Boletín No 12

ICCI

Editorial

Descentralización, reforma del estado y proyecto estratégico del movimiento indígena

A partir del denominado «Consenso de Washington«, concebido, impulsado y ejecutado desde el inicio de la década de los 90’s por el gobierno norteamericano y con la activa participación de las instituciones multilaterales de crédito como son el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los países de América Latina al mismo tiempo que emprendían drásticas medidas de ajuste macroeconómico asumían el compromiso por transformar radicalmente sus sociedades bajo los criterios de la liberalización, la desregulación y la desreglamentación.

Esta transformación social implicaba una nueva definición del Estado y del rol que éste debería asumir al interior de la sociedad. En adelante, el Estado que había sido el factor fundamental en la asignación de recursos y en la regulación social durante el modelo de industrialización debía ahora transferir estas responsabilidades hacia los mecanismos del libre mercado. Esta propuesta se justifica por cuanto se considera al mercado como un nuevo locus de regulación social que garantiza la eficiencia, la racionalidad y la instrumentalidad de los agentes económicos y de los actores sociales.

A nivel de discurso se contrapone al mercado con el Estado, sobre todo en los ámbitos de la regulación, el control y la asignación. De esta manera, la dicotomía entre Estado/mercado, sirve como un referente de discurso que opera de la misma manera con la que se comprende la dualidad opresión/libertad. En este caso, y siempre desde este discurso, que al decir de Ignacio Ramonet será un «discurso único», el mercado representaría la esfera de la libertad. El Estado representaría, en cambio, la esfera de la opresión, del control, de la dominación. Para este discurso único, solo las fuerzas del libre mercado pueden asignar eficaz y eficientemente los recursos existentes, mientras que las trabas burocráticas del Estado hacen que esta asignación sea lenta, poco eficiente y sometida a los cálculos políticos de los agentes.

Es gracias a todo este razonamiento que se propone el «Estado mínimo», como eje central de acción dentro del programa de reformas neoliberales subyacentes al «Consenso de Washington». Y es este esquema de pensamiento el que orienta y estructura los planteamientos de reforma del Estado y descentralización que están a la base de los discursos del Banco Mundial

Para el Banco Mundial, la descentralización se reduce a un proceso administrativo y operativo por el cual el Estado delega sus principales atribuciones y responsabilidades a los gobiernos seccionales y éstos a su vez a la empresa privada. El problema de la descentralización se reduciría, entonces, a la definición del ámbito de las competencias a ser asumidas por los gobiernos seccionales y por la empresa privada. En esa línea de trabajo se inscriben también algunos de los programas de ayuda de la cooperación internacional.

La intencionalidad subyacente es la de reducir al máximo el rol del Estado en la sociedad y que el espacio que deja el Estado sea asumido por la empresa privada. El gobierno seccional y local se convierten en una especie de intermediario entre la comunidad y el sector privado. Es el sector privado quien proveerá de servicios a la comunidad y es el gobierno local quien será el encargado de controlar y regular la provisión de estos servicios. Por su parte, el Estado asumiría las funciones de la defensa nacional, las relaciones exteriores y el sistema jurídico, entre las tareas más importantes. Tal es la visión, grosso modo expresada, de las propuestas de descentralización hechas desde el Estado Ecuatoriano y las instancias comprometidas con este proceso.

Por su parte, las élites locales, sobre todo aquellas vinculadas con la oligarquía agroexportadora de la costa ecuatoriana, entienden la descentralización como un proceso de transferencia de poder político desde el Estado central hacia los espacios de poder local que están bajo su control. Para estas élites, la descentralización es básicamente un problema de autonomía. Comparten el mismo esquema de descentralización del Banco Mundial y de otras agencias multilaterales de crédito. Igual que el Banco Mundial, estas élites están de acuerdo con la reducción del Estado (el «Estado mínimo»), y también están de acuerdo en el rol que el sector privado debe asumir en la concesión de servicios, en la regulación y en la asignación.

En lo que difieren es en su visión estratégica y política de la descentralización. Para las élites, la descentralización debe constituirse en un proceso por el cual se efectúe una real transferencia de soberanía por parte del Estado hacia sus áreas de control y manejo. Se trata, en definitiva, de construir, a través de las autonomías, espacios de poder político que puedan ser sometidos al control estratégico de las élites. Este poder político, que actualmente tiene un ordenamiento jurídico establecido, se constituye como una traba dentro de su visión de poder al mediano y al largo plazo.

Para las élites de la ciudad de Guayaquil, la ciudad económicamente más rica del Ecuador, por ejemplo, su horizonte estratégico es el de emular el desarrollo económico de Hong Kong, y convertirse en una especie de ciudad-Estado, en el cual su responsabilidad con el Estado en su conjunto sea más bien retórica, o de plataforma para sus intereses particulares.

En su proyecto estratégico de devenir ciudad-Estado, las élites vinculadas a la oligarquía de la ciudad de Guayaquil, presionan por un proceso descentralizador que implique una reforma profunda del ordenamiento vigente y que constituya al Estado Ecuatoriano como un aglomerado de polos «performantes» con capacidad de decidir por sí solos su política económica, y que puedan competir entre sí por la asignación y la dotación de los recursos existentes.

Dentro de su proyecto estratégico, las regiones más pobres y con menor desarrollo económico, pasarían a convertirse en regiones que orbitarían alrededor de estos polos «performantes» ofreciendo mano de obra barata, vastos recursos naturales, e incluso transfiriendo recursos financieros. El Estado Ecuatoriano se fracturaría de manera irremisible y emergerían de este proceso dos o tres polos «performantes» que dominarían a las otras regiones y competirían entre sí. Es, grosso modo expresado, la idea subyacente del pedido de autonomías realizado desde las élites ecuatorianas.

A contrapunto de estos discursos, los movimientos sociales y entre ellos el movimiento indígena han ido abriéndose paso en el debate de la descentralización. Las propuestas de circunscripciones territoriales realizadas desde el movimiento indígena se inscriben justamente dentro del proceso de readecuar el ordenamiento territorial del país en función de los nuevos requerimientos de los pueblos y nacionalidades indígenas.

La incursión en el ámbito de la política institucional, y el haber alcanzado el control de varios poderes locales, obligan al movimiento indígena a definir posiciones concretas con respecto a la reforma del Estado, a la descentralización y a los pedidos de autonomía. Si bien el Estado se ha construido desde fuera de las necesidades históricas de los pueblos y nacionalidades del país, también es cierto que el Estado es una relación social susceptible de ser modificada en virtud de las nuevas relaciones de poder que han emergido en estos últimos años.

En ese sentido, para el movimiento indígena la descentralización y reforma del Estado no pueden limitarse bajo ninguna circunstancia a los lineamientos establecidos desde el Consenso de Washington y promocionado por las instituciones multilaterales de crédito (FMI, BID y Banco Mundial). Tampoco puede comprenderse a la descentralización como una oportunidad de profundizar, consolidar y fortalecer el poder político y económico de las élites, sobre todo de aquellas vinculadas a las oligarquías de la costa del Ecuador.

Para el movimiento indígena un criterio fundamental que debe ser tomado en cuenta en su pedido de reforma del Estado, y que además ha sido una constante durante todo este tiempo, es la interculturalidad y la plurinacionalidad del Ecuador. Ya desde el levantamiento del Inti Raymi, en 1990, se planteó la necesidad de modificar y crear un nuevo marco jurídico legal y político que contemple los derechos de los indígenas.

Los pedidos de la reforma de la Constitución que se hicieron en 1990, solamente pudieron efectuarse ocho años más tarde, cuando a instancias del movimiento indígena se convocó la realización de la Asamblea Nacional Constituyente. Pero esta convocatoria fue rápidamente asimilada por las estructuras de poder vigente que bajo la retórica de la gobernabilidad cambiaron el proyecto original de establecer una Constitución democrática y plurinacional en función de las necesidades de la privatización, la liberalización de la economía y la desregulación social.

Los pueblos indígenas han demandado desde siempre el derecho a la autodeterminación, es decir, a la creación de regímenes propios que sustenten un autogobierno de las comunidades que permita tener competencia legal sobre la administración de los asuntos internos de las comunidades y sus poblaciones, siempre en el marco del Estado nacional.

Se trata de crear un nuevo modelo de Estado y un nuevo modelo de contrato social, en el cual las leyes sean hechas en función de las necesidades de las mayorías, en el cual se respeten las culturas diferentes, las formas y prácticas organizativas y políticas propias. En la reforma política del Estado, el movimiento indígena siempre ha propuesto una real democratización en la asignación de recursos.

Las condiciones de pobreza y el grave deterioro social al cual han conducido las erradas políticas de las instituciones multilaterales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial, han provocado profundas tensiones y desgarraduras en el tejido social. Dadas esas condiciones, las propuestas de descentralización y de reforma del Estado, promocionadas por estas instituciones, hacen que nuestro país corra el serio peligro de la desintegración, que sumado al afán oportunista de las élites amenazan con la integridad misma de nuestra sociedad. Urge entonces abrir el debate hacia nuevos actores y nuevas propuestas.

El movimiento indígena es un actor social con una importancia política reconocida por toda la sociedad y que goza de una gran legitimidad social. Sus propuestas de descentralización y de reforma del Estado, deben ser los ejes que articulen y otorguen contenidos democráticos y participativos al debate sobre la descentralización y la reforma

La resistencia cultural

Por Luis Macas

La emergencia del Movimiento indígena ecuatoriano en estas dos últimas décadas, como un importante sujeto social y político, nos permiten ubicar algunos puntos importantes para el análisis y el debate, entre esos puntos cabe resaltar el de la visualización histórica que ha logrado el movimiento indígena a través de su presencia en el escenario nacional e internacional

Es decir, de lo invisible como actor social y sujeto histórico, que incluso significó ser considerado siempre como un sujeto pasivo y hasta inexistente, el movimiento indígena con su presencia ha posicionado nuevos escenarios, ha cambiado los contenidos del debate político nacional y ha posibilitado el redescubrimiento de la identidad de nuestro país.

Luego de haber transcurrido más de 500 años, en los últimos veinte años, la sociedad se ha visto obligada a reconocer a los pueblos y nacionalidades indígenas con características inobjetablemente propias, que se han ido formando y legitimando en un complejo proceso de construcción social e histórica y en la pervivencia de prácticas milenarias. El resultado es que el movimiento indígena se visibiliza como un proyecto social alternativo con perspectivas y objetivos de transformación histórica basados en el respeto profundo de la convivencia humana.

Sin embargo, si este reconocimiento y esta transformación social, histórica y política de los pueblos y nacionalidades indígenas se ha producido en estos últimos años, cabe preguntarse, ¿dónde estuvimos antes? ¿Qué hacíamos? ¿Cuáles eran las Características de nuestra condición de invisibles? ¿Porqué la sociedad no podía visualizarnos?

¿Se trató, acaso, de una forma de resistencia el transitar silenciosamente por la historia, cuya razón de ser estaba precisamente en mantenernos a la sombra para conservar nuestra presencia, nuestra cultura, nuestra vida misma? ¿Qué condiciones fueron emergiendo para que se transite de la sombra de la historia hacia la visualización de nuestros pueblos?

Definitivamente, la estructura de poder y de dominación existente, en todas sus formas, económicas, políticas, jurídicas, militares, religiosas, culturales y simbólicas, tenían por objetivo el de lograr nuestra asimilación a la modernidad. Esta asimilación y homogeneización se hacía al costo de destruir nuestra memoria histórica, nuestra cultura nuestra organización social, nuestra espiritualidad.

Entonces, y para comprender las razones que han hecho posible nuestra supervivencia histórica, es preciso mencionar como un elemento constitutivo de nuestra presencia y de nuestra pervivencia como sujeto histórico y político, el reconocimiento a esa matriz milenaria que ha ido forjando la construcción social de nuestros pueblos y la institucionalización de las prácticas, valores y saberes ancestrales, que han permitido conservar nuestra memoria y mantener vigentes, a pesar de toda la agresión hecha desde la modernidad, nuestras propias formas de vida.

Pero no solo que la visualización de nuestros pueblos ha ido posibilitando el cambio en las condiciones de vida de los pueblos indígenas, sino que también la emergencia del movimiento indígena como sujeto político, ha traído consigo el cambio de discursos y de propuestas en el escenario nacional. Un aspecto central que empezó a debatirse desde inicios de la década de los noventa y a partir del Levantamiento del Inti Raymi, es el tema de diversidad cultural y el respeto a esta diversidad a través del reconocimiento a la interculturalidad.

Y es uno de los temas centrales porque desde nuestra propia experiencia histórica hemos aprendido el valor que tiene el respetar la convivencia armónica entre diferentes identidades. Es la práctica de la unidad en la diversidad. Reconocernos y aceptarnos en nuestra diferencia significa realizar en la práctica la tolerancia, el respeto mutuo, y la construcción de sociedades más humanas. Por ello la propuesta de la interculturalidad como respeto mutuo de las culturas y de los pueblos que se integran y conviven dentro de un mismo espacio nacional.

Estas propuestas nos conducen a una dimensión y un desafío aún más importante: la construcción de un Estado y de una sociedad plurinacional. ¿Cómo construir ese Estado que pueda respetar a culturas diferentes sin necesidad de imposición y dominio? ¿Cómo lograr que nuestras sociedades puedan reconocerse en su identidad y dejen de vivir de espaldas? ¿Cómo edificar una sociedad sin racismo, sin intolerancias, sin prepotencias, sin autoritarismos? ¿Cómo aceptar esas profundas diferencias culturales en condiciones de equidad, respeto y tolerancia?

El proyecto de mujeres de la UNOCAM:
Una iniciativa para el desarrollo local

Por: Lourdes Tibán

Introducción

La década de los 80’s desde el punto de vista económico ha sido considerada para varios analistas como la «década perdida», esta década ha sido considerada también como la «década del crecimiento de la pobreza absoluta», no solo en los sectores rurales del Ecuador sino, incluso, a nivel latinoamericano.

De acuerdo al PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), la pobreza absoluta que afectaba al Ecuador a inicios de los 90’s alcanzaba al 56% de la población total. Estudios recientes demuestran que la evolución de la pobreza, especialmente en la región andina, afecta cada vez más a ciertos grupos sociales, como a las mujeres y a las poblaciones indígenas (Chiriboga: 1995: 115). Situación que demuestra la clara discriminación de género y etnia que han sufrido estos grupos sociales hasta la actualidad y muchas veces han sido invisibles en la sociedad por ser considerados como minorías.

En esta crisis, el grupo social más afectado ha sido la familia, y a su interior por su estructura y conformación comunitaria, particularmente en el sector indígena-campesino, el rol principal es asumido por la mujer. Aunque aparezca como invisible, este rol de la mujer, es fundamental en sus dos dimensiones determinantes: por una parte, el papel de madre con las responsabilidades que ello representa – educación de los hijos, salud, alimentación, vivienda, trabajos agrícolas, deberes a nivel comunal, etc.- y, por otra parte, corresponde a ella asumir la situación económica del hogar muchas veces casi en su totalidad.

Mujer y desarrollo local

Sin embargo, es de anotar que el rol laboral de la mujer indígena-campesina en el hogar y en la comunidad no es tomado en cuenta como parte de las estrategias del desarrollo local. Pero, cuando se habla de desarrollo local żcómo debe ser éste entendido y asumido? En primer lugar, como un desarrollo que no implique solamente el crecimiento económico, sino que además permita el ejercicio pleno de la ciudadanía y de los derechos colectivos en condiciones de equidad y libertad a través de la profundización de la democracia y la participación de los actores sociales en una relación de lo local y lo global. Es decir, un desarrollo con una multiplicidad de factores políticos, económicos, sociales y culturales que rompan la verticalidad con las que se han impuesto los procesos de desarrollo local.

La discriminación de la mujer no solo indígena sino de la mujer en general, es un problema ampliamente conocido por la sociedad, pero no se ha dado importancia para escuchar a las propias mujeres, en el sentido de cuáles son sus necesidades; y muchas veces has sido tratado como una de las políticas primordiales para salir de la pobreza la «planificación familiar y el control de la natalidad», porque se supone que el alto índice de hijos en las familias indígenas es la principal causa de la pobreza y se han ignorado expresamente otros factores como la discriminación en el trabajo remunerado, pues a pesar de realizar un trabajo igual al del hombre tiene una baja remuneración; la participación política a nivel comunal y organizacional (poderes locales); el aporte que hace al desarrollo económico, social y cultural; no se toma en cuenta que la pobreza tiene raíces estructurales, que ésta es causada por la falta de tierras, de agua, de créditos, etc.

De otra parte, los hombres siempre han pensado por las mujeres, incluso en el caso indígena existen criterios que consideran a la mujer no como sujeto que aporta al desarrollo local, política y económicamente, sino más bien se reduce su rol a que «ellas dan vida y reproducen la cultura» (Prieto: 1998:16). En este sentido, las mujeres no son actores sociales susceptibles de generar cambios, ni tienen opción a buscar formas de desarrollo ya que tienen la responsabilidad de permanecer en las comunidades y asegurar la continuidad de las tradiciones, porque ellas son consideradas como parte fundamental de la resistencia de los pueblos indígenas.

En este contexto, como una de las formas de superar la crisis económica de los hogares, la discriminación étnica y de género, aparecen cambios en el comportamiento colectivo de ciertos grupos sociales, ya que empiezan a reclamar la ciudadanía, como el derecho a la igualdad en cuanto a los derechos y obligaciones dentro del Estado nacional. Pero esta demanda de ciudadanía viene acompañada de una proliferación de organizaciones de carácter local con fines específicos; así, en nuestro caso aparecen los hoy conocidos grupos de mujeres, comité de deportes, comités religiosos, asociación de pro-mejoras, etc.; luego se promueve la conformación de organizaciones de segundo grado, OSG’s.

Cabe señalar que las OSG’s, en muchos de los casos no aparecen específicamente por iniciativa propia de los indígenas y campesinos, sino que para su origen juegan un rol importante «el Estado, las Iglesias, más tarde los proyectos DRI y posteriormente las ONG’s e instituciones privadas de desarrollo con estrategias, finalidades y proyectos muy variados» (Martínez: 1997: 118).

La experiencia de la UNOCAM

Es así que en 1982, incentivados por los apoyos económicos (1) que ofrecía el proyecto DRI-Salcedo (2), un grupo de dirigentes de distintas comunidades de la parroquia de Mulalillo, cantón Salcedo, provincia de Cotopaxi, empiezan a organizarse hasta consolidar una OSG denominada UNOCAM, que por carecer de recursos económicos a sus inicios, busca instituciones que cooperen con el desarrollo y fortalecimiento de esta organización, tanto en el aspecto económico, como socio-organizativo. Es así como se acepta la cooperación de SWISSAID, institución no gubernamental, cuyas acciones están orientadas hacia los grupos indígenas que viven en agudas condiciones de marginalidad y pobreza (Tobar y Edwards: 1996:3).

Uno de los objetivos principales de la UNOCAM fue unir a las comunidades de la zona baja y la zona alta, a fin de buscar el desarrollo de las comunidades a través de la participación comunitaria y la cooperación financiera tanto gubernamental y no gubernamental.

Contextualizada así la UNOCAM, y tomando en cuenta que utópicamente «las comunidades son el resultado de procesos de integración» (Tonies: 1997: Apud y Arocena: 1995: 12), donde se supone que existe la unidad de hombres y mujeres sobre la base de una participación democrática, surge aquí una pregunta: żse incluía en el proyecto global de la UNOCAM la participación directa de la mujer o a través de un grupo de mujeres?

Desarrollo y género en la experiencia de proyectos de desarrollo: el caso UNOCAM

Hay que considerar que en sus inicios en ningún momento se pensó «clasificar proyectos de desarrollo para las mujeres y otro para los hombres», pues el trabajo y el desarrollo de las comunidades filiales a la UNOCAM estaba enfocado a un desarrollo igualitario en donde exista la participación de «género», concepto quizá desconocido y abstracto para las comunidades, ya que en ese entonces se ignoraba el papel que podía jugar la mujer en el proceso organizativo, es más, sus actividades tanto en el hogar como en la comunidad eran ignorados por la sociedad.

Ahora bien, se dice que la UNOCAM estaba destinada a buscar un desarrollo con la participación de género, pero żqué entendían por trabajo y desarrollo de género a nivel organizativo? O, mejor żqué entendía la UNOCAM por desarrollo de género?

Al respecto varias de las entrevistas realizadas a los dirigentes de la UNOCAM, enfocan a que el desarrollo de género es capacitar a la mujer en algunas áreas (cocina, costura, agricultura, cuidado de niños, etc.), que permitan la eficiencia en el cumplimiento de sus actividades diarias. Así, Miguel Proaño, ex Presidente de la UNOCAM, su respuesta respecto a cuál era la visión para realizar un trabajo específico con las mujeres, dice: «el grupo de mujeres nació porque los dirigentes de la UNOCAM, pedimos, con otras ideas e intenciones, como por ejemplo la UNOCAM antes financiaba cursos de Corte y Confección, y creíamos que la mano de obra sea bien utilizada y no sea regalado sus conocimientos en las ciudades, sino que se invierta en las mismas comunidades. Se creó como una rama de la misma organización que sería Corte y Confección, incluso en el presupuesto estaba contemplado en el presupuesto general de la UNOCAM y no existía presupuesto aparte, la plata era de todos. Hoy la plata se divide, es lo mismo que en una casa están las mujeres y en otra casa los hombres cada uno con su dinero, eso están haciendo, incluso han llegado a pedir una casa comunal solo para las mujeres, sin considerar que la casa comunal es para todos» (3).

El discurso de género y el discurso del desarrollo

Desde esta perspectiva es importante anotar en general żqué entendemos por género? A menudo se escucha hablar de género, pero casi siempre se termina hablando de la mujer. Al respecto, Lilia Rodríguez enfatiza que trabajar en programas y proyectos para mujeres no entraña necesariamente un enfoque de género, se pueden impulsar acciones para que las mujeres sean más productivas, para que cumplan mejor su función de madres o para que trabajen más eficientemente por su comunidad, para lo cual es importante que se modifiquen las relaciones de género, es decir, que se promuevan cambios en las relaciones de subordinación entre hombres y mujeres, enfatiza que, «género es una categoría dinámica que permite analizar la relación varón – mujer, varón – mujer, mujer -mujer» (1993:44).

De lo visto se puede decir que género no es sinónimo de mujer como se suele entender. Género es evitar simplificaciones sobre hombres y mujeres; es el entendimiento de cómo los factores históricos, culturales y socio-económicos, afectan en las relaciones entre hombres y mujeres de diferentes grupos. El enfoque de género de desarrollo implica entonces cambiar las relaciones de subordinación no solo del varón a la mujer sino de la sociedad en general, ya que las relaciones de género muestran responsabilidades diferentes y por ende necesidades diferentes que deben ser unificados o al menos compartidos para que la relación de género sea equitativo en la pareja, en el hogar, en la comunidad y en la organización a fin de alcanzar un desarrollo local en conjunto.

La igualdad de género implica, dar o asignar roles igualitarios al hombre y a la mujer, esto origina cambios en los modos de pensar y actuar. Hablar de equidad «implica también igualdad en la participación en las decisiones y el poder» (Rebolledo: 1996:59). Esto por supuesto exige un cambio cultural, ya que los roles están asignados en base a la diferencia, si hablamos de igualdad de roles para hombres y mujeres que antes estaban asignados solo a un género, implica cambiar el modo de pensar y actuar. Esto nos lleva a afirmar entonces, que el desarrollo de género con equidad, implica también que las mujeres deben comenzar a participar en la toma de decisiones y alcanzar a ocupar cargos públicos en los poderes locales, lo cual es solo un sueño, porque en el caso específico de Mulalillo y en la provincia de Cotopaxi, no se ha visto esta iniciativa desde las mismas mujeres o si la hay, necesariamente debe existir un cambio en el pensamiento del hombre, mientras ellos no acepten que la mujer es capaz para ocupar estos puestos, no se puede hablar de un desarrollo local de género.

Experiencias de mujeres indígenas en el caso de la UNOCAM

Es importante que como una excepción en las últimas elecciones de 1998, participó una mujer (4) «Dioselinda Iza» como candidata a la Consejería del cantón Latacunga, que a pesar que su capacidad de debate frente a los candidatos hombres fue visible para la asamblea, le ubicaron en el tercer lugar como candidata, porque según los hombres piensan todavía «como va a encabezar la lista una mujer – van a pensar que no hay hombres». Pero tampoco no hay que negar que falta conciencia en las mismas mujeres en el sentido de que tienen derecho a la ciudadanía y a ejercer los derechos que los hombres ejercen a nivel político especialmente, pues es asombroso que las mismas mujeres no crean en la capacidad de la mujer y no apoyen iniciativas de participación política como es el caso de la compañera Iza, que muchas mujeres creyeron que «está loca» si quiere llegar a ocupar ese cargo. Pues estos paradigmas se deben cambiar no solo en los hombres, sino, principalmente en las mujeres, una vez que las mujeres estén convencidas de su capacidad y lo demuestren, será fácil entenderse con los hombres y caminar juntos por un verdadero desarrollo de género.

Por otro lado, es importante anotar la diferencia que hace Sonia Montesino (1996) entre sexo y género: así, el sexo se hereda, mientras que el género se adquiere a través del aprendizaje cultural. Esta reflexión abre un camino para construir una identidad de varones y mujeres, y que género se refiere a las diferencias y relaciones construidas socialmente entre hombres y mujeres que varían por situación y contexto. Enfoque que en desarrollo facilitará el entendimiento de otras variables sociales a nivel local y global.

La visión de género vista desde el mundo indígena

Particularizando a los indígenas es necesario tener una visión żcómo es visto por los indígenas la situación de género?, se puede decir que el término de género ha sido introducido desde un pensamiento occidental, porque es un término que en las comunidades se desconoce y se empieza a escuchar con la llegada de las ONG’s o instituciones que vienen de afuera. Algunas investigaciones y estudios realizados demuestran que las relaciones de género en las sociedades indígenas (como un modelo panandino) «están basadas en principios de complementariedad entre lo masculino y femenino y principios de igualdad, no jerárquica, entre los sexos-géneros (…) y en contextos andino-mestizos, se encuentran que las relaciones entre hombres y mujeres son jerárquicas y desiguales» (Prieto:1998:19) (5). Por lo tanto, se puede decir que esta complementariedad de hombre y mujer en los indígenas de alguna manera lleva a que se desconozca las actividades que realiza la mujer y siempre será un complemento frente a los quehaceres domésticos y agrícolas, pero a nivel político y económico no es considerada ni siquiera como complemento porque no se da esa igualdad que se dice tener en los indígenas.

En este sentido, entendido así el desarrollo con la participación de género. Es notable la desigualdad y la discriminación de la mujer dentro del proyecto global de la UNOCAM, situación que hizo que las ideas y el pensamiento de la mujer se convierta en un proyecto de desarrollo. El reconocimiento de la exclusión de la mujer de los beneficios del desarrollo hace que se ponga en práctica la asignación de fondos internacionales para proyectos de mujeres y la constitución de grupos especializados a nivel local o comunal en nuestro caso, para atender los problemas de género en el marco de la participación directa de la mujer. Es así que, el Grupo de Mujeres de Mulalillo, surge desde el interior de una OSG mixta, pero luego se independiza para demostrar su capacidad en las actividades económicas encaminadas al desarrollo familiar y local.

Mujeres y acción política en la comunidad

El problema está cuando las mujeres empiezan a tomar liderazgo, más allá de los cursos de capacitación, porque lo que querían era «aprender participando en la toma de decisiones». Entonces la idea es consolidar los grupos de mujeres por comunidad de base para luego conformar un «Grupo de Mujeres» a nivel de la Unocam. Desde donde empiezan a demostrar la capacidad que tenían para dirigir una organización y generar ingresos económicos «visibles» para el hogar, las actividades del hogar eran invisibles. Es así que, «a partir de su actuar conoce su realidad, obtiene una nueva percepción de sí misma, logra una autoevaluación y despierta su necesidad de desarrollo individual, familiar, lo que implícitamente conduce a su evolución» (Osorio:1991:15).

El trabajo del Grupo de Mujeres en este caso viene a constituir una iniciativa para el desarrollo local, ya que han demostrado cómo levantar un proyecto sustentable. Su experiencia de más de diez años ha hecho que empiecen a valorar lo tradicional de las comunidades e incorporar nuevas prácticas y sistemas de sustentabilidad apropiada para el lugar, además se está aplicando cultivos que recuperen la fertilidad de la tierra y mejoraría la producción naturalmente. Si bien es una política de sustentabilidad establecida por las ONG’s que financian el proyecto, no es menos cierto que las mujeres han adoptado y han aceptado estos modelos que vienen desde afuera, y, que desde su inicio hasta la actualidad apuntan principalmente, hacia el desarrollo económico.

Pero żes posible creer en un desarrollo local con iniciativas femeninas, si se piensa que el trabajo de las mujeres hay que hacerlo dos veces?.

El trabajo de las mujeres en las experiencias de los proyectos de desarrollo

Para cambiar este paradigma sobre las mujeres, en breve señalo las actividades que se realizan en este proceso femenino de desarrollo local: se inició con un programa de huertos familiares, que consistía en sembrar hortalizas para el consumo familiar, capacitación artesanal, agrícola y productivo, salud, etc. Sin embargo, al pasar el tiempo se ve que no se han estancado en esas actividades, se ha visto la manera de entrar a la actividad pecuaria con la crianza de animales menores, hasta convertir el «Fondo Rotativo de Animales Menores» en el componente básico del proyecto.

Estas actividades se originan con el fin de obtener y procesar un abono orgánico propio y mejorar la agricultura, que por ende va a mejorar la condición económica familiar; a esto se han ido sumando otras actividades, pues las mujeres en los talleres y asambleas aprovechan para realizar tejidos y shigras que luego entran a comercializar conjuntamente con la lana de borrego que obtienen de los animales que están en el proyecto. Estas y otras actividades han permitido que formen un gran FONDO DE CREDITO, que beneficia a las socias del grupo en calidad de crédito para la compra de tierras, animales, etc.

Este tipo de actividades van dejando ganancias hasta que llegan a tener un considerable excedente que aparece increíble, pero incluso las mujeres han llegado a autofinanciar el programa de «reconstrucción de viviendas» en solidaridad con las personas que sufrieron consecuencias en el sismo de marzo de 1996. Todo esto está articulado a que los beneficiarios se capaciten en diferentes áreas, incluso capacitaron a los albañiles/as para que utilicen materiales de la zona, y que tengan relación con lo cultural -la tierra, madera en vez de hierro-, además todas las beneficiarias están obligadas a sembrar árboles, realizar trabajos de conservación de suelos, trabajar con un programa de agricultura biológica, etc. Para cooperar con las mujeres que tienen niños se han instalado centros infantiles autofinanciados por las mismas mujeres. Por el momento, han iniciado por autofinanciar la construcción de los reservorios de agua para la comunidad e individuales que beneficiaran especialmente a los que viven en las partes secas, ya que podrán recoger el agua de las lluvias para luego utilizar en sus tierras. (Dueñas, Gangotena y Garcés:1998:18-41).

Dentro de este análisis es importante mirar si esta experiencia de desarrollo, esta enfocada al desarrollo sustentable local, y si está pensada a largo plazo y en grande, que es lo que exige un proceso de desarrollo, entendido el desarrollo como «el proceso hacia el bienestar» y la sustentabilidad como la «satisfacción de las necesidades actuales permanentemente, sin comprometer la satisfacción de necesidades futuras de las presente generaciones y de las que vendrán» (CAAM:1996). Es necesario mirar si el enfoque de trabajo de las mujeres se encamina entonces al desarrollo local que también implica el desarrollo político local, así como fortalecer una nueva relación entre los gobiernos local y nacional, y romper la verticalidad del desarrollo que ha existido entre los de abajo y los de arriba.

Una visión integradora de los proyectos de desarrollo: la acción del Estado dentro de la economía

Por otro lado, es necesario mirar qué enfoque tiene este proceso de desarrollo, si es desde adentro y hacia adentro, o como plantea Prebisch o las políticas CEPALINAS que están orientadas al desarrollo económico latinoamericano, que es «el desarrollo desde adentro hacia fuera». Sin olvidar que el retraso de las periferias que denomina Prebisch -en nuestro caso las comunidades rurales- se debe a tres características principales: las disparidades de la demanda entre la periferia y los centros; la inferioridad económica y tecnológica de las periferias; y la fragmentación de las periferias en unidades relativamente pequeñas (Sprout:1993:319), pueda tener razón, ya que son características evidentes en las comunidades indígenas: sin embargo, en el caso de las OSG’s y sus comunidades existen otros problemas como: la ineficiencia en la administración económica, ya que dineros han llegado, pero no supieron aprovechar como en el caso de las mujeres; la falta de la democracia dirigencial es otra causa para que no se haya logrado el desarrollo esperado; algo que esta prendido en las comunidades es no el mejorar las formas de desarrollar actividades conjuntas, muchas veces en la «minga» por el mismo hecho de no tener responsabilidades no se ha visto interés en el trabajo organizativo como es el caso de los viveros forestales, semilleros, siembras agrícolas y frutales; no se ha «arriesgado» a probar las tecnologías de afuera en un intento de empatar con la tradicional, se ha resignado a lo que «Dios dé» porque la tierra no da más; este pensamiento comienza a cambiar cuando Mulalillo se transforma en menos de cinco años en una zona importante de la exportación de flores y ha dado trabajo a una gran cantidad de gente de la zona, que antes migraba a las ciudades de Ambato y Quito, no se ha tratado los efectos que traerán esas empresas en el futuro, aunque el mismo Prebisch señala que «se necesita más capital por unidad de producción para compensar la contaminación derivada de la tecnología -a lo que llama- la ambivalencia de la tecnología (ibid:322), lo cierto es que la gente ha mejorado su nivel económico de vida y se cree ya que si se puede vivir sin migrar.

Pero, el desarrollo local se debe entender más allá del bienestar económico, por lo tanto falta trabajar en cuanto al desarrollo humano, social y cultural, en el cual el proyecto de mujeres y la OSG’s mixta no ha puesto mucho énfasis.

Desarrollo local y desarrollo global

Cuando José Arocena (1995) se refiere al desarrollo local, sugiere no llegar al extremo de la autarquía, el desarrollo local no debe concebirse como utopías comunitario localistas, como una posibilidad de retornar a formas sociales mejores, en el sentido de que «el pasado fue lo mejor», como forma de rescatar los valores comunitarios y lograr la participación del pueblo.

En ese sentido, será importante que el proceso de desarrollo emprendido por el proyecto de mujeres observe lo que la teoría del desarrollo local sugiere en relación a que:

  • El grupo de mujeres debe desarrollarse dentro de una sociedad local, que significa cumplir con ciertos elementos como: territorio determinado; riqueza local e identidad en el sentido de pertenencia al territorio.

     

  • La necesidad de la concertación que haga compatibles los intereses de los diferentes actores. En el sentido de que la concertación permite convocar a la acción interinstitucional y llevar adelante las propuestas locales con la debida participación de los actores locales. Es decir, que la participación de los actores sociales -individuos, grupos o instituciones que actúan dentro de la sociedad local- debe ser desde el inicio de la planificación en una relación horizontal entre actores locales e instituciones públicas y privadas, pues la identificación de necesidades debe salir de esta concertación y participación directa de los beneficiarios.

     

  • La participación no debe entenderse como buscar y recibir un proyecto de desarrollo, sino que lo principal es la toma de decisiones mediante el cual se convierte en actor primordial del desarrollo. La participación en el desarrollo local no solo es un derecho, sino un deber de los actores sociales, porque sus iniciativas cuentan mucho para la ejecución, incluso de una planificación realizada desde arriba, y de ahí la afirmación que hace Arocena que no debemos pensar verticalmente en «planificación o iniciativa», sino en forma horizontal que es «planificación e iniciativa». Porque ambas son complementarias y constituyen el factor clave para el éxito de un proyecto local.

    A esta necesidad mutua entre lo local y lo global, José Luis Coraggio acota que: «el desarrollo desde lo local y el desarrollo regional aparecen no como opciones sino como mutuamente necesarios». Afirma, igualmente, que existe la «convicción de que el desarrollo local desde lo local no puede ser un modo de desarrollo generalizado sino una excepción, a menos que instancias supralocales … lo promuevan y articulen horizontalmente para potenciarlo ante las fuerzas del mercado global» (1998: 97-98).

     

  • La importancia de vincular una iniciativa local con una iniciativa de afuera: Muchas veces en las comunidades se interpreta mal y se limita a considerar que una iniciativa local es aislarse de todo proyecto estatal, y en el caso de las mujeres de la UNOCAM, se ha llegado a pensar que también hay que trabajar separadamente de la OSG, esto a la larga limita la participación de la comunidad y no permite un desarrollo integral como es el enfoque del desarrollo. La iniciativa local desde una perspectiva de las comunidades está muy vinculado al «mito de vivir de la autogestión». Por una parte está bien que las comunidades busquen solucionar sus problemas, pero, por otra parte, se exagera al pensar que la autogestión es la salvación de la crisis local y constituye el logro máximo de la comunidad, que refuerza las campañas antiestatistas. Este pensamiento nostálgico, al decir de Arocena, puede ser el origen para que el Estado se olvide de la obligación de atender y solucionar los problemas de la sociedad local. De manera que este discurso mitificador hace que a la larga el desarrollo local se perjudique y no avance porque el Estado ignora las necesidades locales.

     

  • Hay que reconocer que en este proceso de desarrollo local, en Mulalillo cuenta mucho la iniciativa de las ONG’s como es el caso de la SWISSAID. Mucho se ha criticado que las ONG’s incentivan al paternalismo en las comunidades, en el sentido de que «hay proyectos de desarrollo que solo han significado mayor dependencia y deuda para los países pobres» (Fundación Natura: 1991: 16), que por una parte puede ser cierto cuando estas ONG’s «regalan el financiamiento y no se exige la rendición de cuentas a las bases». También se ha cuestionado a las ONG’s porque «parece no haber cabida a una demanda global que vaya más allá del proyecto concreto, del fenómeno a nivel local de la participación popular …» (Bretón: 1999: 18), este autor a su vez enfatiza el hecho de que las ONG’s promueven interesantes proyectos pero tremendamente específicos, sin duda importantes para las comunidades pero poco trascendentales desde las perspectivas del devenir de los pueblos indígenas. Empero de ello, de la experiencia concreta de la acción de las ONG’s en Mulalillo y de la experiencia concreta de los pobladores se ha ido comprendiendo que hay que llegar a una concertación entre lo local y lo global, entre lo comunitario y lo estatal para llevar adelante actividades que den buenos resultados.

Democracia y desarrollo local

Esta apertura y cambio en el pensamiento indígena y campesino, es evidente especialmente en los grupos sociales que se consideraban sin derecho a la ciudadanía, como es el caso de los pueblos indígenas del Ecuador, pero que actualmente buscan solucionar la crisis política, económica y cultural, no solo en lo local sino incluso a novel global, con propuestas nacionales y han buscado establecer mecanismos de diálogo con la sociedad en su conjunto y con el gobierno. Esta concertación entre lo local y lo global no solo que es una ventaja para el desarrollo local, sino que los indígenas están ejerciendo una auténtica ciudadanía en el momento que tienen derecho a presentar propuestas y ser escuchados.

Por otro lado, este proceso de desarrollo local de la UNOCAM, debe empatar la democracia y el desarrollo. La democratización entendida como una «práctica social de nivel individual y colectivo, fundada en el ejercicio pleno de los derechos de las personas y su ciudadanía» (Ruiz y Cotle: 1993: 31), comprende también las relaciones de interculturalidad que se expresa en el respeto a la diferencia, a la diversidad, a la equidad de género, donde no existan imposiciones de ningún tipo.

En conclusión, el proyecto de mujeres de la UNOCAM, como una iniciativa para el desarrollo local deberá estar encaminada hacia la sustentabilidad interna del proyecto y hacia la ampliación de la democracia, en condiciones de transparencia en la gestión («rendición de cuentas»), y pensando siempre en la concertación entre lo local y lo nacional. Es necesario desarrollar propuestas integrales para resolver problemas locales, estableciendo instancias permanentes de concertación, democratización y participación con los diferentes actores sociales, a fin de enlazar iniciativas locales y globales, que estén enfocados a un desarrollo humano, social, económico y cultural.

Bibliografía

  • Arocena, JoséEl desarrollo local: un desafío contemporáneo, CLAEH, Nueva Sociedad, Caracas, 1995.

     

  • Bretón, VíctorEl desarrollo comunitario como modelo de intervención en el medio rural: La experiencia de la Misión Andina del Ecuador. Mimeo, 1999.

     

  • Chiriboga, ManuelLas ONG’s y el Desarrollo Rural en los Países Andinos: Dilemas y Desafíos, en Rev. Ecuador Debate No. 35, CAAP, Quito, 1995

     

  • Comisión Asesora Ambiental de la Presidencia de la RepúblicaConceptos elementales para comprender al Desarrollo Sostenible, Mimeo, Quito, 1996.

     

  • Coraggio, José LuisPerspectivas del desarrollo regional en América Latina, en Rev. Ecuador Debate No. 44, CAAP, Quito, 1998.

     

  • Dueñas, Soledad, et alt: Mujeres, Poder e Identidad, Latacunga, 1997

     

  • Escobar, ArturoEl desarrollo sostenible: diálogo de discursos, en Rev. Foro Universidad del Valle, Cali, 1998.

     

  • Fundación NaturaNotas sobre desarrollo y conservación, No. 1, 1991.

     

  • García, Inés y Piazza, María del C.: Sociedad y gobierno local, Lima 1998.

     

  • Jaguaribe, Helio, et alt.: La dependencia política y económica de América Latina, Siglo XXI ed., México, 1978.

     

  • Hidalgo, Mauro; et alt.: Ciudadanías emergentes. Experiencias democráticas de desarrollo local. Quito, 1999.

     

  • Larrea, FernandoMovimiento indígena y poderes locales en el Ecuador, s.f.

     

  • Martínez, LucianoOrganizaciones de segundo grado. Capital social y desarrollo sostenible, en Rev. Iconos, No. 2, Quito 1997.

     

  • Menchú, RigobertaLa participación social en la construcción de una democracia, en Rev. Bosques, Arboles y Comunidades Rurales, No. 28, 1996.

     

  • Mires, FernandoSociología de la miseria, miseria de la sociología, en El Discurso de la miseria. Nueva Sociedad, Caracas, 1993.

     

  • Montecino, Sonia y Rebolledo, LoretoConceptos de Género y Desarrollo, PIEG, Chile, 1996.

     

  • Montúfar, César: Desarrollo social con sociedad civil. El espejismo de la participación en el discurso del desarrollo, en Rev. Ecuador Debate, No. 36, CAAP, Quito, 1995.

     

  • Osorio, Victoria E.: La mujer y el desarrollo comunitario, en Programa Mujer y Desarrollo Local, IULA/CELCADEL, Quito, 1991.

     

  • Prieto, MercedesEl liderazgo en las mujeres indígenas: tendiendo puentes entre género y etnia, en Mujeres Contracorriente, quito, 1998.

     

  • Rodríguez, LiliaGénero y Desarrollo. Nudos y Desafíos en el Trabajo No Gubernamental en el Ecuador. CEPAM, 1993.

     

  • Schuldtz, JurgenEl desarrollo humano: capacidades y necesidades axiológicas, en: Repensando el Desarrollo, CAAP, Quito, 1995.

     

  • Sprout, RonaldLa economía política de Prebisch, en Pensamiento Iberoamericano, Revista de Economía Política, T. I, Madrid, 1993.

     

Notas

1. Casas comunales, construcción de canales de regadío, puentes, aulas escolares, etc.

2. El Proyecto de Desarrollo Rural Integral, del cantón Salcedo, encabezado por el Lcdo. Wilson Sánchez, y algunos dirigentes de las comunidades, temiendo ser engañados por otra de las tantas instituciones que han ofrecido salvar de la miseria a estos sectores olvidados por el Estado y no han cumplido; empiezan a promocionar la conformación de una Organización de Segundo Grado (OSG), que luego se denominó «Unión de Organizaciones Campesinas de Mulalillo, UNOCAM», para lo cual antes se debía legalizar jurídicamente las comunas que posteriormente serían filiales a la OSG.

3. Proaño, Miguel, ex Presidente de la UNOCAM y dirigente permanente de esta OSG, entrevista realizada el 7 de octubre de 1999.

4. Dioselinda Iza, es dirigenta de mujeres de la Unión de Organizaciones del Norte de Cotopaxi, UNOCACN. Es más, no hace un trabajo de mujeres sino de género porque coordinan bien con la organización mixta, en el sentido de que la familia es de hombres y mujeres, la comunidad y la organización deben ser iguales.

5. Harvey, 1989; Hamilton, 1995 y Stolen, 1987. Apud. Prieto 1998, pp. 19

Leave a reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *