Boletín No 17

ICCI

Editorial

Democracia y Ajuste:
Una estrategia a desarmar

La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, entregó a inicios de agosto del año 2000, a las autoridades del tribunal de Elecciones de Ecuador, cerca de un millón y medio de firmas que respaldan su propuesta de llamar a una Consulta Popular para disolver el Congreso Nacional y la Corte Suprema de Justicia, detener el proceso de privatización y, además, revisar el proceso de dolarización oficial de la economía ecuatoriana.

Con este acto, la CONAIE, modifica una vez más el escenario político en el Ecuador e inscribe con fuerza el debate de la relación entre la democracia realmente existente, con su institucionalidad, sus retóricas y sus prácticas con los procesos de ajuste, liberalización y privatización de la economía.

Es necesario comprender esta propuesta política hecha por la Conaie, dentro de un contexto más amplio y en el cual lo que está realmente en juego es el carácter que asume la democracia en nuestro países y su relación con las políticas de ajuste y de liberalización económica. Una problemática que ya ha suscitado amplios debates y que ha generado una corriente conservadora que se apoya en la categoría de la gobernabilidad para mantener ese difícil equilibrio entre democracia y ajuste.

En efecto, al igual que la mayoría de países de América Latina, los procesos de ajuste económico se realizaron en condiciones de retorno a la institucionalidad democrática. El periodo que va de fines de los años 70’s a mediados de los años 80’s, marcan en casi todos los países de la región, de una parte, la paulatina y profunda transformación económica a partir de la imposición de las políticas de ajuste preconizadas, monitoreadas y diseñadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y, de otra parte, el fin de las dictaduras y la consolidación de regímenes democráticos.

Estos dos procesos, aparentemente contradictorios y antitéticos, conforman una especie de matriz política y económica común para los países latinoamericanos. Con mayor o menor intensidad, el ajuste y la democracia son los procesos que caracterizan la década de los 80’s. La transición de las economías latinoamericanas hacia una mayor integración a los mercados mundiales en condiciones de liberalización, desregulación, privatización y desreglamentación, se profundiza y adquiere mayor coherencia desde inicios de la década de los 90’s, a partir del denominado «Consenso de Washington», al mismo tiempo, en ese periodo casi todos los países de la región son gobernados por regímenes electos en las urnas.

Sin embargo, es precisamente la década de los 90’s la que marca el acceso del movimiento indígena ecuatoriano a la vida política del país y que cuestiona profundamente los límites políticos y éticos de la propuesta derivada del Consenso de Washington. Del levantamiento de julio de 1990, a la insurrección popular del 21 de enero de 2000, existe un profundo y complejo proceso político por el cual los indígenas ecuatorianos se van convirtiendo en el eje a partir del cual se articulan fuerzas sociales en contraposición al proyecto político y económico dominante.

Este eje de acción política, en cuyo centro se ha ido situando la Conaie, se ha convertido, a no dudarlo, en uno de los contrapoderes más efectivos que existen al interior del Ecuador. De ahí que a fines de la década de los 90’s, el Ecuador presente un cuadro de bloqueos políticos y de impasses que han hecho virtualmente imposible que se concreticen los aspectos más elementales de la propuesta del Consenso de Washington: la liberalización y la privatización total de la economía.

Hasta ahora, aspectos claves de la economía, como son los sectores energéticos, la seguridad social, la tierra, el agua, los recursos medioambientales, la salud y la educación, aún no han sido transferidos al sector privado. El Ecuador, en ese sentido, es casi el único país en la región que no se ha «modernizado», si se otorga al término la conceptualización dada por el Consenso de Washington.

Ahora bien, el proceso de ajuste económico, provocó en Ecuador la extensión y la profundización de la pobreza. Cuando se iniciaron la políticas de ajuste, en 1982, la pobreza alcanzaba al 45% de la población total. A inicios del año 2000, más del 80% de la población ecuatoriana se encuentra bajo la línea de la pobreza. En el sector rural, que es en donde se encuentra la mayor parte de la población indígena, la pobreza alcanza a un dramático 95% de la población total. El deterioro de las condiciones de vida es tal que en los años 1998-1999 e inicios del 2000, el éxodo de ecuatorianos al exterior adquiere características que solamente se dan en casos de guerra y de desastre natural. En ese periodo, se estima que han emigrado al exterior cerca de un 10% de la población total.

Entonces es razonable cuestionar el carácter que tiene la democracia y la institucionalidad existente. Si para construir la democracia es necesario construir ciudadanías, y si esas ciudadanías se ejercen de manera responsable y participativa, entonces es necesario adecuar la estructura económica en función de las necesidades de los seres humanos y no al revés. La democracia debe permitir una sociedad más participativa, pero también debe ser una sociedad más equitativa, más justa. En el caso particular del Ecuador, la democracia realmente existente ha posibilitado, a través de la imposición del ajuste económico, niveles de concentración de la riqueza jamás vistos, desigualdades cada vez más profundas, exclusión, recesión, pobreza, deterioro del medio ambiente, profundización de la miseria, etc. Justo es, entonces, preguntarse por el sentido que tendría la democracia en nuestros países, y cuestionar ese sentido.

Hasta el momento, el cuestionamiento más profundo que ha sido realizado en esa dirección ha sido, justamente, aquel hecho por la Conaie. Si la democracia posibilita y abre canales de participación social en la conducción, control y gestión de las cuestiones públicas, entonces la democracia debe identificarse con los intereses de las mayorías y debe corresponderse a esos requerimientos. Vale decir, gracias a su carácter de participación social la democracia es perfectible y susceptible de incorporar cambios a su interior que la hagan más participativa, más consensual.

Ahora bien, la democracia que se instauró en Ecuador a fines de los años 70’s, se caracteriza justamente por ser excluyente y coercitiva. A nivel económico, la democracia existente no ha permitido la creación de un solo mecanismo legal, político o social, que regule, norme o al menos atenúe la imposición de las políticas de ajuste. El ajuste se lo impone sin que medie la más mínima participación social ni en su discusión ni en su elaboración.

A nivel político, en cambio, la democracia en Ecuador, tal como se estructuró en sus leyes, institucionalizó la exclusión: prohibía el voto a los analfabetos y otorgaba la ciudadanía solamente a aquellas personas que cumplan ciertos requisitos. En virtud de que los indígenas del Ecuador utilizaban al español como segunda lengua, y que grandes mayorías de ellos no sabían leer ni escribir en español, estaban, de hecho y de derecho excluidos de toda forma de participación política. No constaban en los padrones electorales, no podían elegir ni tampoco ser elegidos. Los indios eran, simplemente, invisibles. Era una condición de invisibilidad que abarcaba a cerca de un 45% de la población total.

La lucha por dar contenidos más democráticos al orden constitucional existente en el Ecuador, será un proceso que tomará varias etapas el movimiento indígena ecuatoriano. Quizá una de las más importantes sea la propuesta de plurinacionalidad e interculturalidad del Estado Ecuatoriano, realizado en el levantamiento de 1990. Esta es una propuesta que demorará cerca de una década en ser comprendida y asimilada por las estructuras de poder y por la sociedad civil ecuatoriana. El aspecto culminante en esta lucha será la aprobación en 1998 por parte del Congreso Nacional, del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, por el cual se reconocen los derechos jurídicos de los pueblos y nacionalidades indígenas, conocidos como «Derechos Colectivos».

Una segunda etapa, quizá puede ser establecida en la coyuntura de 1995-1996, cuando el movimiento indígena constituye el núcleo a partir del cual se aglutinan diversos sectores de los movimientos sociales para constituir un frente político electoral conocido con el nombre de «Pachakutik». Esta alianza electoral posibilita la participación en elecciones sin el tutelaje de partidos políticos, y logra, finalmente, una importante representación parlamentaria y el control político de varios poderes locales. Este proceso será ratificado en las recientes elecciones del mes de mayo de 2000, cuando el Movimiento Pachakutik se constituye en la primera fuerza política en el control de los gobiernos provinciales, y en la cuarta fuerza política en el control de las municipalidades.

Una tercera etapa, puede ser confirmada a partir de los acontecimientos del mes de enero del año 2000, cuando el movimiento indígena insurge como una fuerza política capaz de transformar radicalmente la política nacional. Es a partir de este proceso que el cuestionamiento al orden político existente en Ecuador, se hará más radical. Si la democracia ecuatoriana se ha caracterizado por permitir la confluencia de los intereses privados con los públicos, entonces es necesario romper esa vinculación perversa. Y si quienes hacen la política en Ecuador son los mismos que utilizan los recursos del Estado para favorecerse a sí mismos, entonces es absolutamente imprescindible el cambio. Pero no solamente se trata de cambiar a las personas sino de establecer mecanismos jurídicos, políticos y sociales que imposibiliten esa connivencia entre lo público y lo privado.

En ese sentido la Conaie ha sido bastante clara y elocuente: es necesario disolver el actual Congreso Nacional, porque su estructura no garantiza los intereses del Estado, es decir, los intereses de la comunidad en general, sino porque a su interior predominan más bien intereses de grupo. Es necesario, asimismo, disolver la Corte Suprema de Justicia, porque hasta el momento no se ha constituido ni en el contrapeso ni en el contrapoder que frene esa relación entre los intereses públicos y privados. La Conaie ha insistido en que no se trata en absoluto de cambiar unas personas por otras sino de estructurar un nuevo modelo de Estado, en el cual existan los suficientes controles que impidan la utilización de lo público con fines privados.

Es, hasta el momento, la propuesta más radical realizada en este sentido y apunta a una construcción de un ordenamiento institucional diferente. Al hacerlo, la Conaie está demostrando el carácter corporativo, elitista y patrimonial que tiene la democracia en Ecuador. En este caso, la democracia se utiliza más bien como un recurso del discurso político hecho desde una retórica del poder que sirve para justificar y legitimar posiciones de fuerza e imposición.

El movimiento indígena, con su propuesta de Consulta Nacional para disolver el Congreso y la Corte Suprema, realiza una de las críticas más profundas a la relación que ha existido entre ajuste económico y democracia política. Hasta ahora, ajuste y democracia eran conceptos que iban de sí y que se habían ido articulando dentro de una misma estrategia cuyo norte sería establecido desde del Consenso de Washington.

No se habían realizado cuestionamientos a la relación entre el ajuste y la democracia, y sobre todo, no se habían propuesto desde la práctica política de los movimientos sociales la posibilidad de romper esa relación y declararlas como mutuamente excluyentes. Una sociedad verdaderamente democrática no puede ejercer un poder indiscriminado sobre sus ciudadanos imponiéndoles medidas económicas destinadas a perjudicar y deteriorar sus condiciones de vida. Incluso a nombre de lograr supuestos equilibrios económicos. Una sociedad verdaderamente democrática no puede excluir bajo ningún concepto a los diferentes pueblos que la constituyen, y si éstos reclaman condiciones de autonomía, de respeto y de reconocimiento a su diferencia, una sociedad democrática debe reconocérselos sin imponer condiciones de ninguna especie.

Si una sociedad se dice democrática pero irrespeta los derechos de sus habitantes, sea imponiéndoles medidas económicas, o no reconociendo su derecho a vivir diferentemente, entonces esa apelación a la democracia se constituye más bien como una estrategia dentro de un discurso que tiene por objetivo más bien imponer condiciones que aceptar negociaciones.

Cuando la Conaie plantea la disolución del Congreso ecuatoriano, y cuando abre el espacio de la discusión para que sea la sociedad en su conjunto la que llene el vacío generado por la disolución del Congreso y de la Corte Suprema, está inaugurando una nueva etapa dentro de sus transformaciones políticas. Una etapa que apunta a uno de los centros neurálgicos del orden actual. En efecto, los alcances de su propuesta abren nuevos escenarios y demuestran que la democracia es un concepto por construir, que más allá de su utilización discursiva dentro de la retórica de los grupos de poder, está la posibilidad cierta de construir una sociedad más participativa, en la cual sean respetados los intereses de la comunidad, en base a una ética de responsabilidad social.

Instituciones indígenas:
La comuna como eje

Por Luis Macas

Es importante destacar, en el proceso de reconstrucción de los pueblos y de las naciones ancestrales, las instituciones legales que se han establecido a lo largo de nuestra historia y cuya función primordial es la de asegurar y dar continuidad a la reproducción histórica e ideológica de los pueblos indios.

Destacamos, en ese sentido, los elementos esenciales que constituyen la institución modernamente conocida como la «comuna». Para nosotros, la comuna es la llacta, o el ayllu o jatun ayllu. La comuna es la organización nuclear de la sociedad indígena. Desde nuestra comprensión, la institución de la comuna constituye el eje fundamental que articula y da coherencia a la sociedad indígena.

Esta institución histórica, responde a una estructura social primaria e importante, por lo que se constituye en el centro del proceso de desarrollo organizativo de los pueblos indígenas, la comuna es la base fundamental de concentración y procesamiento cultural, político social, histórico e ideológico.

La comunidad es un referente cultural y social: pues en ella se desarrollan los valores y principios que guían y norman la acción de las personas. A su interior encontramos prácticas como:

  • La reciprocidad
  • La ayuda mutua
  • El valor comunitario de los bienes
  • La relación de respeto con la naturaleza
  • La solidaridad
  • La responsabilidad social
  • Los principios de una discusión colectiva
  • El respeto al otro

La comuna es entonces el centro de la reproducción cultural, histórica, donde se genera y desarrolla una ideología, en el cual se despliegan prácticas, convivencias, aprendizajes, socialización de costumbres y que sirve como centro articulador de la cosmovisión indígena.

La comunidad es la institución histórica que se constituye en el pilar fundamental de la resistencia indígena, y es el componente vital de nuestra identidad.

Esto confirma lo que varios especialistas dicen de la comunidad hablando política y económicamente en sus análisis.

Eric Wolf, por ejemplo, cuando hace mención a los Aztecas y Mayas, escribe: «es una familia corporativa y cerrada, las tierras que poseen estos campesinos las utilizan solo para su subsistencia y no como un negocio para la obtención de ganancias».

Al igual que Chayanov, expresa que: «… a los campesinos no se los puede entender en términos de «uitlidad». Su actividad, dice, es como un medio de sobrevivencia y no como un negocio en busca de utilidad. En las familias existe una unidad productiva, pero sin vínculo con la economía de mercado».

Entonces, la conclusión que obtenemos de este análisis es que en la comunidad se ejercen prácticas sociales e históricas que están en contradicción con la cultura occidental. La sola inexistencia de los criterios de «utilidad», de «beneficio», hacen que la comuna sea inviable para el desarrollo de mecanismos de mercado y de capital. Así, se ha calificado a los indios y a sus comunidades como obstáculos para el desarrollo de la sociedad. En tal virtud, según esta visión, sería necesario «modernizar» a los indios, destruyendo sus comunidades e integrándolos al mercado. En otras palabras se continúa con la imposición neocolonial, esta vez a partir de posiciones ideológicas por las cuales lo que correspondería a la civilización moderna sería superior al mundo indígena.

En esencia, lo que nos proponemos es que ahora es indispensable el reconocimiento de la comunidad como una institución indígena y que hoy constituye un aporte fundamental para la sociedad actual. Este reconocimiento es parte de la estrategia por conservar viva la memoria y por construir referentes diferentes a la modernidad occidental.

Entonces, es necesario darle la verdadera categoría de instituciones a los aportes históricos como la comuna, que han permitido la presencia histórica de los pueblos indios, como estrategias de resistencia frente a las adversidades de la imposición neocolonial.

Movimiento indigena ecuatoriano:
historia y consciencia politica

Por: Miguel Angel Carlosama

Nuestra Abya Yala, desde hace miles de años ha convivido con numerosos pueblos , los cuales han desarrollado complejas formas de organización económica, social, política , religiosa y cultural. La experiencia de determinados pueblos permitió fortalecer organizaciones más desarrolladas que formaron verdaderos Estados. Los mayas, aztecas e incas llegaron a administrar estas complejas formas de organización.

En el hoy denominado Ecuador vivíamos muchos pueblos que con diferente grado de organización manteníamos nuestras relaciones de alianzas, estábamos relacionados a través del intercambio comercial de solidaridad y apoyo mutuo. No nos separaban las regiones, al contrario éramos pueblos que necesitábamos darnos la mano; es decir, entre la costa, la sierra y la amazonía estábamos en contacto permanente, porque de esta manera éramos complementos necesarios y muchas veces teníamos relaciones con otros pueblos indios de México al Norte y Chile al Sur. La familia era nuestro núcleo principal de grandeza y de fortaleza para que florezcan nuestras diferencias organizativas, lingüísticas y culturales.

El estado Inca incursionó con fuerza sobre todo en los Andes del Abya Yala del Sur y en el norte del ecuador en el siglo XV fueron incorporando en diferentes etapas a los pueblos originarios asentados en la región interandina. Esta etapa duró apenas un siglo lo cual fue interrumpido por la invasión española. Por tanto los Incas tuvieron mayor consolidación de su gobierno en la zona sur y el centro del país. En la Costa fue esporádica, en la región amazónica fue nula (Salomón 1980: p.276-280).

Es decir desde muchos siglos atrás, las consecuencias históricas, filosóficas, y políticas dan cuenta de la existencia de pueblos desarrollados integralmente, así por ejemplo: las ciencias, el arte, la agricultura, la economía se fundamentaba sobre las bases de la solidaridad, equidad.

Estas razones es una muestra evidente que nuestra Abaya Yala nunca fue descubierta en 1492. Es importante que reconozcamos que durante más de cinco siglos el aparente desarrollo y progreso de nuestra Abya Yala ha sido el despojo total de nuestras existencias.

Eduardo Galeano dice que es necesario un autodescubrimiento, «la revelación de la cara oculta bajo las máscaras pasa por el rescate de algunas de nuestras tradiciones más antiguas» escribe . Es desde la esperanza , y no desde la nostalgia , que hay que reivindicar el modo comunitario de producción y de vida, fundado en la solidaridad y no en la codicia la relación de identidad entre el hombre y la naturaleza y las viejas costumbres de libertad.

Es importante rendir homenaje a quienes han tenido que enfrentar una colonización y esclavización injusta desde todos los puntos de vista, a quienes han enfrentado el exterminio, ya que a través de ellos hemos mantenido nuestra voz , la existencia viva de nuestros pueblos . Nuestro testimonio del pasado es el fiel reflejo de que existe todavía luz y un camino que recorrer.

Las luchas de nuestros líderes y nuestros mayores han multiplicado la libertad humana, y no en las que nos encarcelan o nos eliminan nuestras vidas. Desde el pasado nos podemos apoyar para encontrar respuestas a las utopías del presente. Podrán haberse muerto referentes extraños, esquemas y paradigmas occidentales, pero aquí en Abya Yala están nuestras fuentes originales, las raíces y energías ancestrales están en nuestros líderes y sabios que han sabido conservar e interpretar los signos de la naturaleza y de la historia proyectándolos hacia el futuro.

Nuestra falta solamente ha sido el vivir en comunidad, practicar la ayuda y la solidaridad mutua, este acto ha sido condenado y perseguidos en nuestra propia tierra. También nuestra tierra ha sido violentada . A finales del siglo pasado, para justificar la usurpación de las tierras de los indios sioux, el Congreso de los EE.UU. declaró que » la propiedad comunitaria resulta peligrosa para el desarrollo del sistema de libre empresa».

Y en 1979 el defenestrado general Pinochet promulgó una ley en contra de las autoridades comunitarias obligándoles a parcelar sus tierras y a convertirse en pequeños propietarios incomunicados y auto aislados entre sí. Es decir el punto de vista capitalista egoísta e individualista es impuesto a la fuerza y por la violencia. El libre mercado necesita de la mano dura para imponerse.

Nuestra historia no ha sido escrito por nosotros mismos, pero ha sido guardado celosamente por nuestros mayores, comunicada y consolidada desde la raíz para todas las generaciones.

A pesar de que permanecíamos organizados en la resistencia clamando justicia e igualdad. La Iglesia recién admitió en 1537 , que los indios eran humanos , dotados de alma y razón , pero bendijo el crimen y el saqueo, según la iglesia dominante al fin y al cabo los indios eran personas , pero personas poseídas por el demonio , y por lo tanto no tenían derechos. Los invasores actuaron en nombre de dios y de su religión . Nosotros no conocíamos la propiedad privada . No usábamos el oro ni la plata como moneda, sino que adornábamos nuestros cuerpos con los que rendíamos homenaje a nuestros dioses. Esos dioses falsos estaban a favor del poder invasor y dominante.

La historia oficial reduce completamente la realidad precolombina, en gran medida a los centros de las dos civilizaciones de más alto nivel de organización social y desarrollo material. Los indios hemos sido considerados simplemente como mano de obra servil o atracción turística.

El país oficial, que vive del país real pero se avergüenza de él , quisiera suprimirlo: considera a las lenguas originarias ruidos guturales, y a la religión pura idolatría , porque para nosotros los Pueblos Indios la iglesia es todo nuestro entorno, las formas de vida, costumbres, tradiciones, la TIERRA es nuestra iglesia y todos los bosques son santuario.

Nosotros todavía pedimos perdón al árbol cuando vamos a derribarlo, saludamos al INTI (sol), cuando sale brillante por la montaña y se oculta por el mar.

En toda Abya Yala , de norte a sur, la cultura dominante ha intentado admitir a nuestros pueblos como objetos de estudio, pero no nos ha reconocido como sujetos de nuestra propia historia, nos han dicho que los indios tenemos folklor; no cultura; que practicamos supersticiones , no religiones , que hablamos dialectos, no lenguas; que hacemos artesanías, no arte.

Es importante retomar los hechos históricos que anteceden porque son las raíces profundas de la organización y la lucha de los pueblos indígenas en nuestro país, como ejemplos significativos de la respuesta del pueblo indígena a una situación colonial y semi colonial que ha sido sometido.

Creemos necesario y conveniente rescatar el proceso de la lucha indígena por espacio de más de 500 años, señalando los principales acontecimientos que han servido como semilla para que en la actualidad las nacionalidades y pueblos indígenas presentemos alternativas válidas de desarrollo para el conjunto de la sociedad ecuatoriana. El valor, la dignidad de los pueblos indígenas, demostrada por mas de 500 años, ha servido de guía para que fructifique la organización de este pueblo y continúe en la resistencia y presencia en el escenario nacional. Algunos referentes bibliográficos nos servirán de base en esta historia; brevemente señalamos algunos ejemplos: En Guayas, los Chonos, Congonos y Chonayes, en 1535 y 1537 protestaron y se levantaron a raíz de las reducciones de indios. (Rodrigo Chávez Gonzales, Estudio de Idiosincracia Regional).

En 1568 Carlos Manuel Larrea, en el Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos y Americanos No 7-8 señala que el Capitán Andrés Contero fue a Esmeraldas a pacificar a los indios levantados. Aquiles Pérez Tamayo , en las mitas en la Real Audiencia de Quito, señala un dato encontrado en los documentos de la Corte Suprema de Justicia que dice: Los indios Malabas y los Tomolos , habitaron las tierras de Esmeraldas y por varias ocasiones se sublevaron contra el dominio español. La descripción de las diez sublevaciones que presenta Segundo Moreno en el libro : Sublevaciones Indígenas en la Real Audiencia de Quito, analiza los factores que motivaron los levantamientos, estas son muestras que indican las distintas formas de protesta contra la explotación colonial, a través de las cuales el latente descontento se transformó en un conflicto público. De especial interés son en este caso, los levantamientos surgidos luego de las reformas administrativas durante el gobierno de Carlos III (1758-88), y aquellas contra el primer censo y los cambios dentro del marco de la política de fiscalización realizada por la corona española.

En el orden cronológico los levantamientos de los pueblos indígenas son los siguientes:

En Poma Llacta ,1730; en Riobamba , 1764; en San Miguel de Molleambato, 1766; en el Obraje de San Idelfonso, 1768; en San Felipe, 1771; en el corregimiento de Otavalo, 1777; en Guano,1778; en Ambato 1780; en Píllaro 1770, en Guamote y Columbe, 1803. En los años de la independencia tomemos en cuenta, en primer lugar, una carta que escribe desde Jamaica Simón Bolívar, el 6 de septiembre de 1815, contestando a un americano meridional de esta isla . Esta carta dice: «América no solo estaba privada de libertad sino también de la tiranía activa y dominante, a esta acompañaba los tributos que pagaban los indígenas, las penalidades de los esclavos, las primicias, y los diezmos».

La participación de los pueblos indígenas en la independencia fue obligada, así, el Márques de Maenza, en Latacunga , llevó a sus peones al combate; a los indios de Guanujo se les pagó para que fabriquen lanzas, flechas de chonta para los patriotas.(dato de Oscar Efrén Reyes, breve historia del ecuador, Quito, 1.985). Y no se trató de una participación masiva , ya que los indígenas estábamos sometidos a sus trabajos; al sistema agrario en las haciendas, tanto así que los hacendados obligaron a algunos de ellos a combatir en el bando al que pertenecían, las luchas fueron entre realistas y criollos, los indígenas, sirvientes tanto de los unos como de los otros, se enfrentaron por una causa que no era propia, es así que el triunfo de los criollos del 10 de Agosto de 1809 no le significó su libertad ni en lo más mínimo «El pueblo , las masas, estuvieron ajenos e ignorantes ….. el pueblo quedó indiferente» escribe José Gabriel Navarro. ¿Quién no recuerda aquella lapidaria frase, que sintetizó la realidad nacional de aquel entonces y de este presente, y que dice «Ultimo día de despotismo y primero de los mismo»?.

En la época republicana , Leonardo Espinoza señala: «En 1830 no recibimos una sola herencia , sino varias: no solo fue colonial , sino la incásica y comunitaria. Se heredó un hombre y una tierra transformados y mutilados por los procesos de explotación . Lo étnico y lo regional son realidades sociales y naturales que no pueden soslayarse» . El desarrollo republicano está inmerso en el desarrollo del sistema capitalista dependiente. La República del Ecuador, al separarse de la Gran Colombia se caracterizó por ser: un conjunto orgánico de varios tipos de modos de producción: capitalismo dependiente, feudalismo colonial, economía mercantil simple y comunitaria (Leonardo Espinoza, obra citada). Durante esta época la lucha y la resistencia de los pueblos indígenas tuvo su expresión en el movimiento y organización que levantó Fernando Daquilema en la Provincia del Chimborazo, en el año de 1871, quién logró unir a varios pueblos indígenas para levantarse en contra de los diezmos , los tributos, la obligatoriedad de trabajos forzosos, y gratuitos , los azotes, los castigos, el concertaje. Por ese delito fue fusilado en Cacha delante de su propio pueblo.

Otro levantamiento de importancia fue el que se dio en Otavalo, en el año de 1872. A fines del siglo XIX se producen levantamientos en Azuay, Cañar, Loja, Cayambe, Zuleta, Pasa San Fernando, Píllaro, Tanicuchí. A todos estos movimientos sociales los gobiernos de turno respondieron con la represión y la muerte, baste mencionar como ejemplo la ola de violencia que desató el Gobierno de Gabriel García Moreno, y quien fuera sintetizado magistralmente en el libro de Benjamín Carrión, titulado: El Santo del Patíbulo.

El desarrollo de la vida republicana presentó nuevas fases en el campo social, económico y político, continuaron las luchas y las contradicciones que se expresaron en la lucha por el poder político. Así el 5 de Junio de 1895 , triunfó la Gran Revolución Liberal, liderada por el general Eloy Alfaro, en cuyos principios contemplaba la realidad indígena de liberarlos del concertaje, , de los tributos, de los diezmos, de los castigos, los azotes. La participación de varios pueblos y Líderes indígenas en la revolución de Alfaro, de manera especial en la provincia de Chimborazo, responden a la soliaridad con los campesinos montubios de la Costa , que formaron el ejército de los montoneros en contra del concertaje y que buscaban su libertad como lo había ofrecido el viejo luchador. Neftalí Zúñiga(1972, 12) señala: El Sargento Ramón Arias, que conoció a Eloy Alfaro en Guayaquil, tomó la responsabilidad de dirigir la campaña en un área del Chimborazo, le acompañaron liberales de Riobamba, Alausí , Ambato. Los Pueblos Indígenas participaron en guerrilla cerrada, que hizo posible el avance de los liberales hacia la capital . Los indomables jefes después fueron ascendidos a coroneles o generales de la república por Alfaro.

Manuel del Pino en una carta escrita en Guamote el 28 de Enero de 1960 escribió: «El sargento Arias organizó el espionaje mediante el diligente y eficaz servicio de los indios, los generales Sáenz , Guamán , Morocho y el Coronel Lasso, sin su participación no hubiera triunfado en la sierra de nuestro país la revolución liberal. En las espaldas de aquellos líderes se transportaban las armas y municiones para los combates de los ejércitos liberales. El viejo Coronel Lasso, al contarnos las azañas de las guerras liberales decía: » shukta Alfaro huiñaspallami runakunataka alli chinka», («solo el advenimiento de otro Alfaro redimirá al indio»).

La revolución de Alfaro abrió esperanzas de un cambio social en la república, dictó leyes de beneficio para el pueblo indígena, llegó a la confiscación de las tierra de la iglesia, pero cuando tuvo que enfrentar las contradicciones de su propia clase se detuvo, pactó con los comerciantes que eran latifundistas y vino la traición y el asesinato, y los ofrecimientos de campaña quedaron olvidados. Su sucesor Leonidas Plaza devolvió las haciendas a los terratenientes y las leyes progresistas quedaron escritas, pero no ejecutadas, de manera especial la tocante a la propiedad de la tierra y a las relaciones sociales de producción. Hasta finales del siglo XIX e inicios del XX no se manifestó la organización indígena. Todo levantamiento en los gobiernos colonial y republicano han sido violentamente reprimidos, sus líderes asesinados y expuestos de escarmiento al pueblo para que no se haga cosa igual se dejaron lecciones de violencia institucionalizadas a fin de que no se intente reclamar, protestar, peor levantarse ante la opresión y el despotismo.

En este contexto histórico van forjándose importantes organizaciones indígenas con carácter nacional, es así que por los años veinte, que fueron años de agitación y movilización, de manera especial de la clase obrera de Guayaquil, que reclamaba alza de salarios y reducción de horas de trabajo. Se habían unido los ferroviarios, los trabajadores de la empresa eléctrica, los transportistas urbanos … fue una protesta que se hacía por primera vez a inicios del siglo XX y cobró gran magnitud. El presidente Tamayo pidió la intervención de la Fuerzas Armadas, quienes dieron muerte a un número indeterminado de trabajadores, fue un 15 de noviembre de 1922.

La situación en el campo también era crucial. En estos años comienza el intento de conformar una organización nacional indígena en 1931 se organizó el primer congreso nacional de organizaciones indias la cual fue frustrada por la intervencion y ataque de los terratenientes por lo que varios líderes sufrieron amenazas y amedrentamiento por ese intento de reunión. Hasta que más tarde preparan las condiciones un grupo de líderes indígenas y diez años más después, en 1944, aprovechando de las condiciones creadas por la revolución progresista del 28 de Mayo, se creó la Federación Ecuatoriana de Indios, siendo su primera Secretaria General la histórica dirigente indígena Dolores Cacuango.

LA IGLESIA Y LA FORMACION DEL ECUARUNARI.

Las primeras ideas de la formación de una organización popular surgieron de algunos sectores de la Iglesia Católica y más especialmente de los párrocos comprometidos con el trabajo de base, su principal protagonista es el Obispo de los Indios, Monseñor: Leonidas Proaño. La idea era promover una organización indígena y que sea una alternativa al tradicional movimiento indígena de la FEI, controlado por el Partido Comunista Ecuatoriano.

En 1970 y 1971 se organizaron dos convenciones de presbíteros, en donde se analizaron los lineamientos del concilio vaticano II y de la Conferencia Episcopal de Medellín. Luego algunos curas realizaron varias reuniones con líderes indígenas de varias provincias de la sierra lo que desembocó en un Primer Congreso Constitutivo del Ecuarunari en 1972, con la participación de más de 200 indígenas en la Comunidad de Tepeyac – Chimborazo.

Resulta clara la matriz conceptual en la que emerge el ECUARUNARI con un acento profundamente eclesial ligado a los sectores más progresistas de la iglesia de los 70’s. Una contradicción implícita estuvo presente desde el inicio. La definición de si era una organización indígena o era una organización campesina a la que podían pertenecer los sectores campesinos. Esta contradicción tenía una lectura más profunda en la medida que respondía a intereses particulares de los dos sectores que siempre bregaron por el control de la organización, los de orientación étnica que buscaban mantener al movimiento al margen de la acción sindical nacional, y los que pretendían un acercamiento del naciente movimiento de las organizaciones de corte clasista, pese a que tenían un proyecto organizativo de corte tradicional (indigenista).

La discusión sobre que era lo indígena y campesino nunca se la abordó y probablemente se la asumió desde la discusión en las que estaban inmersas las Ciencias Sociales y los proyectos políticos de la época . En donde el concepto clase empataba de mejor forma con el de campesino y era la única vía para los procesos de transformación agraria. La vía de recuperación histórica de los pueblos indígenas salía fuera del modelo y de la práctica política, no se la incluyó en la discusión académica, ni se preocupó por la conceptualización, incluso se la consideraba como retardataria. Para la década de los 70’s e inclusive hasta los 80’s, proliferaron los estudios de los pueblos indígenas desde el enfoque campesinista; la antropología, la sociología rural y la economía agraria, abarcaban bajo el término campesino todo una población rural que emergía bajo una serie de reivindicaciones, en especial la tierra. Este mundo del conocimiento no distinguió la diversidad y teorizó por igual a todos.

LA REVOLUCIÓN SIN SANGRE, PRACTICA Y PROPUESTA DESDE LOS PUEBLOS INDIOS.

En los últimos 10 años los pueblos indios del Ecuador hemos logrado una referencialidad destacada, aunque la historia oficial nos ha intentado ocultar la realidad: la existencia de una gran población del país que era sometida y explotada por los grupos dominantes, la diversidad y la particularidad de los diferentes pueblos, el racismo institucionalizado.

Es a partir del levantamiento de 1990, donde planteamos las propuestas y experiencias que acumulamos en la etapa anterior, aportamos desde todos los Pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador a dotarle a la política de un nuevo matiz, es decir, cuestionamos profundamente que la partidocracia manejado por pequeños grupos de poder económico y político y dirigida por un Congreso que perdió completamente el rumbo, no podíamos seguir adelante en este pobre país.

Los aportes del levantamiento son muchos, el tema de la identidad, el mestizaje, la formación e innovación de conceptos como, nacionalidad, plurinacionalidad, interculturalidad, la recuperación de los símbolos culturales de los pueblos indios, son temas que hoy se están debatiendo profundamente. La sociedad ecuatoriana que hasta entonces se denominaba blanca, hace el intento de recuperar su identidad, de entender su ser como fruto de un proceso histórico del cual no hay razón, motivo de avergonzarse.

Otro aporte importante del levantamiento es la propuesta de convocar a una Asamblea Constituyente , como una necesidad de refundar el país . Es importante recalcar que el mayor logro de 1990 para los pueblos indios y los movimientos sociales del Ecuador es el haber logrado una presencia nacional e internacional.

Reconstituido así el movimiento , las acciones posteriores se han concentrado en luchas de carácter específico, así en 1992, la marcha de la organización de Pueblos Indios de Pastaza (OPIP) logra el reconocimiento de miles de hectáreas a favor del pueblo kichwa, shiwiar. En 1994 se logra la resistencia a la aprobación de la ley Agraria. En 1997 la destitución de Bucaram y consecuentemente el compromiso de convocar a una Asamblea Constituyente.

Este último inaugura una última etapa , la coyuntura se desenvuelve en momentos en que todo el conjunto de la población ecuatoriana se siente indignada por las acciones de corrupción , la vulgaridad del ex – Presidente de la república : Abdalá Bucaram.

La fortaleza del movimiento indígena constituye el hacer alianzas bajo objetivos y programas políticos comunes con los movimientos sociales a nivel urbano; así como con sectores de partidos políticos del centro, a la izquierda. Si embargo, esta situación al interior del movimiento indio es vista de diferentes formas , para algunos permite unir varias fuerzas que contribuirían a exigir con mayor fuerza las reivindicaciones de cada sector , para otros las alianzas son importantes siempre y cuando se las realice con organizaciones que cuenten con una base social sólida y no con dirigentes que aducen representar a sectores organizados.

EL DESGASTE DEL DIALOGO

En esta dinámica, la movilización de julio de 1999 que es liderada nuevamente por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) que en su seno abarca a la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE), Organización de las Nacionalidades Indígenas de la Costa Ecuatoriana (ONAICE), y la organización más importante y pilar principal de la CONAIE, La Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador (ECUARUNARI), logra captar la alianza de nuevos sectores como los taxistas, obligando al gobierno nacional a congelar el precio de la gasolina, el gas, constituyendo además una comisión de diálogo con el fin de definir propuestas que beneficien al pueblo en general, y a los pueblos indios en particular.

El diálogo desde algunos sectores del movimiento indio, era visto como un anzuelo que utilizaba el gobierno para ganar tiempo. Su estrategia consistía en dilatar al máximo el tiempo y poner en marcha su proyecto que básicamente contemplaba cubrir los desfalcos provocados por los banqueros y empresarios corruptos , encubrir y proteger a los causantes de la desestabilización económica , incautar los depósitos y ahorros del pueblo para salvaguardar a la banca, conceder la base de Manta al Gobierno Norteamericano en condiciones que no favorecen al país; deslegitimar, y desconocer permanentemente a la CONAIE, como una organización poco representativa y finalmente tomar la decisión de la dolarización.

Esta forma de gobernar fue permanentemente cuestionada por los diferentes sectores del país, incluida la derecha, que pedían rectificaciones inmediatas y finalmente la renuncia del presidente , esta última sobre todo, logró una mayo presión en los meses de noviembre, diciembre y enero del presente, presiones que fueron lideradas por conocidos personajes como: el presidente del Congreso Nacional Juan José Pons, de quién decía la prensa tenía inclusive listo el gabinete, los ex presidentes de la república : el Ing. León Febres Cordero, el Dr. Rodrigo Borja, el Dr. Oswaldo Hurtado Larrea; empresarios de la Costa , la CONAIE, los movimientos sociales y otros.

ACABAR CON LOS TRES PODERES.

En estas circunstancias, la CONAIE promueve en el mes de Diciembre la constitución de los Parlamentos, la que más tarde se denominaría «Parlamento Nacional de los Pueblos del Ecuador». La propuesta de los Parlamentos es acogida por todos los sectores y en todas las provincias se promueve su constitución, el objetivo es lograr la participación del pueblo para que esta defina las propuestas, las demandas de cada sector y las cuales luego pasarían a la instancia nacional del parlamento.

Varias iniciativas salen de estos importantes espacios, en la primera semana de enero desde la provincia de Tungurahua lanzan la propuesta de destituir los tres poderes del estado: ejecutivo, judicial y legislativo la propuesta es acogida y la consigna de la movilización se focaliza en la destitución de los tres poderes, castigar la corrupción y la no dolarización . La derecha se preocupa ante esa situación y se repliegan a formar un solo frente y dejan de cuestionar al Presidente Jamil Mahuad, las Fuerzas Armadas y los partidos políticos y el Congreso Nacional comienzan a combatir la pretensión de la disolución de los tres poderes.

Así como preparan una estrategia de desprestigio a la CONAIE para lo cual deslegitiman la representación de la labor de los dirigentes del Consejo de Gobierno de la CONAIE y venden la idea de división, culpan a la organización de haber rechazado la firma de convenios que beneficiaban a las comunidades, reactivan los prejuicios raciales de la población ecuatoriana, compran el silencio y la parcialización de las organizaciones como la Feine , Fenoccin, a cambio de cuotas, aspiraciones solicitadas por las organizaciones aliadas por el gobierno. La prensa logró amortiguar el apoyo de la población mestiza.

A pesar de ello y la militarización, así como la declaración del estado de emergencia el 14 de Enero se instala en Quito el Parlamento de los Pueblos del Ecuador, en donde se resuelve: la derogatoria del estado de emergencia, la destitución del Presidente de la República, desconocimiento del Congreso Nacional, y de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y se declaran en reunión permanente.

LA TOMA DE QUITO

El día martes 18 las comunidades especialmente andinas se burlan los controles militares y se concreta la toma de Quito.

La noche del 20 logramos el control total del Congreso Nacional y de la Corte Suprema de Justicia, nuestra bandera, la bandera de la multiculturalidad , LA WIPALA es izada en el Congreso Nacional.

El día 21 sesionamos en el Congreso Nacional, varias organizaciones populares, y comunidades indígenas de Imbabura ,Pichincha, Chimborazo, Bolívar, Cañar comienzan a organizar refuerzo y relevo a los que se encuentran sitiados a Quito, así como se prepara la toma del palacio por la tarde y noche con todo el pueblo que comienza levantarse en todo Quito. En la tarde y noche de ese día, Jamil Mahuad abandona el Palacio de Gobierno camuflado en una ambulancia de la Cruz Roja . Por la tarde y noche conforman la Junta de Salvación Nacional presidida por el General Carlos Mendoza, Antonio Vargas y Carlos Solórzano. A las tres de la mañana del día 22 , el General Mendoza, rompiendo a su palabra, su juramento y compromiso renuncia de la Junta de Salvación y a las 7:30 de la misma mañana se posesiona el Dr. Gustavo Noboa como Presidente de la República . La derecha reacciona de este shock , recuperan su arrogancia, su prepotencia y el racismo enardecido y piden la sanción inmediata a los «golpistas».

Todo este proceso histórico trae varias lecciones, muchas interrogantes, varias propuestas, la cúpula de las Fuerzas Armadas sirven para garantizar la democracia o cuidar los privilegios del grupo de poder dominante, si los pueblos indios estamos preparando la toma del poder o la construcción del poder, ¿cuál es el rol que deben jugar los movimientos sociales del Ecuador? ¿cuáles son las perspectivas de la sociedad ecuatoriana a corto, mediano y largo plazo?. Nosotros tenemos en nuestras manos el destino de nuestro país.

Ñukanchikmi kanchik, kaypimi kanchik
Nosotros somos, aquí estamos

Movimiento de Organizaciones Indigenas de Quito, MOIQ

Presencia milenaria

Hemos estado en Quito desde siempre, desde que tenemos memoria, y aún antes.

Dicen que estamos aquí unos once mil años. Pero claro, en esos tiempos no estábamos aquí como MOIQ, teníamos nombres que se perdieron o que quizá están ocultos.

Dicen también que esta tierra era tierra para los viajeros de todos lados, dicen que venían del sur, de las tierras frías del altiplano, de más allá de los desiertos; dicen que venían también del norte, de la tierra de los mayas; venían también del mar y de las selvas tropicales del oriente.

Las gentes traían algodón y achiote, conchas spondylus y tejidos coloridos, papas y camotes, maíz blanco, amarillo, rojo y negro. En fin, dicen que en estas tierras, llamados por el Taita Inti, venían viajeros a cambiar sus productos y rendir ofrendas a la Pacha Mama.

Y así vivimos por siglos y milenios, aclimatamos el maíz, domesticamos la papa y el camote, aprendimos de las virtudes curativas de las plantas, también de cómo juntarlas en el cultivo y en la comida y así enseñamos a otros que traían también sus sabidurías y las cambiaban con las nuestras.

Pero llegaron otros que no venían a enseñar o a aprender, venían a cambiar las lágrimas del sol y de la luna por espejos, venían a cambiar culturas que vivían en comunión con la naturaleza por otras que se basaban en la explotación de esa naturaleza.

Y nos impusieron costumbres, religiones y valores y nos enfrentaron entre hermanos y convirtieron a la tierra en una mercancía y al hombre y la mujer en esclavos.

Y pasaron quinientos años en los que hemos vivido de espaldas entre nosotros mismos y hemos sido extranjeros en nuestra propia tierra.

Y ahora queremos vivir frente a frente a nuestros hermanos y juntar nuestros brazos y nuestras inteligencias para crear un país nuevo, un país en el que la solidaridad y la equidad, el respeto y la comunión con la naturaleza sean las normas de vida.

Como una de las herramientas indispensables en esta minga creamos el MOIQ (Movimiento de Organizaciones Indígenas de Quito).

La minga: herencia de nuestros abuelos

Uno de los valores fundamentales de nuestra cultura es la solidaridad, nuestros pueblos originarios basaban sus relaciones en el cuidado del grupo, el ayllu era el núcleo alrededor del cual se desarrollaba la vida, nunca fue el individuo el determinante, siempre lo fue la comunidad.

La minga, que aún conservamos, se ha convertido en símbolo de nuestra cultura y en síntesis de nuestros valores.

Cuando venimos a la ciudad, por trabajo o estudio, es la solidaridad de los hermanos que nos antecedieron la que nos hace menos duros los primeros meses y años, es un pariente, un paisano, un compadre, quien nos indica dónde debemos ir a vivir, es quien nos lleva al puesto de trabajo en la construcción, en el mercado, en la fábrica o simplemente en la calle.

Así también nace, con la solidaridad, la necesidad de organizarse , por eso nace el MOIQ como organización de segundo grado a la que luego se juntan varios grupos culturales, asociaciones e incluso comunas de los alrededores de Quito.

Desde los primeros días la unidad fue un objetivo central de nuestro trabajo, una obsesión, por eso nuestra posición firme junto a la organización de los quichuas, el ECUARUNARI y por supuesto junto a la CONAIE.

Construyendo chaquiñanes

Dicen nuestros sabios que hemos empezado a vivir una nueva época, que la época de la oscuridad, después de quinientos años, empieza a cambiar, empiezan los tiempos de la luz.

Las sociedades nacionales de América dicen haber perdido la década del ochenta, nosotros la encontramos y logramos forjar en ella las herramientas para tejer la unidad de los pueblos.

Durante estos años de estudio, de discusión, de análisis, se fue creando el proyecto político de los pueblos indígenas y se fueron encontrando respuestas y formulando nuevas preguntas.

Como parte de ese proyecto, el movimiento indígena dejó de luchar por sus intereses particulares y se abanderó de los intereses de los pobres, de los desempleados, de los olvidados, de los marginados.

Una herramienta más fue creada, el Movimiento Plurinacional Pachakutik Nuevo País, el Pachakutik, como lo conoce la gente, ha ganado poco a poco espacios hasta convertirse en parte fundamental de la vida política nacional.

Ahora el Estado ecuatoriano no puede más prescindir de nosotros, ahora los gobiernos tienen que conversar con nosotros, ahora las autoridades tienen que aprender a escucharnos, poco a poco están haciéndolo, solamente les falta entendernos, ya lo lograrán.

Como parte del movimiento indígena el MOIQ ha participado en las jornadas de análisis, discusión y de lucha que nuestras organizaciones nacionales han resuelto. Hemos participado en los levantamientos, marchas, asambleas y congresos, y además hemos provocado la discusión de nuestra propia problemática, la relación de los pueblos y organizaciones indígenas con el medio urbano, la aculturación y pérdida de valores de nuestros pueblos y la recuperación y fortalecimiento de nuestra cultura y lengua.

Semilleros de identidad

Desde fines de los ochenta se oficializa la educación intercultural bilingüe en el país, y son las organizaciones indígenas quienes toman bajo su responsabilidad la educación de sus pueblos, a partir de sus propias culturas y lenguas.

La educación intercultural bilingüe nació y creció en el medio rural, especialmente para atender la educación primaria, aunque la alfabetización bilingüe de adultos tuvo también su espacio. De esta manera, la educación y la organización de los pueblos se dieron la mano y se fortalecieron mutuamente.

El espejismo urbano produjo un incremento vertiginoso de las migraciones hacia las ciudades. Los pueblos indígenas se vieron enfrentados a una lucha dura y desconocida, bajo condiciones en que sus referentes culturales aparentemente eran dejados de lado, para priorizar la supervivencia en un medio inhóspito, cruel y degradante.

En este contexto, va tomando forma una necesidad igualmente fuerte para los desplazados: la lucha por su supervivencia como pueblos originarios que no quieren quedarse en el lamento del pasado sino que tienen propuestas para el presente y para el futuro.

En la ciudad ya no están cerca nuestros abuelos, ya no podemos acariciar la tierra con nuestras manos, ya no podemos saludar en alta voz en nuestras lenguas y nuestros guaguas no se enterarán siquiera de dónde vinieron sus padres.

Surge así la necesidad de abrir espacios para la educación como elemento trascendental en el camino de recuperar nuestra herencia.

Juntando manos y corazones

La forma de ver, de actuar, de organizarnos, de resolver los problemas y de plantear nuestro destino, siempre ha sido unitaria, integral, equitativa, en el marco de la justicia.

Con la conquista de los europeos se interrumpe nuestra forma de coexistir, los pueblos indígenas empiezan a entregar su esfuerzo a otro. No podemos acceder a nuestros territorios milenarios, nos encierran en fronteras imaginarias de países, provincias y cantones y pretenden cortar nuestras raíces y la existencia misma de nuestros pueblos.

Para el MOIQ, Quito no es el espacio asfaltado, ni solo aquello que aparece desde 1534. Es la inspiración, la energía, el espacio sagrado que nos llama a luchar como opción de vida para que los seres que habitamos estas tierras podamos tener continuidad. En este espacio están los puruháes, los otavalos, los cañaris, los guarangas, los chibuleos, los salasacas, los saraguros, en fin, pueblos que han resuelto levantar la bandera de la unidad en la diversidad desde el medio urbano.

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