Bienvenidos al "Instituto de Ciencias y Culturas Indígenas"
Los griegos decían que el deporte es una actividad indispensable para la vida, pensaban que la actividad física fortificaba el cuerpo y mantenía despierto al espíritu. También lo relacionaron con el saber, ellos afirmaban que el deporte era una virtud que se relacionaba con la producción de conocimientos al servicio de la polis. En otras sociedades, como la de los romanos, en cambio, luego de tener cruentas guerras con sus adversarios convertían a sus prisioneros en esclavos, los mismos que eran destinados para diferentes actividades entre las cuales estaba una forma de deporte sangriento, pues los esclavos debían enfrentar como gladiadores a los tigres o leones en el famoso coliseo romano durante un espectáculo de 100 días.
Si para los griegos el deporte era una actividad noble de todo ser, en el caso de la Roma antigua, el deporte o una forma de este, era una actividad para el disfrute del César y de su corte, es decir, era una actividad relacionada con el poder, aunque el espectáculo era gratuito.
Con este pequeño antecedente, a propósito del deporte cómo podemos mirar el fútbol en nuestra sociedad? Qué es lo que tiene este deporte que agita y concentra a las masas? Es solamente un hecho psicológico o tiene connotaciones sociopolíticas?
En primer lugar, deberíamos tener presente que en casi todas las selecciones la mayoría de nuestros futbolistas, han pertenecido y pertenecen al pueblo afroecuatoriano, una minoría a la sociedad mestiza de los estratos sociales bajos, no así los directivos que en su mayoría tienen vínculos con los grupos de poder.
También debemos recordar que la mayoría de nuestros futbolistas integrantes de la selección, pertenecen a los sectores sociales más abandonados y explotados como son el Chota o Barrios marginales de Esmeraldas, entre otros, lugares en donde no existen los servicios sociales básicos ni infraestructura alguna. Sin embargo, es ahí justamente, bajo esas condiciones, en donde los niños y los jóvenes con la pelota de trapo o con el balón roto y sobre una cancha de tierra a veces improvisada con líneas imaginarias, labran una esperanza en cada partido y en cada gol, con el fin de llegar a tener una vida digna para sí y para su familia, ya que las oportunidades para recibir una verdadera educación acorde con su cultura y con los adelantos tecnológicos, generalmente no son una prioridad de los gobiernos y de las autoridades del país.
Entonces cuando juega nuestra selección, de hecho se produce una identificación social entre los sectores sociales pobres y los futbolistas, hay una identificación simbólica entre la frustración del pueblo y la victoria del fútbol. Los niños construyen sus ídolos en los grandes defensores o goleadores, en los números 9 o 10 de las camisetas de los mejores futbolistas, los jóvenes se identifican con la alegría y el coraje que implica un gol a favor o en contra, otros ven caer sus lágrimas de la emoción de ver a nuestro país en un mundial y compitiendo con el fútbol de los países desarrollados, en fin, es como si los pobres, bajo ciertas condiciones organizativas y sociales, si podemos cambiar una historia centenaria de impedimentos y de postergación, en eso se reflejan el trabajo y el esfuerzo de algunos directivos, de todos los futbolistas como Agustín Delgado, Alex Aginaga, Cevallos, etc. y del Bolillo Gómez.
Ahora, sin duda, que las victorias de los futbolistas y del deporte en general no se vive de igual manera en los sectores sociales dominantes, porque muchos de ellos que se hallan relacionados con el fútbol, son empresarios y lo primero que les interesa son los resultados económicos que les puede traer, para lo cual condicionan los resultados deportivos, es decir, primero es el negocio y luego el deporte. Probablemente, esta es la faceta más difícil y dura de aceptar, porque todo gira en torno a un negocio. Blatter reelegido con un sueldo más alto que un presidente de cualquier nación, representantes de futbolistas que a veces, en las transferencias ganan más que los propios futbolistas y futbolistas estrellas cuyos pases en millones de dólares contrasta con la realidad de sus propios hermanos y con la de su pueblo. Por lo tanto, la identificación con el fútbol, puede ser entendido como un rasgo de identidad con diferente significado social para las masas y para los sectores pudientes.
Pese a estos hechos positivos y negativos que nos da el fútbol ecuatoriano, no se pierde la emoción de haber visto a nuestra selección en el primer mundial de su historia, hecho que será inolvidable y que contrasta con la demagogia, la ironía, la tragedia y la fatalidad en la que nos han sometido los politiqueros de siempre, en base a ofrecimientos vacíos de pan, techo y empleo para el pueblo, por ello, en este contexto de crisis social y económica que atraviesa nuestro país, la clasificación al mundial, aunque no pasemos a la siguiente fase, nos reanima momentáneamente el espíritu de unidad, nos imparte alegría y fuerza y, nos confirma que con conducción, organización y esfuerzo colectivo, si se puede construir una sociedad más justa y solidaria.
Esta tarea será posible, siempre y cuando reconozcamos otros referentes e identidades culturales, sociales, regionales y ante todo lo dicho; los consensos desde todos los sectores y actores del país. Además el fútbol contribuye a construir la identidad, pero no es la determinante; existen también otros valores históricos que deben ser considerados importantes en la construcción de un estado cultural y linguísticamente plural y socialmente justo y solidario.
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La Organización Nación Purhépecha Zapatista (ONPZ) es una organización integrada desde 1996 por hombres y mujeres de distintas comunidades del pueblos purhépecha que recoge la experiencia de lucha que por siglos han venido sosteniendo nuestras comunidades; y tiene como propósito acompañar la lucha de las comunidades en la solución de sus viejas demandas históricas, así como del respeto y reconocimiento de los derechos fundamentales de los pueblos indios como son el de la tierra y el territorio, la autonomía y la libre determinación; por un sistema jurídico propio; por el derecho al desarrollo integral y el derecho a la ciencia, la cultura, salud y educación a partir de lo propio. En síntesis, la ONPZ al igual que otras organizaciones indígenas, lucha por una nueva relación entre el Estado y los pueblos indígenas en un marco de equidad y de justicia, es decir por un nuevo proyecto de nación que incluye a los pueblos indios como nuevos sujetos de derecho.
En esta lucha histórica la ONPZ reconoce la invaluable participación de la mujer, pero no subordinada al varón sino como protagonista y actora de primera línea en este proceso de lucha, por lo tanto reivindicamos a la mujer que lucha por construir un mundo mejor y relaciones más igualitarias con sus semejantes.
La ONPZ como organización y como acción práctica concreta desarrolla algunos proyectos de carácter productivo, talleres sobre derechos de los pueblos indígenas, derechos humanos, de la mujer y alfabetización popular.
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Tomasa Sandoval Ceras
1.- INTRODUCCIÓN
Pareciera ser ocioso, pero consideramos necesario volver a insistir en que a más de 508 años de la invasión europea, la sobrevivencia de los pueblos indígenas se mantiene en condiciones de miseria, marginación, explotación, manipulación, discriminación y opresión histórica, que se reflejan actualmente en la existencia de relaciones asimétricas y de desigualdad entre los pueblos indígenas y la sociedad dominante. Este proceso también se ha caracterizado como un proceso de genocidio y etnocidio contra los pueblos originarios del continente conocido como América. Es decir, a raíz de la conquista, colectivos (incluyendo hombres y mujeres) hemos sido excluidos de los grandes proyectos e nación. Ni en la colonia, ni en la independencia, ni en la reforma, ni en la revolución mexicana, ni en el actual proyecto neoliberal ha habido un lugar digno para los pueblos indígenas de México. Sin embargo, este proceso de exterminio no ha logrado acabar con nuestros pueblos; por el contrario, la historia no oficial registra muchos momentos de resistencia, de lucha y rebelión (1994 EZLN) de los pueblos indígenas, por más de 500 años, en contra de la invasión del esclavismo, del colonialismo, del liberalismo, del capitalismo y del neoliberalismo, no solo para defenderse del trabajo forzado y los despojos, como antes, no solo para recuperar las tierras arrebatadas o lucha contra los tributos y los altos impuestos, sino actualmente para demandar el reconocimiento constitucional de los derechos como pueblos indígenas.
2.- LOS PUEBLOS INDÍGENAS Y EL DERECHO DE AUTONOMÍA
La autonomía es parte del conjunto de derechos que corresponde ejercer a los pueblos indígenas como lo establece el Convenio 169 OIT, que se contempla con otros derechos como el de la tierra y territorio, sistema normativo propio, etc. El derecho a la autonomía es una demanda central del movimiento indígena nacional y del propio EZLN que nosotros y nosotras consideramos tiene su fundamento en dos principios jurídicos: el primero que señala que el que es primero en tiempo es primero en derecho, razón que les corresponde a los ahora llamados pueblos indígenas, por existir mucho antes de la conformación de las «sociedades nacionales» derivadas de la invasión europea. El segundo principio, es el de la libre determinación que se expresa de manera concreta a través del ejercicio de distintos niveles de autonomía y autogobierno de sociedades específicas denominadas pueblos indígenas. Para ser más precisos, la autonomía es la facultad que tienen los pueblos de decidir su propio destino, considerando su pasado y previendo su futuro; como se estableció en el Foro Nacional Indígena en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en enero de 1996: «la autonomía es una distribución de competencias entre distintos ámbitos de gobierno que van desde lo comunal, municipal y regional y debe ser reconocida como una diversidad de modelos y niveles de acuerdo a las necesidades y condiciones de cada pueblo integrando el derecho a la territorialidad, al autogobierno, al ejercicio pleno de nuestros sistemas jurídicos; al desarrollo económico, social, cultural y el control de nuestra seguridad interna». O como se establece en los Acuerdos de San Andrés Sacamch’en de los Pobres, Chiapas, firmados entre el Gobierno Federal y el EZLN en febrero de 1996, en que reconocidos los pueblos indígenas como nuevos sujetos de derecho: «el derecho a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía asegurando la unidad nacional. Podrán, en consecuencia, decidir su forma de gobierno interna y sus maneras de organizarse política, social, económica y culturalmente».
Posturas similares comparten el Congreso Nacional Indígena y muchas otras organizaciones indígenas del país.
En este sentido es infundado el temor de algunos sectores de la sociedad nacional de un supuesto separatismo de los pueblos indígenas y una supuesta fragmentación de la unidad nacional.
3.- LA AUTONOMÍA Y LA CUESTIÓN DE GÉNERO
Señalábamos al principio que se observan relaciones asimétricas entre los pueblos indígenas y la sociedad nacional, caracterizadas por una enorme subordinación de los pueblos indígenas hacia la sociedad dominante o nacional, estas relaciones de desigualdad permean a todas las sociedades indígenas y repercuten más, nuevamente en las mujeres, al grado de expresarse en lo que se caracteriza como una triple opresión. En el momento actual, las mujeres indígenas viven en condiciones de extrema pobreza, trabajo no remunerado, alto grado de analfabetismo e insalubridad, violencia intrafamiliar, prácticas y costumbres patriarcales y lesivas a su condición de mujeres, negando todo valor a su actividad y dando mayor reconocimiento al trabajo del hombre. Hoy hemos tomado conciencia de que esta situación es injusta y se requiere construir relaciones con trato justo y digno para todas y todos. Hoy alzamos la voz para reclamar que también tenemos derechos específicos dentro de la sociedad, porque somos a la vez: amas de casa, agricultoras, artesanas, comerciantes, cuidadoras de ganado, cuidadoras de los escasos bienes, cuidadoras de los hijos, transmisoras de cultura, depositarias de valores, hasta jefas de familia al quedarnos solas por la migración o el abandono. Por eso insistimos en una nueva relación en que haya autonomía para las mujeres indígenas, que nos permita ser escuchadas en las asambleas comunitarias y asumir cargos, tener derecho a la tierra en forma directa, tener derecho a la capacitación en todos los aspectos, a construir espacios propios y la organización como mujeres para caminar conjuntamente con nuestros compañeros en la construcción de nuestras relaciones con equidad y justicia. Por ello nos unimos al llamado que se hace en los mismos Acuerdos de San Andrés que señalan lo siguiente: «Por la triple opresión que padecen las mujeres indígenas, como mujeres, como indígenas y como pobres, exigen la construcción de una nueva sociedad nacional, con otro modelo económico, político, social y cultural que incluya a todas y todos los mexicanos».
4.- EXHORTACIÓN A LOS PARLAMENTARIOS Y AL GOBIERNO FEDERAL
El momento actual que viven los pueblos indígenas de México es crucial, pues ofrece dos escenarios: o se avanza en el reconocimiento pleno de los derechos como pueblos indígenas o nuevamente seremos excluidos del gran proyecto de nación. Hoy existen condiciones para iniciar una nueva relación entre los pueblos indígenas, los poderes de la Unión y la sociedad nacional en un marco de justicia y equidad para todas y todos. Es necesario empezar a saldar dignamente la enorme deuda histórica que se tiene con nuestros pueblos indígenas ya que gran parte de la riqueza nacional se ha construido con el trabajo, con el esfuerzo y la sangre de nuestros hermanos y hermanas indígenas.
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Ménthor Sánchez Gambóa
Con qué procesos de dominación se relaciona la historia de nuestras Nacionalidades y Pueblos y sus respectivas culturas? Cuáles han sido sus principales acontecimientos?
Uno de ellos, sin duda, es aquel ocurrido desde mediados del siglo XV en adelante, en donde se produce un hecho histórico en el mundo, dicho acontecimiento tiene que ver con la invasión de España a nuestros territorios, con la expansión de dicho imperio y con la imposición de una cultura, de un lenguaje, con una forma de ver y entender el mundo y con la destrucción parcial de otra cultura y otro mundo. También se relaciona con procesos de aculturación forzados y con el asiento de los primeros centros urbanos que darían lugar a las futuras ciudades hechas a imagen y semejanza de la arquitectura española, de su concepción y administración política.
Esta confrontación cultural evidencio la existencia de dos mundos opuestos, con ordenes sociales y políticos diferentes. El uno estaba en plena consolidación del sistema capitalista, mientras que el nuestro, se caracterizaba por ser una sociedad comunitaria y equitativa.
Como antecedente, podemos decir que para finales del siglo XVI la Corona española venía sufriendo una profunda crisis económica, debido a sus ambiciones expansionistas que implicaron un presupuesto exagerado para mantener sus conflictos bélicos, además, estaban al orden del día los conflictos religiosos entre protestantes y católicos. En este contexto las relaciones comerciales ilegales que España llevaba adelante con el Centro y el Sur del continente, también entraron en crisis, un indicador de esto fue la quiebra de los mercaderes más poderosos que se desató desde 1562 hasta 1567 (1), igual cosa sucedió en 1576 (2) con los dos bancos de Sevilla que trabajaban con capital extraído del Mundo Andino, producto de la comercialización del oro, la plata, cueros, cochinilla, esclavos, etc.
Entonces un primer elemento que está presente es que antes de los procesos de invasión, España atravesaba una profunda crisis económica y política que ponía en riesgo la estabilidad de la monarquía y de la sociedad, por ello se busca mecanismos de solución, entre los cuales, el principal es la guerra.
Luego, esta crisis de la Corona española se fue relacionando con los problemas de la producción en nuestros territorios ancestrales, con la ubicación de las minas, con la falta de mano de obra calificada para su explotación, con las dificultades de la circulación de mercancías por la enorme distancia entre España y el Mundo Andino, con las trabas del mercado que al no tener el metálico fresco, las ventas se realizaban a plazos, a esto se suma, una administración burocrática y la enorme corrupción de todos los agentes de la producción que burlaban los tributos o impuestos al rey.
De otro lado, las autoridades religiosas y políticas, representadas por el rey y el papa, en el discurso aparecían como verdaderos creadores, defensores y salvadores del orden civil y espiritual de los runacuna; pero en la realidad concreta, una cosa eran sus enunciados de buena voluntad con el cuidado y trato a los indígenas y otra era la aplicación de sus instrumentos y mecanismos para la extracción de la riqueza violando todo tipo de derechos humanos, económicos y sociales.
Esta maquinaria política, para el ejercicio de su poder, creó toda una red social conformada por las autoridades de la Audiencia de Quito, de las regionales; los encomenderos y la iglesia católica, es decir, el poder político en pleno estaba repartido en la autoridad civil, económica y religiosa. Esta red estaba en contacto con el poder español, desde donde venían las últimas decisiones que pasaban por el Virrey como representante político del Rey. Era esta red la encargada de la expropiación territorial a los pueblos indígenas, de la ubicación, selección y erradicación forzada de los indígenas de sus respectivas poblaciones como mano de obra esclava y barata para las minas y otros trabajos; esta red era la responsable de la destrucción de los centros espirituales y de la persecución y eliminación de los líderes espirituales y políticos.
Si bien, desde el lado de los invasores, esto es para el poder español, la religión católica, los militares, comerciantes, letrados y pequeños usureros; este hecho fue y en algunos casos sigue siendo asumido como algo divino, como el milagro caído del cielo para alivianar las escuálidas arcas fiscales del imperio, como el «descubrimiento» mayor de la historia de occidente y como la fecha póstuma de la iglesia católica que se regocija con la conversión de los «incultos e ignorantes indios» en la docta doctrina cristiana; para el mundo andino, en cambio, el milagro, pronto se convirtió en dolor, el descubrimiento en encubrimiento de la violación de los más elementales derechos de los pueblos y de sus habitantes y, la salvación espiritual o individual de las almas se torno en la esclavitud de millones de runas.
Vale decir también, que detrás de aquel modelo arquitectónico del Cabildo, la Iglesia, el hospital, la cárcel y la plaza que se trajo de la urbanización europea, también se esconde todo un proceso de expropiación territorial, una historia de aculturación, un desenfreno incontrolado de acumulación de capital colonial y poscolonial; y una lucha histórica de resistencia de las Nacionalidades y Pueblos. Fue este poder colonial y sus representantes, los responsables de haber impuesto la visión occidental de religiosidad, de gobierno, de cabildos, de ciudadanía, de Estado y de nación; cuyas realidades y conceptos han pretendido ser universalizados en todo el continente, a veces negando o desconociendo y tratando de eliminar a las culturas originarias de Abya-Yala o de los territorios ancestrales.
La articulación y relación de lo político-religioso en la colonia se convirtió en la estructura material y visible de dominación, en una jerarquía social, en una red política, en un tipo de autoridad y discurso, se montó todo un aparato para el control, dominio y ejercicio del poder político, el cual desde sus comienzos, al estilo de las típicas monedas romanas ha tenido y tiene dos caras, la civil y la eclesiástica que se relacionan con el orden externo e interno, la ley terrenal y la ley divina, el socius y el individuo, el rey y el papa, la tierra y el cielo, la carne y el espíritu o la misma moneda metálica con diferente forma de acumulación a través del tributo y el diezmo.
Fue este poder político- religioso el responsable de la destrucción parcial de la cultura andina y de sus pueblos, de su sistema político, económico, espiritual, linguístico, y militar, es decir, de todo su ordenamiento social, que luego daría paso a la implantación de un nuevo orden social arcaico, hecho a imagen y semejanza del modelo capitalista occidental del siglo XV, pasando desde la sociedad esclavista a la sociedad pre-capitalista, que empezó como una extraña aldea en manos de las autoridades del Cabildo y de la religión católica, quienes eran los encargados de implementar la cultura del dinero, la escritura, la espada y la fe, a través de la cual, se nos ha querido hacer ver, escribir, leer, pensar y actuar como si solo existiese un mundo, una sola realidad y una sola cultura en base a enunciados de descubrimiento, salvación individual, educación, justicia y libertad.
La cultura del imperialismo-neoliberalismo
Actualmente, cómo se puede entender los diferentes cambios que se vienen presentando en el mundo y en nuestra sociedad?
En primer lugar, tales acontecimientos tienen que ver, en gran medida, con la esfera de la economía, con su dinámica, sus procesos y con las relaciones que se establecen con lo político, lo religioso y lo cultural.
Sin duda, estos procesos vertiginosos tienen su base en un tipo de sociedad, con un modelo de crecimiento económico, social y con un determinado tipo de gobierno y democracia, tal como sucede en este sistema capitalista, especialmente en los países desarrollados como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Japón, Italia, etc., que cada vez que se encuentra en crisis, intentan resolver la misma con una serie de medidas y mecanismos que tienen honda influencia en los países debilitados económicamente, como es el caso de Centro América y Latinoamérica.
Ya desde la década del ochenta, el sistema capitalista experimentó una crisis general, que sus voceros la han denominado como crisis energética, aduciendo el problema central a un movimiento desigual en los precios del petróleo, con esto el problema quedó reducido a un mal manejo administrativo y a una área específica; se dijo que era una crisis de la oferta, originada por la subida del precio del petróleo, que alteró las relaciones de intercambio entre los diversos países que mantienen relaciones comerciales; para lo cual, el remedio planteado fue la reducción de los salarios reales, con el fin de establecer el equilibrio económico y productivo.
Pero lo que en realidad sucedió fue una crisis propia del sistema capitalista, que ya venía adoleciendo desde los años setenta, básicamente en el área de la producción que llegó a tener una sobreproducción de mercancías sobre la demanda efectiva, lo cual creó un descenso de la tasa de beneficio de capital, que no promete seguir con la acumulación histórica de capitales. En este marco la denominada crisis energética fue un desate y no su origen, porque el desencadenante real fue la caída de la tasa de rentabilidad de capital, que como hemos dicho, compromete la acumulación capitalista; es por esta razón que los ideólogos y economistas dependientes del Estado capitalista han impulsado varias formas de remediar los problemas sociales, cuya propuesta de solución es el proyecto neoliberal a la crisis, cuya esencia consiste en elevar la tasa de rentabilidad de capital internacionalizando la economía de mercado a cualquier costo; hecho conocido en el mundo como la era de la globalización o el desarrollo pos-moderno.
Ante esto, las principales medidas que se ven obligados a tomar los gobiernos de turno son, en primer lugar, afectar a los salarios o directamente reducirlos; con la aclaración de que se reduce el salario pero no se reparte el excedente, hecho que termina demoliendo a toda la clase obrera, a sus respectivas familias y a la gran mayoría de la población indígena. Otra medida es la disminución del presupuesto del Estado en el área de prestaciones y servicios sociales, especialmente en salud, educación y vivienda, ya que el Estado los asume como salarios indirectos o más específicamente, como gasto y no como inversión.
A estas soluciones se suman la contrareforma fiscal, que no es otra cosa que la creación de impuestos directos e indirectos, es decir, impuestos dirigidos a la renta y al consumo generalizado; situación que va de la mano con la desregulación del mercado laboral, con la intensión de crear mercados competitivos interna y externamente, pero que se hallen libre de restricciones arancelarias y fiscales para que permita un flujo constante y eficaz en el intercambio de productos regionales o interregionales. Para esto a nivel interno, se necesita crear políticas adecuadas, un buen sistema administrativo y tener un sistema laboral flexible, libre de trabas, es decir, que el empresario no tenga obstáculos para utilizar la mano de obra calificada, esto es que pueda imponer la jornada y el tiempo de trabajo y establecer contratos temporales, lo cual implica eliminar o disminuir la capacidad negociadora de los sindicatos.
Otra medida que aparece como efectiva para resolver la crisis, es la venta masiva de las principales fuentes de riqueza de los países por medio de las privatizaciones de las empresas estatales o de las áreas estratégicas como el petróleo, telefónica, salud, educación, etc. Aquí, el supuesto que se maneja es que las empresas públicas representan un desperdicio de recursos para los Estados, debido a su burocracia, incompetencia y pérdida de recursos; por ello es mejor, la entrada de empresas privadas con capital externo e interno, que transformen la economía de una sociedad, que generen empleo y mejoren el servicio. En fin, es éste el panorama en el que se mueven los diferentes países latinoamericanos como Argentina, México, Brasil, Chile, entre otros, dentro del cual, Ecuador no es una excepción, sino que ha sido otro país más, presa del experimento neoliberal y que pese a las crisis en las que han entrado México y Argentina demostrando que el proyecto neoliberal, más que un remedio es una enfermedad crónica para los pueblos, el imperialismo y la clase dominante buscan imponer a cualquier precio su propuesta.
Otra vieja forma que tiene el capitalismo para resolver sus crisis, es acudiendo al uso de la fuerza, es decir, desatando una guerra contra quienes considera sus enemigos que ponen en riesgo la acumulación de riqueza en cualquier parte del mundo, porque para los grandes países capitalistas y para los monopolios internacionales, la globalización, quiere decir, el fin de la historia o más exactamente, el fin de algunas historias y los deseos de eternizar su historia, o sea el mantenimiento de la dependencia y explotación económica a los países pobres, el control geopolítico del mundo y de sus recursos y el sometimiento de todas las economías a las leyes del mercado.
Es justamente, a partir de esta lógica irracional de acumulación de capital y de generación de valor en pocas manos, que el neoliberalismo y su propuesta globalizante han creado toda una cultura posmodernista caracterizada por privilegiar a un tipo de individuo y a su narcisismo como base de la sociedad y no a la sociedad y al conjunto de sus relaciones; luego como ha dicho Marx, las relaciones entre las mercancías o las cosas en el mercado se han vuelto relaciones como si fueran entre seres humanos y las relaciones entre personas se han vuelto relaciones como si fueran entre cosas, es decir, se ha fetichizado las relaciones humanas, a tal punto, que valen más las cosas que las personas o el valor del hombre se mide por el valor de las cosas que posee; del mismo modo, la mayoría de individuos asumen y viven en el mundo de la ficción y del simulacro como si fuera el mundo real y concreto, porque se cree que las graves contradicciones sociales existen como si fueran problemas individuales o problemas que se dan solo en la imagen de la televisión y en la imaginación de la gente, es decir, no se profundiza en las causas reales de los problemas sociales y en los responsables de la misma, sino que se los traslada, se los explica o se los justifica como problemas personales dentro de un mundo de la apariencia cotidiana.
Otra característica más de esta cultura neoliberal, es el consumismo individual que es asumido como un status social o de prestigio y que es utilizado para segregar y excluir a los demás, no importa que el poder económico y adquisitivo de la clase dominante se haya obtenido en base a la explotación, al fraude, a la manipulación y al robo de los recursos pertenecientes al pueblo; lo que importa es comprar, acumular bienes, llegar al lujo, a la vanidad y al derroche como una virtud la clase burguesa, que tiene que ser aprendido como un valor por quienes quieren parecer como tales, olvidando su propio ser, su identidad y su cultura.
En estas condiciones, el neoliberalismo aparece como si fuera la única cultura existente e indiscutible, como si fuera una supra-cultura o una super-cultura por encima de las demás, para lo cual trata de imponer su verdad como una sola verdad basada en el mercado y que tiene que ser irremediablemente aceptada por los otros estados, gobiernos, sociedades y pueblos o sino los poderosos, el G-7 (3) arman sus alianzas y desatan sus guerras o todo un proceso de represión a escala mundial para someter a la fuerza a todos los países o movimientos sociales que se opongan a estas falacias y a estos procesos de dominación cultural, tal como ha sucedido en América Latina con Cuba, Granada, Nicaragua, El Salvador, Chile, etc., o como en el caso de Irak, Arabia Saudita, Palestina, etc.; de modo que el neoliberalismo, como estrategia de gobierno del capitalismo internacional, niega y se opone a la existencia de otros mundos y otras culturas o si los admite, busca a corto, a mediano o a largo plazo terminar funcionalizando o integrándoles a todas las culturas y a todos los representantes dentro de la lógica del sistema capitalista, hasta lograr que el planeta funcione como una aldea, con pequeñas sucursales en donde prevalezca un solo idioma, una sola moneda, una sola religión y una sola forma de sociedad y de gobierno elegidos y controlados desde el exterior en coordinación con los monopolios internacionales que imponen productos, fijan precios y se llevan los millones de dólares de ganancias a sus respectivos sacos que residen fuera de los países de donde se extrae la riqueza.
Pero la amenaza, el combate, la guerra y el genocidio emprendido por las grandes potencias, más que demostrar una condición de su fortaleza, demuestra la incapacidad de sus gobiernos y de sus instancias internacionales para llegar a acuerdos o consensos por la vía del diálogo y con la participación directa de los afectados; demuestra también la falta de credibilidad que tienen sus representantes en los espacios posibles de negociación; finalmente, el uso de la fuerza se puede mirar como un signo de la crisis social que vienen arrastrando dichos estados.
BIBLIOGRAFIA
Sans Lorenzo. Comercio de España con América en la época de Felipe II. T. I. Simaca Ediciones. Diputación Provincial de Vallodolid. 1986.
NOTAS
1. Lorenzo Sanz T I. 1986: 200,201,202.
3. El G-7, lo conforman E.U., Inglaterra, Alemania, Japón, Italia, Francia y España.
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