Boletín No 113

ICCI

Editorial

Después del 28 de septiembre: la movilización es contra el modelo extractivista
Nuestro debate no esta en la nueva constitución


El nuevo texto constitucional que entregó la Asamblea de Montecristi el 19 de julio de 2008 y fue ratificado el 24 del mismo mes, fue considerado como un “borrador preliminar” por la “Comisión de Redacción” (compuesta por Tarquino Orellana, María Augusta Veintimilla y Javier Flores), que el martes 5 de agosto de este mismo año “admitieron que las modificaciones introducidas al texto final se sujetan al reglamento de la Asamblea Constituyente”. Es decir no existía, a esa fecha, una versión definitiva de la nueva Constitución, sus transitorias y el “régimen de transición”, sobre el que no decidiremos en el Referéndum.

Por estos motivos resulta incomprensible y apresurada la decisión de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador ECUARUNARI a favor del SI asumida el 29 de julio tras una sola reunión con la dirigencia y pocas delegaciones. Se considera igualmente atropellada e inconsulta la posición del movimiento político-electoral PACHAKUTIK a favor del SI. Las ratificaciones públicas exhibidas por los dirigentes de las dos organizaciones, frente al Referéndum del 28 de septiembre próximo, se hicieron casi con desesperación y con razonamientos precarios que buscaban influir en la decisión de la CONAIE. Estos hechos han generado preocupación en otros sectores que no comparten un pronunciamiento apresurado y sobretodo no debatido frente a asuntos tan complejos como comprometedores para el futuro del movimiento indígena y la lucha social en el Ecuador.

La Coordinadora del Frente Sur por la Defensa de la Vida y la Naturaleza que agrupa a los afectados por la extracción minera en la región, integra también a las organizaciones y pueblos indígenas de la ECUARUNARI y la CONFENIAE que habitan en las provincias australes de Cañar, Azuay, Loja, Zamora y Morona Santiago, quienes han sido categóricos en oponerse a la nueva Constitución del gobierno, cuyo contenido no impedirá la aplicación del modelo de extracción de yacimientos minerales a gran escala sin consentimiento previo en todo el país.

De manera similar la provincia de Imbabura que encabezaría el Frente Norte por la Defensa de la Vida y la Naturaleza en contra de la explotación minera, conformada también por los habitantes de Intag anticiparon su posición negativa frente a la nueva Constitución que pretende imponer Correa. Hablamos de “imponer” porque es el término que textualmente utilizó el inefable ex concejal de Pachakutik, Augusto Barrera, personaje que sirvió como “enlace” entre el gobierno y la Asamblea Constituyente.

La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE, ha emprendido una serie de talleres y reuniones con las regionales de la sierra, costa y amazonía para discutir los contenidos de la nueva Constitución en comparación con la propuesta global presentada por la organización a los asambleístas. Saber si existen avances o retrocesos en el cumplimiento del mandato popular de los pueblos del Ecuador en los textos de la Constitución de Montecristi y la de Sangolquí del 98, es la tarea.

El Presidente de la CONAIE Marlon Santi, descartó la posibilidad de división de la organización de las Nacionalidades y Pueblos a propósito de un pronunciamiento divergente frente a la Constitución propuesta por el gobierno. No disponemos ni siquiera de un texto definitivo, los contenidos son desconocidos y deben socializarse suficientemente para tomar una posición con todos los elementos de juicio, añadió. Respetamos el proceso de comprensión y toma de posición frente al nuevo texto constitucional, hay desconocimiento del articulado y de las interpretaciones que podrían tener los textos dijo Marlon Santi, quien advirtió que respetará las posiciones que asuman las regionales a pesar de que no coincidan entre si, esta será una muestra de ejercicio democrático, agregó.

Un pronunciamiento de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas por un SI, por un NO, por un NULO o por un voto en BLANCO en el próximo Referéndum para la nueva Constitución, carecen de importancia ya que “la prioridad es la comprensión de las implicaciones que los textos tendrán para el cumplimiento de los derechos indígenas” ha dicho el Presidente de la CONAIE, Marlon Santi.

Lo importante para la CONAIE, el movimiento indígena, social y popular del Ecuador será salir de la desmovilización y de la confiscación de la lucha popular por un gobierno que pretende dividir a la organización, como no lo pudo hacer el gobierno traidor de Lucio Gutiérrez en diciembre de 2004.

La estratagema ahora es provocar una polarización del movimiento indígena frente una agenda que no es la de los Nacionalidades y Pueblos sino la agenda y el proyecto político de un gobierno que ha despreciado de múltiples maneras a los indios, utilizando la filosofía del Zumak Kausay “El Buen vivir” como un discurso instrumental que envilece el proyecto político de las culturas ancestrales, manipulando la Plurinacionalidad como una expresión nominal sin comprender el proyecto de Estado que busca descolonizar la relaciones de poder, aludiendo a los “derechos de la Pacha Mama”, la tierra, el agua, sobre los que el gobierno se platea la extracción minera a escala industrial y la producción de bio-combustibles (Etanol) con el Grupo Nobis en la provincia de Loja, por ejemplo. Entretanto el Presidente Correa continúa denostando e insultando a los indios, cuya lengua: el kichwa, de la que también se sirve, fue negada como idioma oficial del Ecuador, dejándola únicamente como “lengua de relación intercultural”.

El gobierno de Rafael Correa tiene un compromiso con el modelo neoliberal ahora reencauchado, reinstitucionalizado bajo la versión política y jurídica del “Estado Social de Derecho”, cuya prioridad es garantizar la inversión privada de las corporaciones transnacionales, garantizar la privatización de los recursos naturales, la privatización de los territorios indígenas con el metalenguaje del Banco Mundial de “zonas intangibles”.

El 24 de julio el mismo día en que se aprobó la nueva Constitución la empresa Canadiense King Rose compró las acciones de la empresa Aurelian Resource por 1.200 millones de dólares, significando que King Rose Gold Corporation consideró intrascendente el nuevo texto constitucional, porque saben que el Gobierno de Correa continuará con su política extractivista. La Aurelina Resource tenía como único activo la concesión del Estado ecuatoriano de 95 mil hectáreas en la Cordillera del Cóndor, y esa fue la concesión que la vendió por 1.200 millones de dólares. Significa que el modelo extractivista de Correa continuará pase lo que pase con el nuevo texto constitucional y a través de una nueva ley minera se garantizará a King Rose y otras empresas transnacionales.

Correa representa un neoliberalismo más agresivo que los neoliberalismos anteriores Rafael Correa tiene, por ejemplo, un compromiso con la construcción del eje multimodal Manta-Manaos del Proyecto para vaciar a América del sur, conocido como “Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana” (IIRSA), y otras prioridades extraídas de la agenda del Banco Interamericano de Desarrollo- Banco Mundial. Con respecto a estos megaproyectos que se implementarán la nueva Constitución nada tiene que hacer. Es decir el modelo económico no se va parar, todo lo contrario, se criminaliza la lucha y la protesta de las organizaciones sociales. La compañera Ester Landeta y el compañero Victor Bueno de las organizaciones de la provincia del Guayas que luchan contra las mineras en Tengel están acusados de “terrorismo”, También la compañera Lina Espinoza en la ciudad del Coca está acusada de “terrorismo”, con este precedente todos los dirigentes sociales que se opongan al modelo extractivista van a ser acusados de terrorismo. ¿Qué dice, qué va hacer la CONAIE frente a esta situación?.

Debemos entender que el texto siempre depende del contexto. La CONAIE debe entender que el texto constitucional tiene que corresponderse con el contexto de lucha social. El escenario real de lucha es posterior al 28 de septiembre en que hay que recuperar la capacidad de movilización de las Nacionalidades y pueblos con los otros sectores sociales y populares frente al modelo extractivista, por la defensa de la Biodiversidad y los Recursos Naturales. Nuestro debate no está en la nueva Constitución, está en la continuidad de lucha por los territorios, por la defensa de la vida más allá de la agenda del gobierno, su Constitución y sus leyes secundarias y su engañosa oposición con sectores jerárquicos de la iglesia oficial y la derecha política.


Coordinación General: José Luis Bedón
Consejo Editorial:
Luis Macas
Patricio del Salto
Ricardo Ulcuango
Alicia Vacacela
Fernando Sarango
Blanca Chancosa
Floresmilo Simbaña
Edición Electrónica: Marc Becker

Reflexiones sobre el sumak kawsay (el buen vivir) y las teorías del desarrollo


Pablo Dávalos

La noción del buen vivir (sumak kawsay), como una nueva condición de contractualidad política, jurídica y natural, ha empezado su recorrido en el horizonte de posibilidades humanas, y de la mano de los pueblos indígenas de Ecuador y Bolivia. Es fundamental, entonces, empezar una reflexión sobre el sumak kawsay (buen vivir) en términos en los que el positivismo occidental entiende como reflexión, es decir, como una analítica de conceptos que pueden positivarse al interior un marco coherentemente estructurado de conceptos, que desde la Ilustración ha sido denominado como ciencia.
 
Esa reflexión es esencial para ir, si no desalojando del debate de posibilidades humanas al menos acotándolos, dos conceptos que son tan fuertes que su sola crítica o cuestionamiento es ya toda una proeza, se trata de los conceptos de “desarrollo” (como una teleología de la historia), y el concepto de “crecimiento económico” (como una prevalencia de la economía, sobre la política y la sociedad).
 
Ambos conceptos están íntimamente vinculados y el uno presupone al otro. Tanto aquel de desarrollo, cuanto el crecimiento económico, legitiman sus sentidos epistemológicos, analíticos y simbólicos porque provienen de una de las nociones más caras de la modernidad, y que sería forjada en el Iluminismo: el concepto decimonónico del  progreso, y la promesa emancipatoria que implica: esto es, la liberación y superación de las condiciones de necesidad y escasez. La libertad moderna está inscrita en las coordenadas de la producción, y por consiguiente, de la escasez. El desarrollo, por tanto, sería la apuesta de la humanidad por liberarse del férreo yugo de la escasez.
 
El concepto de desarrollo es tan fuerte que alguna vez se propuso una taxonomía entre regiones del mundo “desarrolladas” y otras que no lo eran y que serían denominadas como “subdesarrolladas”, o más cortésmente “en vías de desarrollo”. Hubo, y aún hay, al respecto una extensa literatura que establecía una serie de recomendaciones a los países denominados como “subdesarrollados” para que superen esa condición e imiten a los países que habían alcanzado el “desarrollo”. Se propusieron, y se dieron incluso como científicamente validadas, las recomendaciones de las teorías del desarrollo que proponían “etapas” hasta llegar al despegue económico (take-off), y que permitan superar el dualismo social (sector moderno vs. sector tradicional). En ese sentido, los marcos epistemológicos de esas teorías del desarrollo se parecían mucho a aquellos de la frenología de Lombroso, o la genética soviética de Lissenko.
 
El neoliberalismo también ha creado sus propias elaboraciones con respecto al desarrollo y ha propuesto la noción de “mercados emergentes” para los países que antes se consideraban “subdesarrollados”, pero que ahora han crecido en términos de PIB gracias a sus reformas neoliberales.
 
Esta noción de los “mercados emergentes”, también está hecha para desalojar del debate de las teorías del desarrollo aquella denominación de “tigres asiáticos”, en referencia a Singapur, Hong Kong, Corea del Sur y Taiwán, y que estuvo de moda en los años ochenta, en virtud de que el crecimiento de estos “tigres” aún conservaba un fuerte tufo a Estado.
 
En todo caso, el neoliberalismo es más modesto con respecto a la pretensión que tenían las tradicionales teorías del desarrollo, y solamente se limita a demostrar por la heurística del crecimiento del PIB, la manera por la cual las reformas liberales en la economía pueden conducir al crecimiento económico, entendiendo a éste solamente como el crecimiento cuantitativo de la economía por la taumaturgia de mercados libres y competitivos, todo lo demás, para el neoliberalismo, se resolverá gracias a la epifanía de los mercados.
 
En la teoría marxista, o con inspiraciones en el marxismo, el discurso del desarrollo se inscribía en una visión que asumía la totalidad del capitalismo como un sistema históricamente determinado, y en el cual existían relaciones sociales de producción en el ámbito mundial, sustentadas en el imperialismo. En todo caso, el marxismo siempre consideró al desarrollo más como un problema político que como una cuestión puramente económica.
 
La teoría de la dependencia, creada al tenor de la escuela cepalina, con fuertes influencias de Marx y de Keynes, hablaba del intercambio desigual y de relaciones asimétricas entre el centro y la periferia. Fue célebre en su momento la tesis de André Gunder Frank, de que, en especial en América Latina, lo único que se desarrollaba eran las propias condiciones del subdesarrollo.
 
Las décadas de los cincuenta hasta mediados de los ochenta, cuando se produce el viraje ideológico de la CEPAL hacia el neoliberalismo, el debate estará centrado en América Latina, en una comprensión del desarrollo como un fenómeno complejo que incorpora determinantes económicas, sociales, políticas, institucionales, jurídicas y simbólicas, y en la cual las relaciones de poder al interior del desarrollo capitalista generaban las condiciones de aquello que había que entenderse como “subdesarrollo”. Esta vertiente hacía énfasis en las condiciones estructurales del desarrollo económico, de ahí su denominación como “estructuralismo latinoamericano”.
 
Hay una importante y profusa producción intelectual sobre el capitalismo como un sistema histórico.  En las ciencias sociales (mas no en la economía), se utiliza con frecuencia el concepto de “sistema-mundo” ( propuesto por Wallerstein), que tiene relación, de una parte, con el hecho de que el capitalismo es una totalidad orgánica, incluyente y en permanente expansión, y que fuera propuesto, en primera instancia, por Fernando Braudel (el capitalismo como “economía-mundo”), y, de otra, como una relación asimétrica e inequitativa entre el centro y la periferia, cuyas raíces teóricas constan, primero en la teoría del imperialismo (en la línea Bujarin- Hilferding- Lenin), y luego, en la teoría de la dependencia latinoamericana, y aquella del “intercambio desigual” de Samir Amin, Arghiri Emanuel,  Theotonio dos Santos, entre otros.
 
Empero de ello, todas las categorías que refieren al capitalismo y a las relaciones de poder que genera a nivel de países, lo hacen desde un piso epistemológico determinado por la modernidad, vale decir, asumen que, por definición, al capitalismo se lo debe explicar y comprender desde la producción y la economía, y que la economía presupone comportamientos maximizadores de sujetos previamente individualizados, y en donde el tiempo se ha linearizado, y el espacio se ha homogenizado.
 
Al interior de esas coordenadas hay espacio para las disidencias pero no para las alteridades. Se puede cuestionar al capitalismo y a las teorías del desarrollo, como lo hizo en su momento la teoría de la dependencia, o el marxismo, pero no está permitido abandonar el marco epistemológico que sirve de referencia para la comprensión del desarrollo económico.
 
Se pueden cuestionar las asimétricas relaciones de poder que genera el desarrollo, e incluso las derivas antiecológicas del crecimiento económico, pero no está permitido cuestionar los supuestos civilizatorios del desarrollo. Se pueden proponer visiones culturalistas del desarrollo, como aquellas que hacen referencia al carácter, al ethos, o a las anacrónicas tradiciones de una cultura determinada, pero no se permite el debate y el cuestionamiento al marco que estructura esa forma de ver al mundo y a las sociedades desde el desarrollo, la modernización y el progreso.
 
De otra parte, la globalización neoliberal ha cambiado el énfasis en las teorías del desarrollo hacia los mercados como eficientes mecanismos de asignación de recursos y regulación social, y ha cerrado todo espacio posible a propuestas alternativas.
 
En la academia dominante, en el pensamiento oficial, en las declaraciones públicas, en los pronunciamientos de las cumbres gubernamentales, en los discursos de las agencias de cooperación al desarrollo, en las nociones de sentido de los medios de comunicación, en el sistema de Naciones Unidas, en las organizaciones no gubernamentales, en los pronunciamientos de los principales partidos políticos, las alternativas al neoliberalismo, simplemente, han desaparecido.
 
Solamente tienen carta de naturalización aquellas propuestas teóricas y normativas que giren alrededor de la idea de los mercados como eficientes asignadores de recursos, como es el caso de aquellos discursos de la competitividad, la liberalización, el aperturismo, la inversión privada, etc.
 
El discurso económico moderno ha llegado incluso al autismo absoluto: el pensamiento keynesiano que alguna vez abrió las posibilidades para comprender analíticamente la intervención del Estado en la economía, no existe más. En efecto, los modernos textos de economía ni siquiera mencionan el aporte de Keynes y su invisibilización epistemológica es casi total. La adscripción a la idea de los mercados como únicos reguladores sociales, ha acotado de tal manera al discurso de la economía, que se ha convertido en un dispositivo teórico legitimante de las corporaciones.
 
En ese ambiente, un discurso alternativo al concepto mismo de desarrollo y de crecimiento económico, parece más una herejía que una posibilidad epistemológicamente factible. Una herejía en el sentido medieval del término, porque el conocimiento moderno, sobre todo aquel que legitima las relaciones de poder, como es el caso de la economía y las teorías del desarrollo, se ha convertido en una escolástica que invisibiliza y castiga con el olvido intencional cualquier posibilidad de saberes alternativos. El mercado ha devenido en teología. La idea de que el mercado resolverá por sí solo los problemas sociales es una especie de epifanía de la razón neoliberal.
 
Las voces críticas que dicen que el desarrollo en sí mismo es un problema son minoría y han sido reducidas a espacios exiguos sin posibilidades de generar prácticas contestatarias. Esas voces críticas decían que la salida del subdesarrollo no es el desarrollo, porque no se trataría de una salida sino más bien de una entrada en la modernidad. Aquello que hay que cambiar, y radicalmente, no es el subdesarrollo sino todo el discurso y la práctica del desarrollo en su conjunto. En otras palabras, hay que asumir al desarrollo como una patología de la modernidad. Lo que es necesario asumir y transformar, entonces, es todo el proyecto civilizatorio en el cual el “Norte” cree a pie juntillas.
 
Cualesquiera que sean las consideraciones sobre la cuestión del desarrollo, lo cierto es que las preocupaciones sobre las consecuencias del desarrollo capitalista ahora constan en casi todos los debates. El centro de esas preocupaciones gira alrededor de la constatación de los graves daños ambientales que el desarrollo capitalista está produciendo en el planeta, y de los cuales el calentamiento global es solamente una de sus consecuencias más conocidas.
 
Al interior de las teorías económicas vigentes, incluidas las teorías del desarrollo, no existe, al momento, ninguna alternativa ante los graves problemas ambientales que provoca el crecimiento económico. En las coordenadas de los mercados como eficientes asignadores de recursos no hay expedientes teóricos que evalúen y permitan constreñir el grave daño ambiental provocado por los mercados capitalistas.
 
Tal como se presenta en los últimos años, el ritmo de crecimiento del capitalismo acota las posibilidades de sobrevivencia de la especie humana, en un debate que ahora cobra un sentido y una urgencia real: de continuar con el actual ritmo de producción y consumo, las teorías del calentamiento global predicen una catástrofe ecológica de consecuencias inimaginables.
 
Si no existen posibilidades de asumir esos costos ambientales que provoca el crecimiento económico y que ha sido sancionado y legitimado desde la teoría económica vigente, es justo, entonces, que la humanidad busque otros marcos analíticos y otras posibilidades teóricas y epistemológicas por fuera de la teoría económica dominante, y por fuera de la razón liberal.
 
Va en ello la posibilidad de evitar esa catástrofe ecológica que ha sido descrita por diferentes científicos ambientales y que consta en las más recientes reuniones gubernamentales sobre el calentamiento global. Va en ello también la posibilidad de detener esa otra catástrofe que está a la vista pero que ha sido invisibilizada por el discurso neoliberal del crecimiento económico, y que hace referencia a la iniquidad, pobreza y violencia que azota a la humanidad.
 
De los conceptos alternativos que han sido propuestos, aquel que más opciones presenta dentro de sus marcos teóricos y epistemológicos para reemplazar a las viejas nociones de desarrollo y crecimiento económico, es el sumak kawsay, el buen vivir. Es un concepto que está empezando a ser utilizado en Bolivia y Ecuador, a propósito de los cambios constitucionales de ambos países; el sumak kawsay (buen vivir), como un nuevo referente al desarrollo y al crecimiento económico, es una de las propuestas alternativas más importantes y novedosas ante la globalización neoliberal.
 
Sumak kawsay es la voz de los pueblos kechwas para el buen vivir. El buen vivir es una concepción de la vida alejada de los parámetros más caros de la modernidad y el crecimiento económico: el individualismo, la búsqueda del lucro, la relación costo-beneficio como axiomática social, la utilización de la naturaleza, la relación estratégica entre seres humanos, la mercantilización total de todas las esferas de la vida humana, la violencia inherente al egoísmo del consumidor, etc. El buen vivir expresa una relación diferente entre los seres humanos y con su entorno social y natural. El buen vivir incorpora una dimensión humana, ética y holística al relacionamiento de los seres humanos tanto con su propia historia cuanto con su naturaleza.
 
Mientras que la teoría económica vigente adscribe al paradigma cartesiano del hombre como “amo y señor de la naturaleza”, y comprende a la naturaleza desde una ámbito externo a la historia humana (un concepto que incluso es subyacente al marxismo), el sumak kawsay (buen vivir) incorpora a la naturaleza en la historia. Se trata de un cambio fundamental en la episteme moderna, porque si de algo se jactaba el pensamiento moderno es, precisamente, de la expulsión que había logrado de la naturaleza de la historia. De todas las sociedades humanas, la episteme moderna es la única que ha producido tal evento y las consecuencias empiezan a pasar la factura.
 
El sumak kawsay (buen vivir) propone la incorporación de la naturaleza al interior de la historia, no como factor productivo ni como fuerza productiva, sino como parte inherente al ser social.  El sumak kawsay propone varios marcos epistemológicos que implican otras formas de concebir y actuar; en esos nuevos formatos epistémicos se considera la existencia de tiempos circulares que pueden coexistir con el tiempo lineal de la modernidad; se considera la existencia de un ser-comunitario, o si se prefiere, no-moderno, como un sujeto ontológicamente validado para la relación entre seres humanos y naturaleza; se considera una re-unión entre la esfera de la política con aquella de la economía, una posición relativa de los mercados en los que la lógica de los valores de uso predomine sobre aquella de los valores de cambio, entre otros.
 
Esto significa que el ser individualizado de la modernidad tiene que reconocer la existencia ontológica de otros seres que tienen derecho a existir y pervivir en la alteridad. Se trata de una cuestión de fondo, porque en las teorías del desarrollo no existe la más mínima posibilidad epistemológica de comprensión a la Alteridad. En el discurso del desarrollo: o se crece en términos económicos (y medidos cuantitativamente por el baremo del PIB), o no se crece. El discurso del desarrollo es una tautología. La Alteridad no existe, y aquello que no existe no puede ser visibilizado.
 
Para las coordenadas del pensamiento vigente, lo único que existe es la figura del consumidor, la maximización de sus preferencias, la restricción de sus ingresos, y su relacionamiento con el universo de las cosas a través de la utilidad que éstas le pueden prestar, en un contexto de mercados libres y competitivos, y con un sistema de precios transparentes y vaciadores automáticos de los mercados, que generan una noción de origen medieval pero que a la economía moderna le gusta mucho: el equilibrio económico.
 
En ese esquema básico, no hay lugar para las diferencias radicales que constituyen a la Alteridad. Sin embargo, hay, literalmente, miles de millones de seres humanos, alejados total y radicalmente de las figuras del consumidor y de los mercados libres y competitivos. Seres humanos diferentes a la ontología del consumidor y de la mercancía. Seres humanos cuyas coordenadas de vida se establecen desde otros marcos categoriales, normativos y éticos. Seres humanos que viven en pueblos con una memoria de relacionamiento atávica, ancestral, que nada tienen que ver con la individualidad moderna, ni con la razón liberal dominante.
 
Incorporar a esos pueblos a la modernidad implica un acto de violencia fundamental porque fragmenta su ser no-moderno y los integra en una lógica para la cual no están preparados y a la cual tampoco quieren ingresar. Es por ello, que las políticas de modernización del Banco Mundial, y de la cooperación internacional al desarrollo, conservan un ethos violento que las convierte en instrumentos de colonización y también de etnocidio (y a veces de genocidio). Los marcos analíticos de las teorías del desarrollo y de la economía actual, son ideologías legitimadoras y encubridoras de ese etnocidio.
 
Solamente desde una visión como aquella inherente al sumak kawsay (buen vivir) se puede respetar la ontología de la diferencia, y relativizar la modernidad y el capitalismo. El sumak kawsay (buen vivir) es una de las opciones que pueden devolver el sentido de dignidad ontológica a la diferencia radical en el actual contexto de globalización y neoliberalismo.


Coordinación General: José Luis Bedón
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9 de agosto: día internacional de los pueblos indígenas


Miguel Palacín Quispe*

El Día Internacional de los Pueblos Indígenas, 9 de agosto, fue instituido por las Naciones Unidas en 1994. Trece años después, en setiembre del año pasado, la ONU adoptó la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas. Ambos hechos, sin embargo, se dieron en un contexto de expansión de la globalización neoliberal, que busca homogeneizar el mundo, anulando el respeto a la diferencia y avasallando  nuestros derechos para favorecer a las empresas transnacionales.
 
En el mundo existen más de 370 millones de indígenas pertenecientes a más de 5,000 pueblos de 72 países. En América Latina, somos 55 millones de personas de 400 pueblos. La mayoría de ellos está en Guatemala, México, Bolivia, Perú y Ecuador. En resumen, la Región Andina concentra la mayor población indígena de Sudamérica.
 
Somos anteriores a los Estados actuales y resistimos más de 500 años, desde la invasión europea al Abya Yala, los intentos de aniquilarnos. Las repúblicas nacidas con las independencias criollas no cambiaron nada para nosotros. Y esa exclusión secular se ha agravado con la globalización neoliberal.
 
Parte de la imposición del neoliberalismo son los tratados de libre comercio y los acuerdos comerciales en general y los megaproyectos de infraestructura diseñados para favorecer el saqueo de nuestros bienes naturales por las transnacionales. Los Estados emiten normas destinadas a desaparecer nuestras comunidades y a criminalizar nuestras justas protestas.
 
En la Región Andina, esto ocurre en Perú y Colombia, mientras Ecuador y Bolivia logran aprobar nuevas constituciones que definen los Estados Plurinacionales, una de nuestras reivindicaciones esenciales. Y Bolivia es por ello el objetivo de una campaña desestabilizadora orquestada por el imperialismo y la oligarquía local, que comprende los referendos autonómicos, la organización de grupos neonazis que agraden a los pueblos indígenas, la satanización de su nueva Constitución y el intento de boicot al referendo revocatorio del domingo 10 de agosto.
 
¿Tenemos, entonces, motivos para celebrar el Día Internacional de los Pueblos Indígenas?
 
La mejor manera de conmemorar este día es fortaleciendo nuestras organizaciones y su articulación, para luchar contra el neoliberalismo, la incursión violenta de las transnacionales en nuestros territorios, los tratados de libre comercio y el incumplimiento de los Estados de las
constituciones, leyes nacionales y tratados internacionales (Convenio 169 de la OIT, Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU) que protegen nuestros derechos.
 
Debemos también convocar al conjunto de movimientos sociales y organismos de derechos humanos a la solidaridad con Bolivia. Y a vigilar el proceso ecuatoriano para que realmente signifique un cambio. En una palabra, seguir luchando coordinadamente por la defensa de nuestros derechos, contra la criminalización de nuestras demandas y por la construcción de Estados Plurinacionales Comunitarios como una alternativa que garantice el Buen Vivir para toda la humanidad.

* Coordinador General CAOI
COORDINADORA ANDINA DE PUEBLOS INDÍGENAS – CAOI
Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Chile, Argentina


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La pachamama cuerpo visible de dios


Patricio Del Salto Galán*

La palabra “Dios” en diversas épocas de la humanidad ha sido utilizada de diversas maneras, tanto para acrecentar la vida como para engendrar muerte para los pueblos y para la PACHAMAMA (Madre Naturaleza), por esto es menester que estemos muy atentos a discernir quienes y para qué utilizan esta palabra.

Basta recordar que hace 516 años vinieron los invasores a nuestro Continente Abya Yala (Tierra de abundante vida según los indios Kuna de Panamá), sumieron a los pueblos y naciones originarias en la más indignante miseria y plagaron de muerte por doquier. Más de 70 millones de indígenas asesinados de diversas maneras; los amautas (sabios) fueron masacrados; torturaron y destrozaron a los gobernantes dignos; usurparon las riquezas; violaron a las mujeres y murieron miles de niños indefensos; explotaron hasta el exterminio a millones de seres humanos, y para reemplazar a los asesinados trajeron como esclavos a miles de hermanos africanos.

De esta manera se alteró el Plan Cósmico del Dios de la Vida, que creó este mundo para que todas y todos vivamos con dignidad el SUMAK KAWSAY (VIDA PLENA). Esta barbarie la llevaron a cabo los invasores en nombre de “su dios”. Nos preguntamos ¿qué dios”?, ¿el Dios de Jesús? ¡No! Lo hicieron en nombre del “dios codicia” que lo engendraron a su imagen y semejanza, y en cuyo nombre también en otra hora fue perseguido, torturado y asesinado Jesús y cientos de cristianos que asumieron en sus vidas el mensaje libertario de su Señor y Maestro.

De igual modo en nombre de ese “dios” cuyo verdadero rostro es la mentira, la injusticia y la sujeción, se cometieron atrocidades en las “guerras santas” en la inquisición; en el holocausto nazi llevado a cabo por Hitler; y en otros sucesos vergonzosos que ha soportado la humanidad, como cuando invocaron el nombre de ese “dios” los jefes del imperio norteamericano al decidir bombardear a Hiroshima y Nagasaki. Este es el mismo “dios” que “iluminó” al Presidente actual de los Estados Unidos George W. Bush para invadir Irak; y es el “dios” de todos aquellos que impulsan modelos políticos, económicos, sociales, culturales y religiosos que propician el empobrecimiento de millones de seres humanos y la opulencia de pocas familias; es el “dios” que hiere de muerte a la Pachamama y es el de aquellos que de diversas maneras continúan provocando el ABORTO DEL SUMAK KAWSAY, Plan de Vida al que Jesús el Cristo se refería de la siguiente manera: “Yo en cambio, vine para que tengan vida y la tengan en abundancia.” (Juan 10,10). Este “dios” de la codicia, la mentira y de la degradación de la Vida es abominable, es la mayor maldición para la humanidad y para la Madre Tierra, por lo que debe ser rechazado por todo ser inteligente. Con relación a ese “dios” ES INDISPENSABLE DECLARARNOS ATEOS, puesto que sin ello es imposible ser un verdadero creyente.

En cambio debemos considerar, sin ningún tipo de dogmatismo, que existe otro Dios, el único posible, del que hablaron: Jesús, María, Zoroastro, Buda, Krishna, Mahoma, Mahavatar Babaji, María Magdalena, los Amautas de los pueblos y naciones originarias de Abya Yala (América), Francisco de Asís, Gandhi, Luther King, Laura Montoya, Monseñor Leonidas Proaño, y muchos hombres y mujeres que han sido verdaderas lumbreras de la humanidad; es el Dios de la Fuerza, la Sabiduría y el Amor Omnipresentes y propiciador de Vida, Justicia, Libertad, Solidaridad, de Fraternidad Universal, de Paz. Este Dios tiene diferentes nombres de acuerdo a los saberes de los pueblos y culturas, pero que en su esencia significa lo mismo, ya se diga: Parambrahma (hinduistas), Inti Yaya, Achillik Tayta, Achillik Mama (sabios de los Andes), Yahvé o Jehová (judíos y cristianos), Auramazda (zoroastrianos), Alá (musulmanes), Abbá (Jesucristo), El Sin Nombre (Esenios), Pachakamak (Sabios Kichwa de los Andes), Arutam (sabios amazónicos), Olofi (sabios africanos), Padre Celestial, Divina Madre, etc. Todas estas denominaciones hablan del SER DE TODO SER que está presente en todo y en todos.
Este es el único Dios posible, y en su Esencia no puede ser abarcado solamente por una palabra, un libro por más sagrado que sea, una religión, un rito, puesto que es la Esencia de la Vida Cósmica visible e invisible. Su Templo es la Vida Cósmica, su Palabra es la Vibración Omnipresente que mantiene con vida a las partículas sub atómicas, los átomos, moléculas, células y organismos en todas sus manifestaciones, en todo el universo físico y más allá de él. Su Ritual es el Parto sublime y constante que permite manifestar vida y vida abundante para todas y todos. Este Dios no está separado de lo visible. No es un Dios separado de su creación. Es más, su creación, la PACHAMAMA (Madre Naturaleza) era considerada por Teilhard de Chardin, sacerdote católico jesuita, científico y místico como el CUERPO MÍSTICO DE CRÍSTO, y él a la materia la proclamó como SANTA MATERIA, CUERPO VISIBLE DE DIOS. De igual modo San Francisco de Asís no podía concebir un cielo sin EL HERMANO FUEGO, EL HERMANO SOL, LA HERMANA LUNA, EL HERMANO LOBO…
El Jefe Piel Roja Seatlle sintetiza lo que es la Pachamama para los pueblos originarios: “Cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el zumbido de cada insecto, es sagrado a la memoria y el pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de las pieles rojas. Los muertos de los hombres blancos olvidan la tierra donde nacieron cuando parten para vagar entre las estrellas. En cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es nuestra Madre. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros…”.
Para Jesucristo la Pachamama, de igual manera es muy importante, al punto que nace cobijado por la Madre Tierra; en el vientre de una Madre pasó nueve meses, es decir el templo sagrado que lo acogió fue el de una mujer; su abrigo fueron las pajas y el aliento de los animales; sus lugares de comunión con Dios fueron todos los seres, las montañas, los bosques, los lagos; llamó a su cuerpo y al de todos los seres, el templo vivo de Dios y lo consideró más importante que el templo de Jerusalén; abrazó rostro en tierra a la Pachamama en el Huerto de los Olivos en Getsemaní, , momentos antes que los sacerdotes y representantes de los sectores oligárquicos de su tiempo fueran a apresarlo acusándolo de blasfemo y subversivo, por haber recordado y vivido a plenitud que somos dioses: “¿… No está escrito en la Ley de ustedes: Yo lo digo: ustedes son dioses…?“ (Juan 10, 34); por recordarnos que todos somos hermanos y que no debe haber entre nosotros privilegiados, así sentenció: “…el más importante entre ustedes se portará como si fuera el último, y el que manda como el que sirve…” (Lucas 22, 25).

Todas las sabidurías originarias del planeta han enseñado que Dios está en todo. La Pachamama es parte del todo, por tanto Dios está también en la Pachamama. ¿Qué pensaríamos de alguien que dice respetar nuestro espíritu que no ve, pero maltrata y desprecia nuestro cuerpo físico que ve? Simplemente lo acusaríamos de mentiroso. Del mismo modo, decir que se ama al Espíritu de Dios que no vemos y se desprecia, explota y maltrata a la Pachamama con todos sus seres a quienes vemos, es una vil mentira, es el mayor crimen hacia la humanidad, hacia la Madre Tierra, y la mayor ofensa a Dios. De así hacerlo entonces no hemos entendido para nada al Cristo y a todos los profetas que han transmitido la Luz universal para guiarnos con ella la humanidad. No hemos comprendido el texto bíblico que enseña: “El que dice “Yo amo a Dios, y odia a su hermano es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, si no ama a su hermano, a quien ve?” (1Juan 4,20). Peor aún no se ha entendido a cabalidad el texto que en la Biblia expresa: “En Dios vivimos, nos movemos y existimos.” (Hechos 17, 27-28). Por tanto, ignorante es aquel que desprecia y contamina las olas del Océano y dice amar sus profundidades.

Podemos comprender ahora de mejor manera al celebrar el XX aniversario de la Resurrección de Monseñor Leonidas Proaño el alcance de su exclamación que escandalizó a muchos en Riobamba: Un indio vale más que una catedral. Podemos de igual manera comprender en nombre de que “dios” hoy se rasgan las vestiduras aquellos que se escandalizan al leer que en la nueva Constitución nos reconocemos como hijos de la Pachamama, y por qué se comportan de la misma manera como lo hicieron los conquistadores cuando vieron a nuestros antepasados adorar al Dios de la Luz, el Trascendente, desde la Vida visible que es la Pachamama, es decir la manifestación Inmanente de Dios. Son los mismos que hoy condenan bajo fundamentalismos moralistas a los que consideran los más peligrosos pecadores y no comprenden que Jesús defendió a la adúltera a costa de su propia vida, y proclamó que las prostitutas y publicanos estarán adelante en el Reino donde rige la Justicia, el Amor, la fraternidad Universal, la Paz. Es indispensable en esta hora recordar que Jesús sí condenó y lanzó anatemas a los hipócritas que utilizaban el poder político, económico y religioso para mantener bajo su dominio al pueblo y usurpar sus riquezas.

Es la hora de religarnos nuevamente con Dios a través de la Madre Tierra y desde la naturaleza íntima de cada ser. Es la hora de asumir a la Pachamama y a todos los seres como el Templo fundamental de Dios. Es la hora de no ser cómplices y encubridores del mayor genocidio y ecocidio provocado por el imperialismo norteamericano y su sistema neoliberal, con la complicidad de gobiernos serviles. Es la hora de mirarnos y tratarnos todos como hermanos y hermanas al margen de religiones dogmáticas o diferencias de otra índole, porque de no hacerlo este planeta, nosotros y nuestros hijos estamos condenados a la muerte.

“Busco en todas partes luchadores por la Paz y por la Vida. Debemos actuar antes
de que sea demasiado tarde, antes de que la ambición y la locura de unos hombres
conviertan a nuestro planeta tierra en una luna muerta, en un cementerio del
espacio” (Taita Leonidas Proaño)

* Miembro de la Fundación Pueblo Indio del Ecuador
(Constituida por Monseñor Leonidas Proaño)


Coordinación General: José Luis Bedón
Consejo Editorial:
Luis Macas
Patricio del Salto
Ricardo Ulcuango
Alicia Vacacela
Fernando Sarango
Blanca Chancosa
Floresmilo Simbaña
Edición Electrónica: Marc Becker

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