Boletín No 165

ICCI

Editorial El Compromiso del Movimiento Indígena: Saber Hacer, Saber Decir

Equipo Editorial ICCI

El proceso electoral del 9 de febrero reveló un escenario complejo para el movimiento indígena. La candidatura promovida por la CONAIE y postulada a través de Pachakutik, encabezada por Leonidas Iza y Katiuska Molina, obtuvo un 5.26% del voto válido en la primera vuelta presidencial. Este porcentaje es significativo, considerando la campaña de deslegitimación que han enfrentado no solo el movimiento indígena y las luchas sociales, sino también la legitimidad de los derechos humanos en Ecuador y el contexto internacional.

En el ámbito global, se observa una tendencia que disputa los principios básicos de la convivencia humana. La llegada de Donald Trump al poder significó un ataque frontal al Estado de derecho, las relaciones internacionales, la institucionalidad, las políticas públicas y los derechos humanos, valores por los que generaciones han luchado para mejorar la vida de pueblos como el ecuatoriano. En este marco, la postura del presidente y candidato Daniel Noboa es alarmante: su respaldo incondicional a la administración estadounidense se traduce en la entrega del Archipiélago de Galápagos para la instalación de una base militar, la solicitud de tropas estadounidenses en territorio ecuatoriano bajo el pretexto de la crisis de seguridad, y la imposición de aranceles del 27% a las importaciones mexicanas. Estas acciones evidencian una sumisión que devuelve a Ecuador al papel de «patio trasero» de los Estados Unidos.

La segunda vuelta se disputará entre Daniel Noboa, hijo del magnate Álvaro Noboa, y Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana. Noboa representa la consolidación de un modelo económico que recuerda el régimen semifeudal de hacienda, con geografías sin ley ni derechos, y con graves señalamientos sobre su relación con el narcotráfico en la exportación bananera. En su administración, el Estado se ha militarizado, concentrando poder en diversas instancias gubernamentales. Del otro lado, González ha mostrado disposición al diálogo, incluyendo la posibilidad de acuerdos mínimos sobre el extractivismo petrolero y minero, además de la necesidad de distanciarse de la fuerte influencia del expresidente Rafael Correa.

Los resultados electorales muestran un incremento del apoyo a González en los últimos procesos, mientras que Noboa ha experimentado un ascenso aún más pronunciado desde la primera vuelta de 2023. En este contexto polarizado, donde casi el 90% del electorado se dividió entre los dos finalistas, la votación alcanzada por Pachakutik es un elemento a destacar. En el Instituto de Ciencias y Culturas Indígenas consideramos fundamental recoger y analizar voces clave del pensamiento progresista, de izquierda y del campo popular.

Carlos Castro Riera ofrece una lectura madura del contexto y la historia política que enmarcan la disputa electoral. Natalia Sierra aborda las perspectivas del futuro inmediato desde la categoría del necroliberalismo. Juan Cuvi reflexiona sobre el peso de la responsabilidad que recae sobre la candidatura de Pachakutik. Por su parte, Leonidas Iza analiza las implicaciones políticas de ambos finalistas. Sofía Lanchimba nos invita a comprender la geopolítica de la situación estadounidense y su impacto en la movilidad humana, un fenómeno marcado por la exclusión y criminalización de migrantes bajo la administración Trump; en relación con lo que implica votar por el candidato presidente, hijo de la persona 36 en la escala de gente rica en Ecuador, muy vinculado ideológicamente, y en la dinámica de su modelo empresarial semifeudal de hacienda, con las coordenadas que exhibe Donald Trump, desde Estados Unidos de Norteamérica.

Finalmente, el boletín incluye un análisis de Luis Arauz, experto petrolero, sobre los riesgos de un gobierno de extrema derecha que pretende reinstaurar prácticas hacendatarias y coloniales. Frente a este panorama, reafirmamos nuestro compromiso con las bases, la voz colectiva y el consenso.

¡Nuestro mandato está en las bases, la voz y el consenso!

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Elecciones presidenciales de primera vuelta

Carlos Castro Riera

Los resultados del proceso electoral de la primera vuelta para elegir presidente de la república, son producto de múltiples factores, sobre los cuales es necesario hacer una reflexión por parte de la ciudadanía, los partidos y sus candidatos, y sobre todo los finalistas para la segunda vuelta.  La evaluación autocrítica es una necesidad urgente.

En el proceso electoral vivido habrían incidido, entre otros factores, la estructura de la realidad nacional conformada a lo largo de la historia; las condiciones geopolíticas internacionales; la grave situación coyuntural del país; el carácter, estilo e imagen del gobierno; y, el juego con las percepciones políticas de los electores, contenidos y formas de la campaña electoral.

En efecto, factores estructurales y coyunturales, se anudaron para conformar la voluntad política del cuerpo electoral, como es el deterioro de la realidad económica y social expresada en los índices de  calidad de vida de la población; la masiva expulsión de migrantes ecuatorianos en EE.UU y la

adhesión del presidente Noboa al gobierno de Trump; la coyuntura interna colmada de violencia, delincuencia, narcotráfico, inseguridad, descomposición institucional, centralismo y desempleo; la imagen  autoritaria, elitista y arbitraria del régimen vinculada a la minería metálica con afección al agua, sus afanes privatizadores y el retroceso en inversión social.

En el juego con las percepciones políticas en la campaña electoral, el contendor principal del gobierno, la Revolución Ciudadana, se esforzó en desvincularse del pasado corrupto del correísmo, al punto que la candidata González, puso distancias con ciertos militantes históricos, es decir una estrategia, por un lado, de borrar la memoria del pasado, y, por otro lado, desmarcarse de cualquier relación con actores “políticos” delincuenciales.

A estas condiciones electorales descritas, hay que sumar el desgaste del candidato presidente, en el ejercicio del poder, con realidades, unas heredadas de pasados gobiernos, y otras de su propia responsabilidad, una situación de transición política difícil por el embate de la delincuencia y los estragos de la crisis energética y económica del país.

Todas estas determinaciones concurren para explicar los resultados electorales y la

diferencia de votos tan estrecha entre Daniel Noboa y Luisa González, en un contexto de multipartidismo que llevó a una competencia entre 16 candidatos, sin embargo de lo cual, se polarizó la opción electoral entre los candidatos de ADN y RC,  expresándose una votación, en gran parte, no “a favor de”, sino más bien “en contra de”, a pesar de que al inicio del gobierno de Noboa, estuvieron juntos el movimiento Acción Democrática Nacional (ADN), el movimiento Revolución Ciudadana (RC) y el Partido Social Cristiano (PSC).

Lo anotado nos lleva a precisar que, la disputa de la representación política entre ADN y RC, es al interior del mismo bloque hegemónico (dominante) del poder económico-político del país, porque tanto en el gobierno de RC con Correa, como en el gobierno de ADN con Noboa, el contenido de sus políticas económicas y sociales, estuvieron al servicio de los mismos grupos beneficiarios de todos los gobiernos de turno: las viejas y nuevas oligarquías.

Para muestra, basta recordar las enormes ganancias de los banqueros en la época de Correa, el impulso a la minería metálica en ecosistemas frágiles como en Quimsacocha, el similar estilo autoritario y arbitrario de ejercicio del poder y de las leyes, como las dictadas en el gobierno de Correa para perdonar los intereses adeudados por grandes grupos económicos al Estado, es decir, lo mismo que hiciera Noboa en su gobierno.

Esto significa, que, tanto en el gobierno de la RC como en el actual de ADN, se sostuvo y se sostiene el mismo patrón de acumulación de las élites, aunque a través de vías diferentes, como la mayor o menor intervención del Estado.

Se dirá que, en esta oportunidad, el candidato no es Correa sino Luisa González, pero ella mismo se encargó de declarar, hace algún tiempo, a la agencia EFE en una visita a México, que cuando se posicione como presidenta, Rafael Correa será su principal asesor. En cualquier caso, Luisa González es parte de la más alta cúpula de RC y aquello lo dice todo.

En la segunda vuelta electoral se enfrentarán Daniel Noboa y Luisa González, ante un pueblo que ha vivido las experiencias bajo los gobiernos tanto de RC como de ADN, aunque lastimosamente en el país se pierde muy pronto la memoria histórica, de la misma manera que los aspirantes a la presidencia de la república suelen olvidarse muy pronto de las ofertas electorales y los compromisos con otras fuerzas políticas.

La amenaza del necroliberalismo en el ecuador

Natalia Sierra

A días de las elecciones presidenciales de 2025, la socióloga y docente universitaria Natalia Sierra analiza el contexto político ecuatoriano en relación con las tendencias globales. En conversación con la periodista Ela Zambrano, Sierra advierte sobre el avance de una derecha que califica como «necroliberal», caracterizada por el desprecio a la vida y la profundización de desigualdades.

Un país en juego

Para Sierra, las elecciones del 9 de febrero representan un punto de inflexión para Ecuador. «No podemos analizar la coyuntura sin ver las transformaciones regionales y globales. Lo que está en juego es la existencia social del país, entendida como un entramado de relaciones económicas, políticas y culturales que sostienen su identidad como pueblo».

En el ámbito cultural, destaca el retorno de ideologías basadas en el individualismo extremo, el odio y la fragmentación social, las cuales han tomado fuerza en Europa, Estados Unidos y América Latina con figuras como Donald Trump, Marine Le Pen, Javier Milei y Daniel Noboa. «No es la derecha neoliberal del siglo pasado, es una derecha necroliberal, que desprecia la vida social y natural», señala.

Crisis climática y modelo civilizatorio

Uno de los temas ausentes en el debate electoral es la crisis climática, a pesar de los efectos devastadores que ha tenido en el país, como la reciente sequía. Sierra advierte que el problema no se resuelve solo con una transición energética, sino con un cambio de modelo civilizatorio. «No basta con sustituir energías sucias por limpias si mantenemos el mismo nivel de consumo depredador. Las llamadas ‘energías limpias’, como las baterías de litio, siguen siendo altamente destructivas para la naturaleza».

El único candidato que ha planteado un discurso crítico sobre este tema es Leonidas Iza, quien, desde su visión indígena, concibe la naturaleza como un todo del que formamos parte, en oposición a la lógica extractivista dominante.

Las izquierdas y la reconstrucción del Estado

Sobre el papel de las izquierdas en este escenario, Sierra enfatiza la necesidad de una autocrítica profunda. «No podemos pensar la izquierda con los parámetros del siglo pasado. Debe responder al contexto actual y jalonar el deseo de los pueblos de construir un futuro digno». A su juicio, con el ascenso de Guillermo Lasso y Daniel Noboa, Ecuador ha pasado del neoliberalismo al necroliberalismo, en un proceso que destruye derechos sociales y humanos conquistados históricamente.

Frente a la creciente debilidad institucional del Estado, Sierra advierte sobre el peligro de responder a la violencia con más violencia. «El Estado no puede combatir el crimen organizado con sus mismas prácticas, porque entonces se convierte en otra banda criminal. Si no hay respeto por la ley, los derechos humanos y la institucionalidad, nos encaminamos hacia un estado de guerra perpetua, donde solo sobreviven los más fuertes».

Un presidente para el nuevo orden global

Sierra critica la postura de ciertos sectores que promueven la alineación con potencias como Estados Unidos. «Es una visión colonial. Trump no tiene aliados, solo intereses. No le interesa América Latina más allá de lo que pueda extraer de ella». Frente a este panorama, subraya la urgencia de un liderazgo que piense en la comunidad y la construcción de un

modelo político basado en la dignidad y el respeto a la vida.

Con una mirada crítica y aguda, Natalia Sierra nos deja una advertencia clara: Ecuador se enfrenta a una encrucijada histórica en la que se juega no solo su gobernabilidad, sino su propia existencia como sociedad.

A días de las elecciones presidenciales de 2025, la socióloga y docente universitaria Natalia Sierra analiza el contexto político ecuatoriano en relación con las tendencias globales. En conversación con la periodista Ela Zambrano, Sierra advierte sobre el avance de una derecha que califica como «necroliberal», caracterizada por el desprecio a la vida y la profundización de desigualdades.

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La angustia innecesaria de pachakutik

Por Juan Cuvi

El movimiento indígena pareciera hallarse en una dramática encrucijada electoral. En los próximos dos meses tendrá que pisar sobre huevos, a fin de no empeñar las modestas posibilidades políticas que se le abrieron con los últimos resultados electorales.

Vana angustia: en la práctica, el voto de Pachakutik no definirá al ganador de la segunda vuelta electoral, como tampoco lo harán los votos de los demás candidatos marginales. Lo más probable es que ese apoyo se divida entre los dos finalistas, y una porción se incline por el voto nulo.

Tampoco los votos nulos de la primera vuelta serán decisivos, porque difícilmente son movilizables. Al contrario, ese porcentaje podría incrementarse en la segunda vuelta. En tales condiciones, el crecimiento electoral de Noboa y de Luisa podría abocarnos a un nuevo empate apocalíptico.

En realidad, la única votación que podrá inclinar la balanza de manera significativa radica en los 2,4 millones de electores que se abstuvieron el pasado 9 de febrero. Quien logre seducir a la décima parte de ese electorado se sienta en Carondelet.

Por eso, justamente, el movimiento indígena debe evitar ahogarse en el pantanoso terreno de la contienda electoral. Aunque inevitablemente tendrá que tomar una posición, más importante será que se acerque a la tierra firme de su proyecto histórico. En la medida en que refuerce la imagen y los espacios políticos recuperados en las pasadas elecciones, podrá desbrozar una ruta futura. En concreto, construir una alternativa social desde la izquierda.

En 2021 ya tuvo una oportunidad inmejorable. Luego de la segunda vuelta, el movimiento indígena se convirtió en la principal fuerza política nacional: un bloque de 27 asambleístas; importantes apoyos electorales en gran parte del territorio nacional; un 17% de apoyo al voto nulo propuesto como rechazo al fraude electoral contra Yaku Pérez; una capacidad de movilización de la que carecen todas las demás fuerzas políticas. Por desgracia, una serie de errores que no viene al caso señalar condujeron a la dilapidación de ese importante capital político.

Hoy, mutatis mutandis, la situación tiene varios elementos en común. Entre otros, la posibilidad de proponerle al país un campo de disputa política que marque distancia con la polarización inducida por dos fuerzas que responden al mismo modelo de Estado, que incluye el autoritarismo y la corrupción como insumos infaltables del ejercicio del poder.

El lunes 14 de abril, al día siguiente de las elecciones, el movimiento indígena tendrá que retomar sus luchas de resistencia frente a lo que se viene, gane quien gane: ofensiva minera, ampliación de la frontera petrolera, violación a los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, rechazo sistemático a la propuesta de plurinacionalidad… Y eso sin tomar en cuenta otras afectaciones a las agendas de los demás grupos, organizaciones y movimientos sociales que forman parte del mismo campo de confrontación con el poder.

Leónidas Iza y la encrucijada electoral en Ecuador

Equipo Editorial ICCI

A pocos meses de la segunda vuelta presidencial en Ecuador, el líder indígena Leónidas Iza se enfrenta a una decisión clave: respaldar a la candidata progresista Luisa González o mantenerse al margen de una contienda que, según sus palabras, representa una disyuntiva entre «una socialdemocracia que no es izquierda» y «una derecha rayana al fascismo».

Iza, quien obtuvo el 5,3% de los votos en la primera vuelta como candidato de Pachakutik, se ha convertido en un actor decisivo en el escenario electoral. Su base de 536.000 votantes podría inclinar la balanza en una elección altamente polarizada. Sin embargo, su relación con el correísmo es compleja, marcada por años de persecución y enfrentamientos con el expresidente Rafael Correa. “El movimiento indígena no ha sido comprendido ni en 200 años de vida republicana ni en 500 años de colonia”, enfatiza.

El líder indígena insiste en que su apoyo no será negociado a cambio de promesas políticas. Para él, el punto central es la defensa de la vida y los territorios indígenas, amenazados por la expansión minera y la falta de respeto a la consulta popular sobre el Yasuní. Además, advierte sobre la creciente influencia del crimen organizado en el país, afirmando que los pueblos indígenas han sido uno de los últimos bastiones de resistencia ante esta amenaza.

Con una postura firme, Iza descarta cualquier acercamiento con el gobierno de Daniel Noboa, al que califica de autoritario y subordinado a los intereses del poder económico. En cuanto a González, su respaldo dependerá de cuánto esté dispuesta a retroceder en políticas que afectan a las comunidades indígenas.

La decisión de Leónidas Iza marcará el rumbo de las elecciones y podría definir el futuro político del país. Su llamado no es solo electoral, sino una advertencia sobre la urgencia de un modelo de gobernanza que respete la diversidad y garantice derechos fundamentales a todos los sectores de la sociedad.

𝐔𝐧 𝐯𝐨𝐭𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐍𝐨𝐛𝐨𝐚 𝐞𝐬 𝐮𝐧 𝐯𝐨𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐩𝐨𝐲𝐨 𝐚 𝐓𝐫𝐮𝐦𝐩, 𝐮𝐧 𝐯𝐨𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐥𝐱𝐬 𝐦𝐢𝐠𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬

Sofía Lanchimba

En este año América Latina enfrenta varios procesos electorales, dos de ellos son muy importantes para la geopolítica mundial: Ecuador y Argentina. Ecuador es un pequeño país al que rara vez se regresa a ver, a menos de que rompa el derecho internacional o aparezca en primera plana con noticias de masacres y violencia generalizada. Pero las elecciones del 9 de febrero llegan en una coyuntura especial, Trump está presionando a México, Canadá, Panamá, China, La Unión Europea y todo aquel que pueda interponerse en su camino como lo vimos con Colombia. Quiere imponer un mensaje, el imperio es capaz de aplastar a cualquiera que se interponga en su objetivo: deshacerse de problemas que considera no son suyos: cambio climático, salud, migración, desarrollo, etc. Coloquialmente quiere que “cada uno se haga cargo de sus problemas”. Para ello, abandona la OMS, se retira del Acuerdo de París y congela la ayuda exterior para el desarrollo. Esto significa que está empezando a desmantelar su liderazgo en la definición del orden mundial. Y aunque su discurso apunta a la absoluta fuerza del imperio, sus prácticas nos hablan de su decadencia. En otras palabras, ya no es capaz de sostener y definir el orden mundial. Claro que la USAID no visita los países por pura filantropía, tiene un rol específico en la política imperial.

No quiero minimizar el poder de Estados Unidos, pero no se trata de la potencia que emergió en los noventa. En la reorganización del equilibrio de fuerzas que está en marcha, Trump requiere aliados y necesita a América Latina, aunque lo niegue. La ex comandante del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson lo dijo de manera clara, requieren el litio, el petróleo y el agua dulce. Además, Trump necesita apoyos explícitos a su política, lacayos, pues, que estén dispuestos a regalar el país.

Y aunque Ecuador es un país pequeño, es el primero en tener elecciones en este año y los resultados nos dirán mucho de cuán legítimas son las políticas autoritarias y de destrucción de garantías sociales. Es decir, si Noboa recibe una votación favorable significará que el electorado es capaz de soportar mayor pobreza, mayor desempleo, salud precaria, educación de mala calidad, violación sistemática de derechos humanos, altos índices de inseguridad y muerte; sin decir nada. En otras palabras, legitimará la política de muerte y el ascenso de los autoritarismos a nivel global, validación de la que bebe Trump y que lo envalentona a seguir con sus políticas de odio.

𝐕𝐨𝐭𝐚𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐍𝐨𝐛𝐨𝐚 𝐞𝐬 𝐚𝐩𝐫𝐨𝐛𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐓𝐫𝐮𝐦𝐩 𝐥𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐝𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐚 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐦𝐢𝐠𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐬𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐧 𝐥𝐢𝐭𝐞𝐫𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚𝐥 𝐩𝐚𝐢́𝐬.

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Soberanía y Sostenibilidad: La Privatización Petrolera en Ecuador

Luis Arauz

La privatización del sector petrolero en Ecuador ha generado un intenso debate sobre la soberanía energética y la sostenibilidad económica. Luis Arauz, experto en el sector, advierte sobre los riesgos de entregar recursos estratégicos a empresas privadas, con especial atención al caso del campo Sacha, una de las principales reservas petroleras del país.

La destitución de David Almeida y la ofensiva privatizadora

Uno de los eventos más preocupantes ha sido la destitución de David Almeida, dirigente petrolero que defendió los intereses nacionales. Arauz señala que su salida responde a una estrategia gubernamental para facilitar la privatización y silenciar la resistencia de los trabajadores. Almeida había alertado sobre las graves consecuencias de ceder el control del campo Sacha, lo que ha generado suspicacias sobre la legalidad del proceso.

Privatización del campo Sacha: Un golpe a la soberanía

El gobierno ha anunciado su intención de concesionar el campo Sacha a empresas privadas como Petroglia Ecuador S.A. y Amodaini Oil Company, ambas extranjeras. Arauz denuncia que se ha intentado presentar a Amodaini como una empresa estatal, lo que podría constituir un fraude procesal. La falta de transparencia en estas negociaciones pone en entredicho el manejo gubernamental de los recursos naturales.

La privatización de Sacha representaría una grave pérdida económica. Se estima que este campo genera ingresos anuales superiores a los 1.500 millones de dólares, una cifra que difícilmente sería compensada por la oferta de las empresas privadas. Además, el impacto social sería devastador, con la precarización del empleo y la pérdida de beneficios laborales en el sector petrolero.

Alternativas para un desarrollo soberano

Arauz plantea un Acuerdo Nacional para la gestión sostenible del sector hidrocarburífero, basado en:

  • Inversión en exploración: Incorporar nuevas reservas y fortalecer la producción nacional.
  • Soberanía energética: Modernizar refinerías y reducir la dependencia de importaciones de combustibles.
  • Defensa del medio ambiente: Limitar la expansión petrolera y proteger territorios indígenas.
  • Regulación y transparencia: Implementar auditorías y garantizar la participación de la sociedad civil.
  • Transición energética: Promover energías renovables como alternativa al extractivismo.

Un llamado a la resistencia

Los trabajadores del sector han iniciado acciones para frenar la privatización,

alertando sobre sus implicaciones económicas y sociales. Arauz enfatiza que la organización y movilización son claves para defender la soberanía energética y evitar que el país pierda el control sobre uno de sus activos más valiosos.

El futuro del Ecuador depende de decisiones estratégicas que prioricen el bienestar colectivo sobre los intereses privados. La lucha por una gestión justa y sostenible de los recursos naturales es una responsabilidad compartida por toda la sociedad.

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