Boletín No 58

ICCI

Editorial

El 21 de enero: Los indios entre certezas y certidumbres


“En la sociedad, el poder es una relación social constituida por una trama continua de tres elementos: dominación/explotación/conflicto, respecto del control de las áreas decisivas de la existencia social humana: 1. el trabajo, sus recursos y productos; 2. el sexo y sus respectivos recursos y productos; 3. la autoridad colectiva y sus correspondientes recursos y productos; 4. finalmente, la subjetividad/intersubjetividad, en especial el imaginario y el modo de producir conocimiento. Estos tres elementos constitutivos de toda relación de poder están allí en medidas y formas diferentes cada cual, según las situaciones, los espacios/tiempos concretos, configurando en cada caso un determinado patrón de poder.”(1)

Delante del televisor, que estuvieron pensando los millones de ecuatorianos el 21 de enero del 2000, que ideas les cruzó por sus cabezas en esa fecha en que la indiada se tomó el poder junto a los mandos medios del ejército y uno que otro de la policía nacional, los imaginarios deben haberse sobresaltado, en los sectores que detentan el poder económico y político, la preocupación debe haber sido aterradora, o no, al contrario las cosas estaban saliendo tal como lo habían planeado, las casualidades para el poder no existen, todo se maneja “según las situaciones, los espacios/tiempos concretos”, el pragmatismo es uno de los valores más preciados practicado por el dominante.

El pragmatismo le ganó a la intuición en esa fecha y como mecha con pólvora se multiplicó y se diversificó para las elecciones del 2003, cuando se consuma la alianza entre el Movimiento Pachakutik y Sociedad Patriótica, sobre propuestas de cambio, que de hecho significaban innovaciones radicales en la forma de hacer política y en la manera de enfrentar los problemas que agobian al país. El coronel logró constituir su partido con un grupo de militares retirados y sectores sociales que creyeron en su propuesta, mientras tanto Pachakutik consolidaba el movimiento teniendo como base al movimiento indígena y su propuesta de construir un país plurinacional.

El triunfo de Lucio Gutiérrez y de la alianza es abrumadora –aclaremos que a la alianza se sumó el Movimiento Popular Democrático-, y en esos momentos significaba una “esperanza” para los sectores que dieron el voto y para aquellos que orgánicamente habíamos trabajado para el ex-militar (a pesar de que no existen ex-militares, porque no es posible renunciar a la formación recibida), con título de ingeniero; las certezas y certidumbres se apoderaron de la indiada y de los sectores medios e intelectuales, el poder se había hecho visible o por lo menos así se pensaba, el entusiasmo y la alegría se desbordaba, desde esta óptica estabamos convencidos de que nuevos tiempos se acercaban y que por lo tanto los cambios profundos se iban a producir y que era el tiempo adecuado para realizarlos.

No nos tardamos mucho en darnos con “la piedra en los dientes”, en el gabinete constaban nombres de aquellos que eran incondicionales al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y otros organismos acreedores, que desde su ortodoxia y sumisión a las políticas fondomonetaristas iban de hecho a dirigir política y económicamente al gobierno del ingeniero-ex militar, a la alianza se le asignó ministerios que en el ámbito organizativo y presupuestario venían atravesando problemas, si no del todo graves, pero que iban a incidir en el trabajo al interno y al externo de estas carteras de Estado.

¿Eran las certezas y las certidumbres las que dominaron los primeros días de gobierno?. ¿O acaso las dudas comenzaron a vislumbrarse al interno del movimiento indígena, producto de las decisiones presidenciales?. Habría que insistir que los análisis coyunturales son producto de un momento y espacio determinado, que estos análisis no cubren todo el espectro socio-económico-político de por sí complejo y que por lo tanto se requiere de ir un poco más allá, sometiéndolos y confrontándolos a los análisis coyunturales, a la propuesta de país que plantea el movimiento indígena, encontrando en esta propuesta la posibilidad de consensuar con sectores que no teniendo los mismos “ideales” pueden en un momento determinado convertirse en aliados-generadores de la construcción de una sociedad intercultural, basada en principios de reciprocidad, solidaridad y equidad.

Pero el poder se sostiene sobre principios de confrontación social, –nos guste o no nos guste- de dominación, de explotación, es una expresión de clase, pero también y al mismo tiempo son el resultado de relaciones asimétricas, hegemónicas y subalternas, muchas de estas relaciones no se visibilizan porque son producto de una confrontación simbólica que pasa precisamente por la construcción y deconstrucción de imaginarios que vinculan la subjetividad individual, grupal y organizacional y que propone el establecimiento de relaciones basadas en las intersubjetividades de los actores sociales.

El poder es una expresión de confrontación de los imaginarios dominantes y de los subalternos, como las propuestas hegemónicas que se expresan simbólicamente, pueden ser cuestionadas por lo subalterno, el problema a dilucidar es si el imaginario subalterno es una respuesta coyuntural y/o arbitraria –por llamarlo de algún modo- a la propuesta hegemónica, o es una construcción pensada, analizada, premeditada y pos-meditada; programada sobre una simbología insurgente que cuestiona el poder desde aspectos más sistemáticos y sistémicos, que involucra en definitiva el conocimiento como vertiente de una manera renovada de ver las relaciones del poder establecido.

Las certidumbres y certezas tienen como base precisamente los imaginarios, y el 21 de enero significó “topar lo real” y esto dejó un reguero de realidades, de aproximaciones al contenido mítico del poder, que de hecho supuso forjar un continun epistemológico en los subconscientes colectivos, que era necesario exorcisarlos con la participación, entonces la alianza es una construcción simbólica desde lo subalterno, pero también desde lo hegemónico porque lo uno exige la presencia de lo otro y sobre esas posibilidades manifiestas es que se logra alcanzar el poder político, porque el económico sigue en manos de aquellos que todavía son propietarios del capital y del conocimiento oficial y oficializado.

Está por verse los desenlaces y las rupturas que dejó: a) la participación de militares, indígenas y movimientos sociales en aquel 21 de enero del 2000; b) la campaña política del 2003; c) la participación del movimiento indígena en el gobierno del coronel Lucio Gutiérrez; d) los motivos de la ruptura de la alianza. Pero fundamentalmente si este proceso que al externo parece normal, lógico, inocente, limpio, sin asomo de dudas; tuvo un componente pensado perversamente, premeditado, con el único y exclusivo fin de acabar con el movimiento indígena y dejarlo totalmente dividido o por lo menos golpeado en su parte organizativa.

Esto está por estudiarse, por analizarse, por desentrañar los misterios que encierra el quehacer político, visualizar los interiores de cada uno de los actores, tarea que aún no comienza porque nuevamente lo pragmático rebasa lo intuitivo y claro como buenos estudiantes, lo mejor es olvidar los acontecimientos, subsumirlos, ocultarlos, si se quiere empezar de nuevo.

Existen algunas interrogantes que sería bueno irlas dando respuesta, -nos puede resultar algunas de ellas elucubraciones, pero por algo se empieza- ¿el acercamiento orgánico de los militares al movimiento indígena, es una propuesta estratégica que va más allá del apoyo al desarrollo?, ¿en qué medida el movimiento indígena se encuentra infiltrado por la inteligencia militar del ejército y la policía?, ¿se debe plantear una nueva estructura orgánica del movimiento indígena?. Es de fundamental importancia ir generando espacios de reflexión alrededor de propuestas que rebasen lo estrictamente coyuntural y que abarquen en profundidad, rigurosidad y extensión los temas y comportamientos colectivos.

Las certezas y certidumbres responden a la posibilidad de construir escenarios en los cuales se pongan de manifiesto el componente ideológico, político y organizativo, donde las experiencias sean un componente que orienten las actividades y fundamentalmente la intuición política gane espacio al pragmatismo del dominante.

Notas

1. Cfr. QUIJANO, Aníbal. EL REGRESO DEL FUTURO Y LAS CUESTIONES DE CONOCIMIENTO. En INDISCIPLINAR LAS CIENCIAS SOCIALES. WALSH, Catherine y otros. Ed. Abya-Yala. Quito-Ecuador. Año. 2002. Pp. 50.


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MINGA SARAYAKU KAPARIK
UN OBJETIVO QUE SE REALIZA A TRAVÉS DE UNA PROPUESTA DE TRABAJO COLECTIVO

Franklin Toala – Representante de la Comunidad de Sarayaku en Quito
José Proaño y Mateo Martínez – Coordinadores de la Minga
En Nombre de Todos y Todas quienes hacemos la Minga Sarayaku Kaparik


Probablemente la comunidad del Territorio Autónomo de la Nación Originaria del Pueblo Kichwa de Sarayaku, sea la que cuenta en la actualidad con la mayor fortaleza –política y anímica- en el contexto de las luchas ambientales de los últimos años.

Y esta fortaleza se demostró a carta cabal en los acontecimientos que ocurrieron antes, durante, y después de la gran marcha de apoyo a la resistencia de Sarayaku, los días 5 y 6 de diciembre del año 2003.

A pesar de que la lucha de Sarayaku en contra de la intromisión de las compañías petroleras lleva ya largos años, hoy cuentan con un nuevo apoyo de gran preponderancia en su lucha: los jóvenes. Y es que habitualmente nosotros los jóvenes o hemos sido excluidos de las instancias superiores de lucha, toma de decisiones y participación directa; o nosotros mismos nos hemos auto excluido, al no encontrar la posibilidad de abrir espacios.

Desde hace más de dos meses, conociendo la gravísima problemática ambiental del país, y al mismo tiempo, el insuficiente trabajo de organización e información desde jóvenes, nace el proyecto de generar espacios de lucha autogestionados. Teniendo como base todo un trabajo previo de organización, talleres, vídeo foros, conferencias y participación activa, la Minga Texaco Nunca Mas, ha servido como eje identitario y generador de un proceso dentro del cual muchos de nosotros –seguimos creciendo- hemos encontrado un lugar no solo para luchar; sino para construirnos como individuos conscientes, activos, preparados y propositivos.

Actualmente, la Minga, que se articula alrededor del apoyo a procesos que se encuentran en una línea temporal, como el Juicio a la Chevron- Texaco; ha abrazado la causa de la Comunidad de Sarayaku, pasando a llamarse Minga Sarayaku Kaparik. El nombre, propuesto por la misma comunidad, viene de las raíces Kichwas (Sara: Maíz, Yaku: Río y Kaparik: Grito) en otras palabras, el Grito del Río de Maíz. Y como un torrente, como si esas mismas aguas del río Bobonaza que surcan el territorio de la comunidad, nosotros los jóvenes confluimos, nos juntamos colectivamente y generamos un grupo de trabajo amplio, que de manera sorprendente se ha constituido en un pilar fundamental de todo el proceso, en poquísimo tiempo.

Debido a la apertura de la Comunidad de Sarayaku de compartir su lucha, se ha establecido una relación de cercanía sin precedentes entre estudiantes de Quito, Guayaquil, Napo y Pastaza, provenientes de organizaciones juveniles de gran variedad, junto con la comunidad. Los representantes de la Comunidad, creyendo en la importancia de sumar personas con dedicación a la lucha de resistencia, han establecido los canales de respeto y consideración más elevados que se recuerden dentro de procesos en los cuales han participado sectores urbanos y comunitarios en el pasado. Y los jóvenes hemos respondido devolviendo la confianza otorgada, con una participación numerosa en todas las actividades planteadas en una agenda construida conjuntamente entre Sarayaku, la CONAIE, Acción Ecológica y los mismos estudiantes, quienes hemos realizado la mayor cantidad de actividades.

A lo largo del mes de noviembre, la Minga ha llevado a cabo un número elevado de actividades de información tanto como eventos que buscan la integración comunitaria entre todos y todas, el hermanamiento en la lucha por los derechos colectivos, el reconocimiento de que la alteridad y la diferencia involucran no sólo el reconocimiento mutuo, sino también el trabajo conjunto y solidario.

A pesar de que como en todo proceso organizacional existen problemas en las relaciones –ya que en su mayoría se trata de relaciones entre nosotros, jóvenes, estudiantes y grandes organizaciones, como por ejemplo la CONAIE- se ha avanzado de manera efectiva en la construcción de una red de apoyo multilateral, en la cual están involucrados diferentes actores que enfrentan temas de trascendencia, como son el Frente de Defensa de la Amazonía que lleva adelante el proceso de la Texaco en Lago Agrio, la RedCOKA y RedNapo que luchan activamente en contra de la adjudicación de los bloques 7 y 21 y en contra de una consulta previa, llevada de manera sumamente cuestionable.

Es de especial importancia el resaltar la horizontalidad del proceso organizativo, donde nadie es excluido en la toma de decisiones, la realización de asambleas y las acciones. A tal punto llega la horizontalidad, que se ha llegado al acuerdo de no tener autoridades, sino responsabilidades, y al hecho actual de que nadie hace nada sino es en Minga, como por ejemplo este artículo.

Esta estrategia planteada a largo plazo, busca integrar todos los procesos de lucha ambiental, primero en la Amazonía, luego en todo el país, para así contar con una base permanente de personas y organizaciones, que intercambien experiencias y materiales de trabajo, así como presencia y participación; -en todas las labores que demanda el enfrentarse a la agresión de petroleras, empresas mineras, madereras, tanto como planes regionales como el Plan Colombia y sus fumigaciones, el ALCA y los peligrosos impactos que tendría por ejemplo en cuanto a las leyes ambientales, etc.- para así no tener el dilema de organizar agendas particulares, en tiempos reducidos, creando una y otra vez procesos organizativos que decaen con el tiempo.

La marcha de apoyo a la resistencia de Sarayaku fue un proceso de organización largo que culminó exitosamente con una concentración en la ciudad del Puyo el día 6, donde participaron estudiantes de 3 universidades de Quito: la PUCE, la U. Central y la Escuela Politécnica, en un número no menor de 200 asistentes, número elevadísimo considerando que se celebraban las fiestas de Quito. Esto demuestra la madurez a la que se ha llegado con el trabajo de base con jóvenes, y la importancia de continuar con el mismo. Hemos logrado encontrarnos en un sueño común donde las diferencias se unen. Nosotros, los jóvenes de Sarayaku, Napo, Orellana, Pastaza, Quito y Guayaquil; en una minga de trabajo, hemos comprendido el sentido último de unidad, integración, reciprocidad.

Quizá lo más importante de todo sea el hecho de que la comunidad de Sarayaku no se sienta sola: sabe que cuenta con un grupo de apoyo permanente de estudiantes que se han jugado por ella. Construyendo la integración entre jóvenes de espacios urbanos y aquellos que se encuentran lejanos de los polos citadinos, deconstruimos las limitaciones que nos separan, eliminamos la exclusión mutua a la que nos vemos forzados unos con otros por parte del poder, y comenzamos a comprender que tomados de la mano, en un acto permanente de reciprocidad y hermandad, podemos y vamos a cambiar la realidad.


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LA TIERRA PARA LOS PUEBLOS INDIGENAS EN EL ECUADOR

Luis A. Macas A.


Son quinientos años y más de presencia de un modelo de cultura, de economía, de política y de organización social, pero también son miles de años de producción de conocimientos y valores, propuestas de vida en condiciones de dignidad, con principios éticos y morales, en armonía permanente con la madre naturaleza. A pesar de los múltiples atropellos, de la implantación de instituciones, de un poderío vertical y agresivo, estamos presentes y como una alternativa de vida, pueblos o sociedades colectivas desde profundas raíces milenarias, con saberes, valores e instituciones vivas producto no sólo de una resistencia estática, sino, de cambios permanentes en los mecanismos de resistencia, los mismos que se han constituido en propuestas diferentes y alternativas en las distintas etapas de la historia, frente a un modelo global y arrasante.

La historia de los pueblos indígenas se remonta a una lucha pertinaz desde el momento de la usurpación generalizada de tierras y territorios indígenas, es decir durante todo el régimen colonial y el periodo republicano. Uno de los resultados de la historia reciente de la lucha por la tierra, es el reconocimiento de la existencia de las comunidades indígenas y campesinas (ayllu y jatun ayllu) por parte del Estado, cuando se expide la ley de comunas en 1937, aunque finalmente este hecho signifique el eslabón final del ejercicio de control estatal, en común acuerdo con el régimen de haciendas. Este instrumento legal producto de nuestras luchas, adquiere importancia para nuestros pueblos desde finales de la década de los cuarenta, el mismo que establece y regula una nueva forma de organizarnos, además se constituye en un mecanismo de defensa adecuarlo a nuestras necesidades, ante todo en función de legislar y preservar las tierras comunales, en el marco de una estructura estatal, feudal y precaria, con características eminentemente elitistas y excluyentes.

Sin embargo, la estructura agraria de carácter feudal en el país no se había modificado durante las décadas de los cincuenta y los primeros años de los sesenta, época en la que se destaca la presencia activa de DOLORES CACUANGO, TRANSITO AMAGUAÑA y otros, por lo que continúa siendo una constante para los pueblos indígenas, la lucha por el derecho a la tierra y los territorios ancestrales. En 1964, se expide la primera Ley de Reforma Agraria, ante la exigencia interna de las comunidades e influencias externas que ejercían presión en ese entonces en América Latina. Pero esta ley, al parecer, respondía en concreto a un reconocimiento simple de los huasipungos (retazo de tierra en préstamo como pago al precarismo por un tiempo indefinido). Es decir, que esta ley no responde a las necesidades urgentes de distribución equitativa de la tierra, o a una reestructuración agraria en el Ecuador, razón por la que se entregaron tierras inservibles para la agricultura, porque se adjudicaron por lo general, títulos individuales y no comunales, acentúandose de esta manera la mercantilización de la tierra.

Dentro de este marco, la tierra ha sido el eje que ha articulado el proceso de unidad y lucha de los pueblos indígenas y campesinos del país. Ha sido uno de los temas más importantes en la estrategia del movimiento indígena y campesino, incluido las décadas de los setenta y ochenta, momentos en las que se incorporan también otros componentes de lucha como la Educación Intercultural Bilingüe, la reflexión frente a la estructura del Estado, el análisis con respecto al sistema político y otros.

Brevemente podemos mencionar, que la tierra o ALLPA MAMA, para los pueblos indígenas constituye un alto significado espiritual, entre el TAYTA INTI y la PACHA MAMA, son los generadores de vida, somos parte integrante de una gran colectividad de la madre naturaleza, en ella encarnan nuestras vidas, las de las plantas, los animales, los lagos, los ríos, y en ellas las WAKAS. La PACHA MAMA, nos proporciona energía, poder y continuidad. La visión y la práctica indígena y campesina es la de una convivencia armónica con la madre naturaleza, no como aquella que plantean y practican el dominio absoluto del hombre a la madre naturaleza, cuyas consecuencias son de magnitudes incalculables para el presente y el futuro de la humanidad.

En lo material, la tierra en nuestra cotidianidad, es el elemento vital y constitutivo de nuestras comunidades, ella nos permite la continuidad histórica como pueblos, desde ella se genera la construcción de la identidad y la reproducción cultural de las comunidades, de ella nacen los conocimientos y el saber, de esta relación se construye los principios y los valores intrínsecos al comportamiento y la conducta social.

Lamentablemente la historia del movimiento indígena no se escapa de la intervención de agencias estatales, privadas, nacionales e internacionales, con métodos, recetas y paquetes tecnológicos foráneos desde el discurso de la revolución verde, una visión del asistencialismo, hasta llegar al actual modelo del capital y del mercado, donde prevalece la competitividad, el mercantilismo y no la reciprocidad, la complementariedad y la minga, que aún perduran en nuestras comunidades. Esta introducción de paquetes tecnológicos y de productos nocivos, son los que han causado grandes deterioros, depredaciones y afectaciones a la madre naturaleza y al ser humano, pero felizmente en el momento actual existe un alto grado de reflexión sobre el uso de tecnologías y productos dañinos para la salud humana y de la naturaleza. Es más, no se ha generalizado a todas nuestras comunidades estas recetas, por lo que aún persisten métodos y tecnologías propias que se han desarrollado a través de miles de años.

Hoy por hoy, los conocimientos, las prácticas y las tecnologías milenarias han logrado imponerse nuevamente, gracias a las iniciativas de pequeños productores, que significa el reconocimiento y el reencuentro con lo nuestro, donde creemos que se construye una alternativa de producción y se garantiza una soberanía alimentaria con identidad para las comunidades y los consumidores en general, a sabiendas de que los pequeños productores (las propiedades de menos de 10 has.) son los que proporcionan los alimentos básicos a toda la población.

Son experiencias múltiples que ya se viven en el Ecuador, desde un aprendizaje mutuo y continuo, la minga de conocimientos. Una de las características fundamentales en la convivencia de nuestras comunidades es la visión colectiva y la acción mutua y recíproca, lo que se sintetiza en la comunidad y la minga, concepción que juega un papel importante en el ejercicio de la recuperación de conocimientos colectivos, en la innovación y construcción de propuestas e iniciativas de cambio.

Como primer punto importante de este proceso, es la recuperación de la fertilidad del suelo, que significa devolver el mismo valor productivo al suelo desde una visión estratégica y sustentable a través de métodos comunitarios, con tecnologías propias, productos e insumos naturales no contaminantes, con las diversas formas de obtener el agua, hasta convertir nuestra chacra en un modelo alternativo de producción, es decir generadores de alimentos aptos para el consumo humano y el mantenimiento de la naturaleza limpia y sana.

Un segundo aspecto importante, es la recuperación de nuestros productos en función de proporcionar mayor valor nutritivo a la alimentación diaria de la población y al mismo tiempo rescatamos el valor identitario de nuestros alimentos. En este contexto hablamos de la soberanía alimentaria con identidad.

Por lo tanto, la prioridad nacional cuando se habla de la reactivación agrícola, para nosotros consiste en la multiplicación de miles de estas experiencias e iniciativas existentes en el país, a pesar de la crisis generalizada que vive el Ecuador, que hayan más chacras, parcelas o granjas biológicas. Son estas las alternativas frente al modelo económico imperante, frente al capital, al mercado y al mundo del consumismo.

Finalmente, creo que es importante reflexionar en el futuro, sobre dos concepciones distintas del mundo, dos lógicas diferentes de la realidad, la producción y la economía, la una fundamentada en el capital y la moneda y la otra economía sin base monetaria.


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