siglo XXI, con la mitad del territorio ecuatoriano en manos de empresas privadas y del capital internacional.

1. Ex dirigente de la CONAIE. Actualmente es responsable del departamento de Tierras y Territorios de la ECUARUNARI e instructor de la Escuela de Formación de la misma organización.

2. Las 12 nacionalidades indígenas que históricamente viven el Ecuador son: Kichua, Shuar, Achwar, Waorani, Secoya, Zapara, Siona, Cofán, Awa, Ëpera, T´zachila y Chachi.

3. PRODEPINE: Proyecto de desarrollo para los Pueblos Indígenas y Negros. Creados en 1997.

4. Recordemos que en esos años, obre todo en la segunda mitad de los 90, las crisis de la izquierda como corriente política, teórica e ideológica estaba en sus monto de mayor profundidad tras la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS.

5. Esta tenencia se identifica por sus posiciones de izquierda que reafirma propuestas políticas emancipatorias, libertarias y criticas al capitalismo. Aquí no solo están los viejos dirigentes, sino también los nuevos cuadros que participan de una u otra manera.

6. En necesario mencionar que estos recibieron gran apoyo político incluso e económico de varios sectores, empezando por los gobiernos, principalmente de Bucaram, Mahuad, Noboa y Gutiérrez, ya sea otorgándoles proyectos puesto burocráticos, pero también fueron apoyados por ONGs nacionales e internacionales y medios de comunicación, quienes crearon ficticiamente los llamados “nuevos lideres”.

7. Boletín RAYMI. Publicaciones del Instituto Científico de Cultura Indígenas ICCI.2001.


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